Los trastornos camuflados del ánimo
Febrero 07 de 2010
Por: Carlos E. Climent
Una de cada cuatro
personas experimentará en algún momento de su vida un trastorno del ánimo.
Los
trastornos del ánimo, conocidos también como del afecto, incluyen una variedad
de entidades clínicas. Algunas veces se presentan de manera muy evidente lo que
facilita el diagnóstico preciso por parte del médico, pero más frecuentemente
se mimetizan con otras enfermedades y circunstancias lo que hace muy difícil su
identificación y por ende su tratamiento.
Los
trastornos del ánimo más comunes, hoy enmarcados dentro de lo que se denomina
“el espectro bipolar” incluyen, entre otros:
*La
enfermedad bipolar I caracterizada predominantemente por episodios de
aceleramiento que se salen de lo normal para esa persona. Por ejemplo habla más
de la cuenta, tiene una energía desbordante y una gran actividad en todos los
campos. Estos episodios se intercalan con períodos de normalidad y /o con algún
cuadro franco de depresión.
*La
enfermedad bipolar II caracterizada por episodios depresivos acompañados de por
lo menos un episodio de aceleramiento.
*La
depresión mayor con sus síntomas de tristeza, desánimo, cansancio, pesimismo, pérdida
del interés en las cosas, pérdida o aumento de peso, insomnio, minusvalía,
dificultad para concentrarse, ideas de muerte, entre otros.
*La distimia con su estado de ánimo depresivo crónico-de más de
dos años-pero que no alcanza la severidad de la depresión mayor.
*La
ciclotimia caracterizada por numerosos períodos de síntomas hipomaníacos y
síntomas depresivos que no son diagnosticados como una depresión mayor ni como
una enfermedad bipolar.
* Los
ciclos cambiantes de euforia (alegría exagerada), tristeza o irritabilidad que
ocurren sin ningún motivo.
*Los
períodos de aceleramiento disparados por el uso de otros fármacos prescritos
por el médico o por el abuso de drogas psicoactivas como alcohol, cocaína u
otros estimulantes del sistema nervioso central.
La
gran mayoría de las veces estos trastornos no se presentan como cuadros
clínicos “puros” sino “mixtos”.O se asocian a otros trastornos y desajustes
emocionales como por ejemplo fobias, ansiedad, ideas obsesivas o preocupaciones
paranoides.
O se
camuflan detrás de molestias físicas varias. Lo cual da inicio a “la procesión”
por los consultorios de los más diversos especialistas.
O la
persona minimiza o niega la enfermedad (“A mí no me pasa nada”) o justifica los
síntomas (“Lo que ocurre es que los vecinos tenían una fiesta y eso no me dejó
dormir”, cuando en realidad lleva semanas con insomnio). Detrás de tales
explicaciones lo que hay es un temor de aceptar algo amenazante.
Como
el comienzo de los síntomas suele ser gradual, el enfermo y su familia tienen
tiempo para adaptarse y desarrollar una gran tolerancia a la enfermedad. Tal
adaptación permite convivir con la patología más severa. Y el paso del tiempo,
gradualmente la va haciendo parte integral del “carácter” o de las peculiaridades
de cada cual. Es decir, algo “normal” para el individuo, que nadie vuelve a
cuestionar.
Así
disfrazados, los trastornos del ánimo, no son detectados ni tratados y se
convierten en una verdadera pesadilla para pacientes y familiares.
carloscliment@elpais.com.co