Tuberculosis, un mal que no se diagnostica a tiempo
Mar.
09 de 2013
Por:
Sandra Uribe Pérez, Unimedios
En el año 2012, en Bogotá se registraron cerca de 1.200
casos de contagio por causa de la tuberculosis. Una de las razones es que no se
hace un diagnóstico temprano. Así lo comprobó una investigación de la UN, que
evidenció que el personal médico no está preparado para identificar el mal y no
conoce a profundidad los protocolos básicos de atención
Cuando
los restos del Libertador fueron exhumados por orden del presidente de
Venezuela, Hugo Chávez Frías, a fin de determinar la verdadera causa de su
muerte, la relación entre Simón Bolívar y la tuberculosis se derrumbó. Aun así,
con demasiada frecuencia, quienes escuchan el nombre de esta enfermedad no dejan
de asociarla con él.
Es tal el desconocimiento que persiste la creencia de que se trata de una
enfermedad de épocas pasadas, de la cual solo quedan registros en los libros de
historia. Dado que esta idea es parte del imaginario colectivo, muchos
pacientes que son diagnosticados no pueden creer que todavía exista.
La
sorpresa es peor cuando aparecen las cifras: según el Reporte Global de
Tuberculosis de la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el año 2011,
hubo 8,7 millones de nuevos casos y murieron 1,4 millones de personas por su
causa. Estos datos son una poderosa razón para establecerla como la segunda
prioridad de salud pública en el mundo después del VIH/sida.
De
la historia y la ficción a la realidad
Ante
esta realidad, que supera la ficción de los más de cuatrocientos filmes en los
que se hace referencia a ella (entre los que se cuentan La dama de las
camelias y La montaña mágica, así como las adaptaciones
biográficas de personajes célebres que llegaron a padecerla, como Kafka, Modigliani o Chopin), diferentes organismos han impulsado
estrategias para combatirla. Aunque el cine ha sido un aliado para difundir
campañas de salubridad, el desconocimiento de la enfermedad persiste.
El
propósito de desarrollar esfuerzos conjuntos y coordinados en los diferentes
rincones del planeta ha llevado a incluir su control entre los Objetivos de
Desarrollo del Milenio y a gestar la Alianza Alto a la Tuberculosis.
En
esta causa, hay organizaciones que se salen del estándar en cuanto a métodos de
diagnóstico, como es el caso de la ONG Grupo Apopo, liderada por Bart Witjens.
Sus
esfuerzos científicos se han enfocado en ofrecer ayuda humanitaria en África,
dadas las circunstancias que convierten a este continente en uno de los focos
de epidemia más grandes. Lo peculiar de su intervención es el entrenamiento
olfativo de ratas gigantes de Gambia (Cricetomys
gambianus)a través del cual detectan con éxito los pacientes
que padecen la patología.
Detección
temprana: vital
Precisamente,
el diagnóstico temprano es una de las estrategias decisivas de control
promovidas por la OMS.
Desde
1993 esta entidad dio a conocer la estrategia internacional conocida como TAES
(Tratamiento Acortado Estrictamente Supervisado), cuya rigurosa aplicación
garantiza la curación de los pacientes y el control de la cadena de
transmisión, con la ventaja de que es costo-efectiva.
Mientras
que en Latinoamérica ocurren, en promedio, 270.000 casos anuales, en Colombia,
en el año 2011, se presentaron 11.708 casos (con una tasa de 25 casos por cada
100.000 habitantes) y la incidencia fue mayor en los departamentos de Chocó,
Valle, Antioquia y Santander.
Ante
tal situación, el país actúa según los parámetros del Programa de Control de la
Tuberculosis (PCT) y proyecta detectar al menos el 70% de los casos, dar
tratamiento –como mínimo– al 85% de ellos y reducir
las cifras de incidencia a la mitad de las registradas en el año 1990 (32 casos
por cada 100.000 habitantes).
Según
Óscar Andrés Cruz, enfermero del Programa Tuberculosis de la Secretaría
Distrital de Salud, aunque en la capital se reportan cerca de 1.200 casos
anuales (principalmente en población entre 25 y 45 años, y en mayores de 65),
en los últimos diez años se han aumentado las acciones de búsqueda, detección y
acceso al TAES.
Esfuerzos
que salvan vidas
Para
fortalecer acciones intersectoriales, la Secretaría, en convenio con la
Universidad Nacional de Colombia, ha sumado esfuerzos económicos y científicos
para impulsar la lucha antituberculosa en las entidades prestadoras de salud de
la capital.
Es
el caso de la investigación “Acciones de búsqueda y detección de casos
sintomáticos respiratorios de tuberculosis, realizadas por instituciones
prestadoras de salud en una localidad de Bogotá D. C. 2012”, desarrollada por
la Secretaría, la ESE San Cristóbal y el Departamento de Salud de Colectivos de
la Facultad de Enfermería de la UN y su grupo de investigación en Salud y
Cuidado de los Colectivos (categoría C de Colciencias).
La
directora del grupo y docente de la UN Alba Idaly
Muñoz, doctora en Enfermería con énfasis en Salud Colectiva de la Universidad
de São Paulo (Brasil), sostiene que el mal está
asociado a la inequidad, a la desigualdad social y a las fallas de los sistemas
y programas de salud.
En
este sentido, es indispensable tener en cuenta que existe la necesidad de
fortalecer los sistemas de información y divulgación de la enfermedad dado que
aún persisten subregistros en la notificación de
casos y bajo acceso de la población al diagnóstico.
Por
lo tanto, el proyecto apuntó a revisar los conocimientos de los trabajadores de
la salud y el flujo de datos, procesos y procedimientos que conducen a captar
pacientes sintomáticos respiratorios. Aunque no es fácil desarrollar una
cultura de investigación en los diferentes escenarios de salud, se destaca la
valiosa participación de las instituciones que colaboraron en esta
investigación. María del Pilar Perdomo, funcionaria del Hospital Rafael Uribe Uribe (entidad piloto del estudio), asegura que este
trabajo conjunto arroja luces sobre las acciones que se deben fortalecer para
el control de la tuberculosis.
Tratamiento
y multirresistencia
Esta
enfermedad infectocontagiosa es causada por la Mycobacterium
tuberculosis (también conocida como bacilo de Koch). Se transmite y
propaga por vía respiratoria cuando alguien con el mal activo tose, habla o
estornuda, pues lanza bacilos que, al quedar suspendidos en el aire, pueden ser
inhalados por otra persona. Es más común que la bacteria se aloje en los
pulmones, pero puede migrar a cualquier órgano del cuerpo.
Aunque
uno de cada tres habitantes del planeta porta la infección de forma latente, se
estima que solo un 10% puede desarrollar la enfermedad activa en el curso de la
vida. Después de dos a tres semanas de tratamiento, el 80% de los casos ya no
son contagiosos debido a que los fármacos antituberculosis disminuyen la
cantidad de bacilos y la posibilidad de transmisión.
Es
necesario tener en cuenta que cada persona enferma y sin tratamiento puede
transmitir la enfermedad a 15 o 20 personas por año. La posibilidad de que se
active o no la determinan factores como la edad, el estado nutricional y las
condiciones del sistema inmunitario. De ahí la relevancia de un diagnóstico
temprano.
De
todos modos, las personas diagnosticadas con VIH/sida, los diabéticos, los farmacodependientes y los fumadores tienen mayor
probabilidad de desarrollarla, al igual que las poblaciones vulnerables
(minorías étnicas, desplazados, hogares geriátricos y la población carcelaria,
esta última por el hacinamiento) y los trabajadores de la salud.
Identificar
un caso sospechoso requiere aumentar la búsqueda activa de personas con tos
persistente (con o sin expectoración por más de quince días). Otros signos y
síntomas pueden ser la fiebre, la sudoración nocturna, la debilidad y/o la
pérdida de peso.
Una
vez identificados, se debe ordenar inicialmente una baciloscopia
seriada de esputo (tres muestras de la expectoración del paciente) y cultivos,
aunque también hay métodos complementarios para el diagnóstico como los rayos X
y las pruebas rápidas moleculares, entre otros.
Curarla
requiere un tratamiento cuya mínima duración es de seis meses, bajo un estricto
control de la administración de los medicamentos (disponibles y gratuitos en el
país). Conseguir la “adherencia” al tratamiento es fundamental para evitar que
se genere resistencia a los fármacos más efectivos (isoniazida y rifampicina),
así como demoras en la aplicación o efectos adversos. Abandonar la medicación
podría ocasionar la muerte de los portadores.
Por
ello, el paciente debe acudir al centro de salud más cercano a su casa, donde
el personal médico verifica de forma presencial que le sea administrado. El
apoyo psicosocial es una de las estrategias del Programa Distrital de
Tuberculosis para garantizar la adherencia al tratamiento. Incluso existen
grupos de apoyo en los cuales los pacientes curados dan su testimonio para
motivar a los otros a persistir.
Por
su parte, la enfermera de la UN Lina María Pedraza Moreno, que estuvo a cargo
del apoyo técnico y operativo, detalla el proceso de investigación. Luego de
que el Comité de Ética del Hospital y de la Facultad de Enfermería aprobó el
proyecto, se procedió al trabajo de campo y se encuestó a 471 trabajadores de
la salud de 14 instituciones participantes (73% públicas y 27% privadas) de una
localidad. Se indagó sobre los conocimientos requeridos para la detección
precoz y la búsqueda activa de la enfermedad. Igualmente, se logró capacitar a
311 trabajadores de la salud.
El
análisis de los datos permitió identificar la necesidad de potencializar los
conocimientos con relación a la identificación de los síntomas respiratorios,
el número de baciloscopias que se debe ordenar y la
forma de realizar su toma. Los resultados sustentaron una intervención
educativa dirigida a los trabajadores responsables de los servicios de salud.
El
estudio reafirma la necesidad de generar procesos educativos continuos, tanto
para los responsables del programa como para la comunidad.
El
mensaje es que se deben fomentar alianzas entre academia e instituciones, tanto
para armonizar la práctica y las teorías como para formar semilleros de
investigación y generar cambios en la prestación de servicios.
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