Si los niños se quejan de que
algo les duele, mejor créales
Si
manifiestan dolor es mejor pecar por exceso y consultar.
Contrario
a lo que tiende a pensarse, bebés y niños pequeños no tienen más tolerancia al
dolor que un adulto. Hay que prestarles siempre atención a las señales.
Puede
que no lo digan con sus propias palabras o que no lo expresen con claridad,
pero todos los niños, a su manera, manifiestan dolor.
Aunque lo dicho parece un asunto lógico, lo cierto es que a veces no lo es, ni
siquiera para los médicos. Para la muestra está que
El asunto es tan serio que incluso hay profesionales que siguen creyendo que,
entre más pequeños, los niños toleran más el dolor.
Si lo tiene, trátelo
Lo peor del asunto es que no sólo se asume que los analgésicos pueden causarles
mayores efectos adversos a los pequeños, sino que éstos son más susceptibles a
adquirir adicciones por fármacos. No es raro que ambas creencias desemboquen en
el no tratamiento de estas dolencias.
Lo curioso es que la evidencia científica que contradice esta posición es cada
vez más grande, como acaba de quedar demostrado en el XIII Congreso Mundial del
Dolor, celebrado en Montreal (Canadá).
Patricia Abella, directora de
El
dolor se siente desde el vientre materno
Desde
la séptima semana de gestación aparecen receptores del dolor alrededor de la
boca.
A las 20 semanas hay receptores de este tipo por toda la piel.
A las 24 semanas ya existen conexiones del dolor a nivel cerebral.
A las 30 semanas dichas vías de dolor ya tienen conexiones entre el cerebro y
la médula espinal.
Al finalizar el tercer trimestre el niño cuenta con todas las conexiones
necesarias para identificar y transmitir las señales dolorosas.
Según Germán Ochoa, miembro del consejo de
Cómo
saber si un bebé tiene dolor
Fíjese
siempre en:
Un llanto que los padres no logran calmar con nada.
Un aumento o una disminución del movimiento.
Cambios en la expresión facial.
Hay movimiento anticipatorio, es decir, el bebé trata de retirarse antes de que
lo toquen. En consulta, grita o hace muecas cuando lo tocan.
No come.
Si son niños de entre tres y siete años hay que preguntarles y tratar de ubicar
el origen y naturaleza del dolor. Se puede recurrir a escalas con caritas o
dibujos.
En los escolares, además de preguntarles se les pueden dar escalas de
intensidad (duele poquito o mucho).
¿Qué recursos hay para tratarlos?
Existen métodos no farmacológicos y farmacológicos para el manejo del dolor en
los niños.
Entre los primeros se cuentan la fisioterapia, los masajes, los ejercicios
dirigidos, el uso de corrientes y de calor y frío. En niños sometidos a
procedimientos dolorosos breves debe procurarse algún tipo de sedación.
Entre los segundos clasifica el uso de los mismos analgésicos que se prescriben
a los adultos; eso sí, el médico debe ajustar las dosis de acuerdo con el peso,
la función renal y el tipo de dolor. Se pueden usar desde las aspirinas hasta
la morfina, sin ningún temor. Todo niño con dolor debe recibir monitoreo y
seguimiento para identificar cambios y tratarlos.
REDACCIÓN
SALUD