Con seriedad se los digo: hay que reírse y punto. El mismo Sigmund Freud les concedió a las
carcajadas genuinas la capacidad de liberar al organismo de la mala energía.
No es chiste. Como científicamente se ha demostrado que la corteza cerebral
libera impulsos eléctricos negativos instantes después de comenzar a reír, hoy
batir las mandíbulas con ganas se utiliza en el tratamiento de innumerables
enfermedades.
Cuando la gente se ríe, el adusto cerebro emite órdenes para que se
produzcan una sustancias conocidas como endorfinas, emparentadas con la
morfina, que además de aliviar el dolor fortalecen la capacidad de las células
blancas de la sangre para defender al cuerpo contra virus y bacterias. ¿Qué
tal? De las amigables endorfinas depende que una persona esté bien o mal,
porque juegan un papel definitivo en el equilibrio entre el ánimo normal y la
depresión. Esto bastaría para tomar la risa con mucha seriedad, pero hay que
decir que mostrar los dientes trae muchos más beneficios.
Cada carcajada moviliza cerca de cuatrocientos músculos, incluido los de
vísceras huecas, como el estómago, que no se puede ejercitar en ningún
gimnasio. La risa limpia los conductos lagrimales, la nariz y el oído con la
vibración que produce en la cabeza. Como si fuera poco, al masajear los órganos
internos favorece la digestión y ayuda a eliminar toxinas.
El cuerpo se oxigena mejor porque al reír entra el doble de aire a los
pulmones; además, el efecto tónico sobre los músculos previene las arrugas.
El que ríe también disminuye el riesgo de infartos cardiacos y de
congestiones pulmonares y se llena de una sana fatiga que lo hace dormir mejor.
Vale decir que la risa se localiza en la zona prefrontal
del cerebro, donde residen la creatividad, la capacidad para pensar en el
futuro y la moral. Lo paradójico es que a medida que el tiempo pasa, las
personas se creen más sabias y pierden la espontaneidad y la capacidad de
dejarse llevar por la risa, de buscar la carcajada y de encontrarle el chiste a
la vida.
Tontamente se cree que se es más si se ríe menos y que el que ríe más no
toma en serio la vida.
Así que a reír, pues además el buen humor está ligado a la inteligencia. Eso
dicen los que saben.
NO SE AMARGUE: RÍA MÁS A MENUDO.
Empiece el día con una sonrisa y acompañe con ella los saludos de la mañana.
Procure no amargarse con los problemas.
La cotidianidad está llena de eventos cómicos. Disfrútelos.
Lea libros de humor. Busque programas, obras de teatro y películas que
fomenten la risa sana.
Aprenda a escuchar y a contar chistes.
Ríase de usted en la intimidad. Cuando aprenda a hacerlo en sociedad, ya
será un avanzado.
Recuerde que el buen humor no tiene que ser cáustico. Siempre y cuando no
sea destructivo, una vez al año no hace daño