En Tierra De Ciegos El Ciego Es Rey

Álvaro Zuluaga Gómez, de 53 años, quien tiene limitación visual de nacimiento, decidió aprovechar su tiempo libre para enseñarles a manejar computadores a invidentes de la ciudad, por medio de Jaws, un software especial.

Este profesor, oriundo de Aranzazu (Caldas), confiesa que nada le ha parecido imposible en la vida y que gracias a este software los invidentes pueden leer sin necesidad de terceros. Le encanta Gabriel García Márquez, y entre sus libros favoritos están Cien años de soledad y Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago.

Álvaro hizo la primaria y el bachillerato, y luego estudió Ciencias Sociales de la Educación en la Universidad Tecnológica de Pereira, donde cursó dos semestres. En esa época, él tenía un pequeño residuo visual, que le permitía movilizarse, pero por una cirugía perdió completamente su visión y no siguió estudiando.

“El sistema Braille, sin duda, fue la base de mi escritura desde pequeño.

Desde entonces me encanta investigar, capacitarme y, sobre todo, estar actualizado. Por eso me gusta Jaws”, manifiesta el profesor.

Todo un profesional en Jaws Desde hace cuatro años, Zuluaga es el encargado de dictar las Alfabetizaciones Digitales en Redsid. Por medio de Jaws, cerca de 35 invidentes de Manizales se están capacitando para aprender a manejar un computador, leer, redactar, guardar documentos, y navegar solos por Internet. Álvaro supo de la existencia del Jaws, lo compró hace diez años y se dedicó a estudiarlo.

Judith Escobar, su esposa, ha sido su compañera a lo largo de 30 años y con ella tuvo dos hijas, que hoy en día son profesionales. Pero hace unos 12 años, Álvaro se jubiló de la Industria Licorera de Caldas. Allí verificaba que los licores estuvieran bien sellados, por medio del tacto.

Desde entonces, sagradamente los martes y los jueves, cuando se acerca la 1:00 de la tarde, este hombre va al centro de Manizales, para dictar las clases de cómputo en la Fundación Redsid, a tres cuadras de la plaza de Bolívar, donde dispone de 12 equipos.

Con unas gafas de lentes oscuros, un saludo y una sonrisa, Zuluaga sube los cinco escalones que lo llevan al salón de clases. Luego, espera a sus estudiantes.

El experto señala que el aprendizaje varía dependiendo de la capacidad de concentración y las ganas de cada persona, pero generalmente en seis meses salen defendiéndose. “Mis clases son casi que personalizadas”, dice.

“Saber que uno tiene las posibilidades para que otros entren por la misma ventana por donde uno entró es lo más gratificante; por eso, me siento tan contento de brindarles mis conocimientos, porque no hay mayor alegría que verlos progresar”, añadió sonriente, mientras llevaba su mano hacia el corazón.