Traen hierba santa
Herencia.
Mambiando (masticando) coca, la hoja sagrada, Floresmino Piñacué explica que
ser médico indígena es un honor que muy pocos tienen.
El
cosmos dijo que sí y Floresmino Piñacué
partió de Tierradentro a las tres de la mañana. Así
se cuadra el viaje, no para cuando se haya fijado una cita, se tenga tiempo o
plata.
Diez
horas después, ‘el hijo del agua’, ‘el nieto del trueno’, el mismo Floresmino que viste jeans y calza tenis tipo Puma, llegó a
Cali.
Fue
requisado en
“Los
trabajé con la mente y me dejaron ir. El indio es rápido...”, cuenta desde el
centro de salud de El Porvenir, donde este médico tradicional del cabildo Nasa
tiene ahora un consultorio.
Falta
decir que tiene sólo 16 años y que desde los 8 ejerce como médico porque cumple
con uno de los requisitos básicos para serlo dentro de su comunidad: lo heredó
de sus abuelos, a quienes las montañas y lagos sagrados les dieron el mensaje
de que él era el elegido.
En
el nororiente de Cali atiende desde hace una semana en una oficina blanca
inmaculada, donde hay un escritorio y sillas plásticas. Un espacio “muy raro y
frío” para su gusto, pero que acepta porque se trata de una misión. Él hace
parte del grupo de médicos tradicionales, parteras, sobanderos y pulseadores (que tratan el mal de ojo) que se vinculó a
A las puertas Yat Yachg
En
el primer día de consultas ya había una lista de doce personas esperando.
Lo
curioso, dice Catalina Achipis, líder Nasa, es que
casi todos eran “no indígenas”, hasta una médica “occidental” que trabaja en el
puesto de salud pidió turno.
El
sitio se llama Yat Yachag o
Casa de
No
queremos que la gente nos confunda con los charlatanes que dicen ofrecer
medicina indígena. Esto es algo sagrado y serio, que tiene todo el rigor y está
dedicado para atender a nuestras comunidades. Carlos Imbachí,
gobernador cabildo Yanacona.El
servicio está pensado inicialmente para los miembros de los cabildos Nasa y
Yanacona que viven en Cali, porque después de un proceso de más de cinco años
lograron reunirse todos en una misma EPS.
Son
cerca de 2.500 personas provenientes de comunidades que guardan diferencias
culturales -lengua y tradiciones- pero que coinciden en que la hierbalegre es la madre de todos los remedios y que antes
que comprar un botiquín es mejor tener un jardín en casa.
A mí me duele aquí...
Para
que el médico tradicional sepa hacer la evaluación del mal, empieza mambiando (masticando) la hoja sagrada o de coca. No en el
cabildo sino detrás de un escritorio, se concentra en el paciente, lo escucha y
llega a la raíz del asunto. El cosmos habla.
Para
cuestiones sencillas (algunos dolores, alergias, golpes...) el remedio estará
en soluciones domésticas derivadas de plantas. Para otras cosas, esas que
requieren un “verdadero trabajo” (cáncer, males crónicos...) tiene que hacerse
un ejercicio ritual.
Manuel
Sico, médico Nasa a cuya vocación heredada se suma
que fue alcanzado por un rayo, otro hecho que le da valor a su investidura,
dice que esos tratamientos se harán directamente en el campo, en
Se
prevé que la consulta esté nutrida, pues tienen claro que el indígena se
enferma mucho más en la ciudad que en su territorio. Claro, “aquí estamos
expuestos a contaminación, mala alimentación y energías muy pesadas”.
En
Cali, dicen, padecen de obesidad, desnutrición y algo de lo que la gobernadora
Nasa Luz Dary jamás había oído hablar en su pueblo:
estrés. A estos casos se añadirán todos aquellos que jamás llegan a los centros
de salud y que, por lo tanto, nadie trata.
“Siempre
dicen que si es que las indígenas no tienen hijos, porque nunca van a controles
y casi ni se reportan partos. Lo que pasa es que no es esa nuestra costumbre”,
explica la líder.
En Yat Yachag las mujeres no tendrán
que explicar hasta la saciedad que no están interesadas en métodos de
planificación familiar porque en la cultura Nasa cada una debe contribuir a su
pueblo con al menos cinco hijos. Tampoco les insistirán en el tema de las
amputaciones en casos extremos y buscarán maneras alternativas a la occidental
para abordar los males de la próstata, examen nada popular en estos grupos.
Eso
sí, precisa Manuel Sico, habrá cosas que “no serán de
nuestra competencia” y que remitiremos a los otros médicos. ¿En qué casos?:
“simplemente cuando pasa uno lo sabe”, responde.
Lo
bueno, complementa, sería que cuando ellos (sus colegas occidentales)
identifiquen lo mismo, también les remitan los enfermos, “cosa que casi nunca
pasa”.
La
lista de pacientes sigue creciendo. José Ermindo
quiere recuperar el sueño. Soledad anda con vómitos y Amparo nada que queda
embarazada. Menos mal el doctor Floresmiro carga la
salud en la mochila.