Estrategias Universitarias Para Reducir La Deserción Por Falta De Recursos Trabajan En La U. Para Estudiar

TUTORIAS DE APOYO INICIAL.

El bajo nivel académico con que los estudiantes ingresan a la universidad es uno de los factores que más promueven la deserción. Por eso, las U. han emprendido “acciones afirmativas” para mejorar el nivel en los primeros semestres, dice Carlos Forero, secretario de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún).

A la vez, tienen planes de apoyo a los becados, porque “a veces el choque social es fuerte”, dice Ángela de Valdenebro, de Bienestar Universitario de La Sabana, al resaltar el caso de alumnos de estratos bajos.

“Teniendo un amigo que lo guíe, la adaptación es más fácil”, indica la funcionaria, para quien el papel del tutor es indispensable para identificar las necesidades de los nuevos, pues “muchos de los beneficiarios del auxilio de alimentación se han reconocido a través del programa de tutorías”.

Con el trabajo en la universidad llenaba los vacíos económicos que mi papá no podía. Incluso me sirvió para superar un tiempo de crisis familiar”.

María Camila Borrás, estudiante de comunicación de 21 años.

Si no hubiera conseguido ese trabajo en la U. habría tenido que buscar uno de mesera, pero seguramente no habría tenido el chance de crecer”.

María Camila Borrás, estudiante de comunicación. 21 años.

“Los subsidios universitarios nos ayudan a mantenernos al tiempo que nos preparan para ganarnos la vida trabajando”.

Claudia Suárez, estudiante de derecho que trabaja en la U.

Un voluntariado en una fundación que atiende a niños víctimas de maltrato y abandono le ha dado a Nelson Páez la oportunidad de estudiar la carrera que quiere.

Asiste todos los lunes a hacer trabajo social con los pequeños, y a cambio recibe un descuento del 20 por ciento en la matrícula del semestre.

Eso es posible gracias a la política de auxilios de la Fundación Universitaria del Área Andina que promueve, al mismo tiempo, los proyectos sociales.

“No es un programa de becas sino un apoyo cooperativo” con el que los estudiantes de condiciones económicas difíciles pueden asegurar sus estudios mientras prestan un servicio a la comunidad, señala Claudia Patricia Fernández, directora del Centro de proyección social de la institución.

Este es un ejemplo de las estrategias que han tenido que emplear las universidades para reducir la deserción universitaria que, de acuerdo con un estudio reciente de la Universidad de los Andes, alcanza el 48 por ciento.

Y la falta de recursos económicos está entre las dos primeras causas, así que con becas y subsidios las universidades intentan retener a sus estudiantes.

Porque pagar la matrícula no lo es todo. “La manutención en la universidad es un gasto grande”, dice Nelson.

Para ello, la Universidad de La Sabana ofrece auxilios de alimentación para garantizarles el almuerzo a aquellos que lo requieren.

En el primer semestre beneficiaron a 168 estudiantes que “estaban pasando la jornada sin comer”, según Ángela de Valdenebro, directora de Bienestar Universitario.

Y para contribuir con los otros gastos, tiene el Programa Aprendamos a Trabajar (PAT) que ofrece un empleo a los estudiantes dentro de los departamentos de la U.

Claudia Suárez, estudiante de derecho y comunicación, trabaja como asistente en la división de mercadeo. Con el dinero que recibe paga las cuotas del crédito del Icetex.

“Es un buen sueldo para mantenerme, ayudar a mis papás y pagar mis cosas”, asegura la joven de 22 años.

Igual opina María Camila Borrás, una paisa que llegó becada a Bogotá y que debió echar mano del programa PAT para sobrellevar los gastos lejos de su casa, como muchos de los 185 alumnos PAT de La Sabana.

Una idea similar desarrolla la Universidad EAN a través de su programa de experiencia laboral, que establece convenios con empresas para enganchar a sus estudiantes mientras cursan sus estudios, porque a veces, incluso becados, los estudiantes tienen dificultad para mantenerse.

“El transporte, las fotocopias y la alimentación cuestan mucho”, asegura Nelson, quien además del voluntariado con los niños, trabaja arreglando teléfonos celulares. Con eso, paga su matrícula y mantiene a su familia.

David Osorio - EL TIEMPO