La
semana pasada, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) publicó los avances
de la tercera versión del sistema de identificación de beneficiarios de
programas sociales, conocido como Sisbén. Crucial
para las políticas de bienestar del Estado desde 1994, en esta herramienta
estadística están incluidos hoy unos 30,7 millones de colombianos como
potenciales receptores de ayudas gubernamentales.
Sin embargo, la radiografía
que presentó Planeación confirma las alarmas que están disparadas desde hace
varios años sobre los fraudes contra el sistema y la necesidad de ajustar
metodologías e indicadores. De acuerdo con cálculos de esa entidad, 20 millones
de colombianos aproximadamente reciben actualmente beneficios a partir de su 'sisbenización'. De estos, las primeras depuraciones
identifican a cerca de 7,7 millones de personas que gozan de condiciones
superiores a las estipuladas. Uno de cada cuatro individuos dentro de los
niveles 1 y 2 del Sisbén no clasifica como pobre
('colados'), mientras que el 20 por ciento de los colombianos que sí lo son no
están inscritos en la base de datos ('excluidos'). En otras palabras, una
abultada presencia de los dos tipos de errores en la focalización de políticas
públicas: ni son todos los que están ni están todos los que son.
Cruces iniciales de
información de entidades estatales reportan más de 215.000 ciudadanos en
hogares que declaran renta, con afiliación al Sisbén.
A esto se suman, en los tres lustros de historia del instrumento, diversos
tipos de trampas, como la manipulación de información y puntajes, por alcaldes
locales; el uso politiquero y clientelista de la
encuesta; las mentiras de los entrevistados temerosos de perder los beneficios,
y el incentivo perverso a la informalidad, especialmente frente a los planes de
salud subsidiada, que lleva a las personas a rechazar vínculos laborales
formales. En la actual campaña electoral se han presentado varias denuncias,
aún por esclarecer, sobre tráfico de afiliaciones por votos y falsas amenazas
sobre pérdidas de beneficios si no se apoya a uno u otro candidato. Entre
colados y excluidos, fraudes y engaños, el sobrecosto
para las finanzas públicas es incalculable. A fin de cuentas, unos 22 programas
y 8 instituciones del gobierno central emplean el Sisbén
para focalizar y entregar sus multimillonarios recursos, desde Familias en
Acción, de
A pesar de estas fallas, el
papel de esta encuesta en la política de lucha contra la pobreza no se puede
desconocer. Tampoco, el esfuerzo de Planeación para adaptar la herramienta a
las condiciones cambiantes de los hogares y las manipulaciones politiqueras. El
Sisbén 3.0 incorpora interesantes novedades en su
diseño, como los indicadores de vulnerabilidad y el énfasis en la calidad de
vida, y cambios metodológicos que robustecen el modelo en términos de exclusión
e inclusión. Asimismo, se requiere capacidad de evaluar con más certeza los
efectos de los repentinos choques económicos en los hogares, que los hunden en
la pobreza.
No obstante, el debate apenas
comienza. Como cada programa social podrá definir sus propias líneas de corte,
la actualización de los nuevos puntajes y la definición de criterios de entrada
y salida implican un esfuerzo técnico de las entidades. Además, si no se maneja
bien, la salida de más de 5,5 millones de actuales afiliados podría generar
malestar social. Con estas adaptaciones, con seguridad, en el futuro, el Sisbén estará aún más presente que hoy en la política
social del país y será menos vulnerable a la manipulación.