Un sistema perverso
El destape que están haciendo los organismos de control frente a la
corrupción, la ineficiencia y el concierto para delinquir de las EPS en el
manejo de los recursos del sistema de salud colombiano, no se compadece con las
tibias declaraciones del Ministro de Protección Social, el bogotanísimo
doctor Santamaría, cuando le dijo a Clara Elvira Ospina,
hace dos noches por RCN, que ese sistema perverso no podía erradicarse en su
totalidad.
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También preocupa la carta abierta que los profesores de la Facultad Nacional
de Salud Pública le enviaron a Beatriz Londoño, Viceministra
de Salud, en relación con la Ley
1438 de 2011, aprobada por el Congreso, “donde se perdió la oportunidad de
corregir las fallas del sistema de salud, pues consolida el negocio del
aseguramiento como eje central del modelo de salud colombiano”.
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Por su parte, la docente Luz Stella Álvarez, en carta desde Medellín a El
Espectador, sostiene que “la Ley
100 creo un sistema de aseguramiento que no sólo no resolvió los principales
problemas del antiguo sistema, sino que los acentuó y además construyó un
modelo perverso, en el que la sociedad en su conjunto financia el
enriquecimiento de intermediarios y de la industria farmacéutica”.
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Para entender cómo se gestó ese descalabro en el sistema de salud, hay que ir a
la raíz: ¿cómo nació la Ley
100? Helena Restrepo, médica de la
Univalle con maestría en Salud
Pública en Medellín, estudios de Epidemiología en EE.UU.
y l4 años en la
Organización Mundial Salud, con sede en Washington, conoce de
primera mano todo el proceso de este sistema perverso y corrupto.
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Vía Internet me respondió algunas preguntas. Sostuvo que el Sistema Nacional
de Salud que existía tenía defectos y no era el ideal, “había ineficiencias,
pero nunca el nivel de corrupción que se ha visto a partir de la Ley l00”. “En Washington fui
testigo de los debates en que el Banco Mundial y el BID presentaban la
propuesta de las reformas de los Sistemas de Salud de América Latina, donde
argumentaban que ‘el sector público es ineficiente, corrupto, mal
administrador, y había que tomar del sector privado su eficiencia y
efectividad’”.
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Y, ¿es cierto que la Ley
100 se gestó en las entrañas del uribismo? Le
pregunté, y ésta fue su respuesta: “Desde el gobierno de Gaviria se empezó a
hablar de la reforma. Pero el autor fue el ministro Juan Luis
Londoño, quien tomó muy a pie juntillas los planteamientos del informe del
Banco Mundial de 1992: ‘Invertir en Salud’. La reforma fue fruto de un pequeño
grupo que seleccionó a Londoño, pero sus autores intelectuales fueron él y
Uribe, que fue el ponente”.
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Según la doctora Restrepo, “la Ley
100 tuvo y tiene problemas estructurales muy serios.” Distorsionó los conceptos
de Promoción de la Salud
y de Prevención de Enfermedades, uniéndolos en un solo paquete, lo cual ha sido
un desastre. Londoño creía que prevención y promoción eran lo mismo. Se han
malversado cantidad de recursos por estas equivocadas concepciones. Las EPS son
la prueba reina del horror del sistema, son administradoras intermediarias de
los recursos financieros de la salud, lo que pervirtió el sistema y se abrió el
negocio”.
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ENTRETANTO: hay que decir que Francisco Piedrahíta es
el único caleño que logró exorcizar el canibalismo vallecaucano. Su pérdida por
5 días en un parque de New Orleans,
produjo tal conmoción en todas las esferas de la sociedad, que por primera vez
entendimos que sí podemos ser solidarios entre nosotros.