La sobrenatural amenaza de
las drogas sintéticas
Por Jorge Enrique
Rojas y Santiago Cruz Hoyos, Unidad de Crónicas y Reportajes de El País
Mientras las
autoridades desconocen quién está detrás de aquella mafia, cada día más chicos
caen en sus garras. Viaje a la ciudad del ácido.
El cielo de un drogadicto es que una dosis no se acabe; el infierno de los
carteles, que los adictos se terminen. La perversión favorita de los
traficantes, en su reiterado empeño por alterar el orden para construir su
propio paraíso, es impedir una y otra cosa inundando las ciudades con inventos
cada vez más difíciles de detectar por las autoridades y efectos peores para
sus víctimas. Mientras la condena social recae sobre los alucinógenos más
conocidos y
Sin bajarse de su bicicleta de tubos oxidados, ‘Jaimito’, viejo jíbaro de
Aunque de acuerdo con un estudio coordinado por
Este jueves, bajo los efectos de las dosis que ofrece, ‘Jaimito’, que también
es adicto, contaría que además de quitarle el hambre y el cansancio y hacerlo
sentir más valiente y más risueño, esa pepa estallando en su cabeza le daba la
sensación de que en vez de manejar bicicleta, conducía una lancha; y que los
charcos cortados por sus llantas levantaban olas espesas que al caer
reproducían el sonido de la lluvia. Sobre ese trozo del sur, sin embargo, iban
varios días sin caer agua; en la calle, seca como lija, un falso ácido se
consigue hasta en cinco mil, cuando el precio de una pastilla de éxtasis puro
gravita entre los veinte y ochenta mil pesos. Los efectos de aquellos tóxicos
reventando en cuerpos inconclusos, no es ninguna revelación decirlo, son
incalculables.
El médico Jorge Quiñónez, director de
Guillermo Gaviria, un adicto recuperado de 60 años, jura que el comercio de las
drogas sintéticas no es novedad. “En 1967, en pleno CAM, yo ya compraba pepas
aquí”. La voz de Guillermo es áspera y gangosa. De tanto en tanto, mientras
habla, se frota el pecho como si fuera a escupir algo. Lleva gafas oscuras y
una camisa de marca que le hace juego con su pantalón de dril y zapatos de
goma. “Aquí donde me ve, yo soy tío de Ximena Restrepo, de la atleta, sí, de la
campeona, de esa misma”, dice con una sonrisa pudorosa que antecede la verdadera
confesión atorada en su pecho: “Una vez fui empresario automotriz en Bogotá
pero me fumé y me metí todo después de haber terminado viviendo en El Cartucho:
un taller, dos apartamentos, dos motos, dos carros, 65 millones de pesos, un
matrimonio y este par de ojos, porque también me quedé ciego”. Eso de que en la
vida hay decisiones erradas que valen un ojo de la cara, por lo visto, no es
simple cuento.
Ojos que no ven, corazón que siente
Las drogas sintéticas son también conocidas como “de diseño”, porque su
elaboración depende de los efectos buscados. Básicamente hay dos grandes
grupos: depresores y estimulantes. En Cali son más comunes los estimulantes y
para diferenciar su impacto las pepas son marcadas por las redes que las
distribuyen. Los distintivos son, también, su garantía de pureza. Las más
perseguidas son las que tienen el sello de una luna, que potencian el placer
sexual, las estrelladas, que generan una transitoria pérdida de conciencia y
las marcadas con el logo de los Transformers, que de
acuerdo con consumidores frecuentes, “dan la fortaleza de un robot”.
Cualquiera creería que se trata de un juego de niños, pero lo cierto es que en
la ciudad, convertida en un inmenso centro comercial para los adictos, resulta
un misterio la forma en que la droga sintética invade las calles. En los
últimos dos años las autoridades apenas han realizado una sola captura por
tráfico de esta sustancia y decomisado 155 pastillas encontradas durante el
2009 en una casa del barrio Belalcázar donde fue desmantelado
un expendio en el que incluso se alquilaban cuartos para el consumo.
Aunque es sabido por todos que el veneno se consigue justo a las afueras de
discotecas y universidades, en las avenidas más céntricas, en las mismas
esquinas donde se ofertan jugos y frutas, la única certeza que tienen los
investigadores de
Pero los esfuerzos que hacen las autoridades en medio de esa lucha donde el
enemigo es invisible, no son suficientes. Ramón Arroyabe, director del centro
de reclusión para menores Valle del Lili, quien a
diario ve cómo se reducen las edades de iniciación en el consumo, cuenta que lo
más grave del asunto es que además de pepas, hay chicos consumiendo drogas
sintéticas todavía más dañinas. Según cuenta, se sabe de casos de menores
desvanecidos por haber esnifado Ketamina, un
analgésico para caballos con el que algunas chicas también estarían impregnado
tampones que se introducen en la vagina para desbocarse en el vicio sin que
nadie les ponga freno.
María del Pilar Gómez, operadora terapéutica de Soy Humano, fundación que desde
hace un año lucha para rehabilitar adictos, teme que, como consecuencia del
inusitado crecimiento de la adicción a los ácidos, pronto pueda haber aquí
también adictos de
La droga, reconocida en la actualidad como la más peligrosa del mundo, es más
barata que la cocaína, pero diez veces más potente. En los últimos diez años,
doce millones de estadounidenses la probaron y en todo el mundo se estima que
hay 26 millones de adictos. Diseñada en
‘Efe’, un nicaragüense de 29 años que tiene la cara de uno de esos modelos que
salen en las revistas promocionando colonias y relojes, acaba de empezar en
Cali su cuarto tratamiento de rehabilitación. Adicto a
Afuera de la sala donde habla ‘Efe’, sentado en una silla plástica a la entrada
de la fundación Soy Humano, Guillermo Gaviria oye parte de la entrevista.
Ahora, convertido en un consejero en farmacodependencia, asiente con la cabeza
mientras le recuerda a un interno que las garras del vicio aprisionan tan
fuerte como para haberlo obligado a vender los medicamentos que hubieran
salvado sus ojos después de “esa puta pelea”; y que fueron tan mezquinas como
para abandonarlo en El Cartucho; y tan ingratas como para empujarlo a viajes
sin regreso; y tan traicioneras, como para hundirlo en el mundo del ácido. Vaya
paradoja: sólo ciego fue que pudo ver todo eso.
La sigilosa ruta de las pepas
- ¿Y cómo te identifico?, preguntó el expendedor de drogas por el teléfono.
- Voy con camisa morada, manga larga, recogida hasta los codos, jean.
- Listo. A las 7: 30 p.m. nos vemos en la panadería. Sólo tengo dos pepas de
éxtasis. Están escasas. Cuestan $15.000, cada una. Yo estoy con una camiseta
estampada con la cara de Uribe. Si no puedo ir, te llega un parcero
en bicicleta.
7: 25 p.m. Es una panadería del sur de Cali que tiene nombre de mujer. El
movimiento es tranquilo, unos seis clientes caminan por el lugar. No hay
bicicletas a la vista ni nadie con una camiseta con la cara del Presidente.
Pido un jugo. Espero.
Un par de minutos después aparece la bicicleta entrando en la panadería. El
tipo, de arete en la oreja, camiseta sin mangas y brazos tatuados, me mira
directo, reconoce la ropa, se acerca.
El repartidor de droga saluda como si fuéramos amigos de toda la vida: ¿qué más
parcero? Después se disculpa por llegar tarde y
ofrece su ‘merca’. Son dos pastillas de éxtasis, la droga sintética más
conocida entre los universitarios colombianos. Una es de un azul pastel; la
otra es naranja. Son más pequeñas que un dolex y su
consumo, según la doctora Delia Hernández, del Centro de Rehabilitación Fundar
del Valle, puede generar infartos, arritmias cardiacas, daños hepáticos,
problemas gástricos, daños en el cerebro, depresiones. Incluso, se ha enterado
sobre casos de adictos a quienes se les ha transplantado el hígado para
salvarlos de la muerte.
El repartidor de droga asegura, como su jefe, que conseguir éxtasis no es fácil
por estos días. Pero como si fuera un mesero de restaurante, describe una
variada ‘carta’ de drogas: “Tengo PCP, que viene en polvos de colores. (Se
utilizó en los años 50 como anestésico. Dejó de usarse por sus efectos secundarios:
delirios). También llevo cocaína, marihuana y opio. ¿Qué es lo que no tengo?”.
Se ríe orgulloso.
-¿Dónde más puedo conseguir éxtasis? Escuché que en la zona conocida como ' La
gruta', frente a Bellas Artes...
Piensa. Dice que sí. Pero asegura que la calidad no es la misma como la de su
mercancía. Los repartidores de drogas a domicilio, me lo confirmó un expendedor
retirado, son los que aseguran la más alta calidad en los ‘productos’.
Un integrante del laboratorio del CTI, seccional Valle, explicó que las drogas
sintéticas llegan generalmente desde Holanda. Algunos de los lotes son molidos
y se les agregan sustancias inactivas y no perjudiciales para el cuerpo como
azúcares o minerales como talco, “para hacerlas rendir”. De un lote de 100 mil
pastillas, se pueden producir 200 mil de esta manera. Sin embargo, pierden su
‘pureza’. Esas son las pepas que por lo general se venden en la calle. Al
laboratorio, que se encarga de analizar las drogas incautadas en Valle, Cauca,
Nariño y Putumayo, no llegan drogas sintéticas con frecuencia. “El año pasado
no me llegó ni una pastilla. Acá lo que entra todos los días es cocaína y
marihuana. Y algo de heroína. Las pepas, por ser tan pequeñas, son fáciles de
camuflar. Eso dificulta la labor de
Las cifras 52% de
los univeristarios no está de acuerdo con la idea de
que las drogas sintéticas mejoren el desempeño sexual. 62% no está de acuerdo
con la premisa de que las drogas sintéticas sean exclusivas para personas de
nivel económico alto 65% no está de acuerdo con el mito de que son menos
dañinas para la salud que el alcohol.
Ahora el surtidor
de droga se despide, tiene otros encargos.
Conseguir drogas sintéticas en Cali es un asunto sencillo, incluso para un
inexperto. Una de las opciones para hacerlo es con los repartidores de droga a
domicilio. Para contactarlos se debe tener un conocido que sea cliente de
ellos. Hay que mencionarles al cliente para darles confianza. Funciona como
santo y seña.
La otra opción es buscarla en la calle y allí la cacería tarda sólo algunos
minutos… Avenida Sexta con 23. Un hombre gordo y con trapo rojo al hombro me
indica dónde parquear el carro para no obstaculizar el alimentador del MIO que
se detiene en ese punto. Le pregunto de entrada por las pepas, ¿dónde puedo conseguir?
El hombre abre los ojos, ve una oportunidad de negocio. Me dice que “la flecha”
para eso es ‘El Peludo’, que siempre está en la zona. Pero no se ve hoy. El
gordo saca de su bolsillo del jean tarjetas y papeles viejos, arrugados.
- ‘Orillá’ el carro y esperá
te busco el número pa que lo llamés.
‘El Peludo’ no aparece y su teléfono tampoco, pero sí otro tipo, afro, que
recorre la zona en bicicleta. Me dice que las pepas las consigue, pero a
$20.000. “Si es que hay, porque el ‘popper’ y el
éxtasis están escasos”, advierte. El hombre se va a su misión. En 5 minutos
vuelve a la escena con 3 pepas de éxtasis. Son de color blanco hueso y tienen
el logo de Transformers.
Más atrás, en
El expendedor de droga retirado me aseguró que además de
La droga, reflexiona un directivo de una de las universidades de Cali, es como
el Sida. El mundo entero está trabajando para encontrar una vacuna, la solución
definitiva. Pero hasta ahora no se ha logrado nada. La batalla contra las
drogas se está perdiendo. “Pero hay que seguir trabajando, no hay otra salida”,
dice con algo de resignación en su voz. Ya detectó que algunos de sus
estudiantes se inyectan heroína, “y eso es peor, por lo adictiva”. El hombre
pidió la reserva de su identidad y la de la institución, en la que hace un par
de años se detectó a un estudiante expendedor de drogas. Vendía, con rotundo
éxito, el 'Kit de la felicidad': una ración de marihuana, una menta y un
ambientador para disipar el olor. El muchacho, que fue grabado por las cámaras
de seguridad, fue expulsado. “En esta universidad hay cámaras hasta debajo de
las piedras. Por la seguridad, las drogas y también para prevenir la trata de
blancas”, advirtió.
El ‘Estudio epidemiológico sobre consumo de drogas sintéticas en la población
universitaria’, elaborado por
El éxtasis, según el documento, es la droga de diseño más conocida entre los
universitarios. De los 7.803 encuestados, el 70% aseguró conocerla; las
anfetaminas fueron reconocidas por un 44%; el Lsd,
por un 42%. Más del 25% aseguró tener amigos o compañeros en la universidad que
consumen drogas sintéticas. Un 33% considera que conseguirlas es fácil...
Alberto Cuervo, Jefe de Desarrollo Humano de
Jorge Peláez, Jefe de Protección y Control de esa universidad, comentó que
desde que se legalizó la dosis personal, se disparó el consumo. “La marihuana
fue el boom, con algunos focos de cocaína y heroína. Después exploraron las
sintéticas y la marihuana de sabores. Esas drogas les dan a quienes las
consumen un falso estatus: hombría, poder, clase”.
Su departamento trabaja de la mano con
En
El panorama en Icesi es similar. Ana Cristina Marín,
Coordinadora de promoción y Desarrollo, comenta que no existe consumo interno o
que si se da, es eventual. “Pero eso no quiere decir que no hay un alto nivel
de consumo. En el contexto de la rumba sí se sabe que va acompañada de un
consumo muy alto que empieza con alcohol y pasa a otras cosas. El problema es
que los muchachos lo ven como algo natural. Hay un supermercado cercano que
vende licor y eso nos preocupa porque incrementa el consumo. Cada vez hay más
oportunidades para ingerir drogas”. Debido a ese panorama, en Icesi se viene implementando campañas de prevención, se
organizan fiestas sin licor y eventos culturales y deportivos como forma de
establecer mecanismos de protección. Pero a pesar de todo, la guerra se sigue
perdiendo. La droga, al igual que el Sida, aún parece un enemigo invencible.
Dato clave
·
Los consumidores toman tanta agua para poder combatir la deshidratación
que produce el éxtasis. Sin embargo, se estima que la pepa distorsiona la
habilidad del cerebro para saber cuando la persona ha ingerido el líquido
suficiente.
·
Los drogadictos padecen una enfermedad que requiere de un tratamiento.
En Cali hay varios centros especializados. Para mayor información, consulte:
· senderos@corporacioncaminos.org,
www.programasenderos.com y www.fundacionsoyhumano.org.
En pocas palabras
"No creo que las drogas sintéticas sean cosa exclusiva de los estratos más
altos. Los jíbaros las hacen rendir con lo que sea y las están ofreciendo con
precios a los que cualquiera puede acceder”.
"Aunque no hay tantos registros de muchachos adictos, lo preocupante es
que las edades de iniciación son cada vez menores y, de mil casos atendidos,
700 las han probado”. María F. Ortiz, Coordinadora de Tratamiento en
"Todos las personas en adicción se pueden sanar, sólo necesitan confianza,
seguridad y apoyo profesional para lograrlo”. María del Pilar G. Terapeuta de