“En seguridad, en Cali cada uno trabaja por su lado”

María Isabel Gutiérrez lleva quince años analizando la violencia en Cali, una de las capitales más violentas del mundo. Como directora de Cisalva, el instituto de la Universidad del Valle que investiga y evalúa estos temas, conoce de primera mano los problemas de esta ciudad, golpeada por el narcotráfico, las pandillas, la inseguridad, pero sobre todo por “la desintegración de las instituciones y la politiquería”.

Aunque pocas veces habla ante los medios de comunicación, pues prefiere mantener un perfil bajo, esta médica, experta en epidemiología de la violencia, concedió una entrevista en la que reflexionó sobre la violencia en Cali, justo en el momento en el que desde la Alcaldía se declara una alerta naranja por la ola de asesinatos.

Cisalva nació hace quince años en una de las épocas de violencia más fuertes de la ciudad y tanto tiempo después siguen los crímenes, la inseguridad...
Desafortunadamente por los momentos políticos que hemos vivido en la ciudad en estos quince años, aunque la seguridad es el problema más importante de Cali, es al que se le ha puesto menos atención. No ha habido una coherencia política.

¿Por qué Bogotá logró disminuir homicidios e inseguridad y nosotros seguimos siendo una de las capitales más violentas de Colombia?

Antanas Mockus empezó a trabajar por la seguridad y esa coherencia con la ciudadanía la siguieron los otros alcaldes. Fueron doce años de continuidad. En Cali no ha habido continuidad y los arreglos políticos son los que no han logrado que haya coherencia.

Se podría decir que influye la baja inversión en seguridad.

Para mí la plata en últimas no es fundamental. Nosotros evaluamos los nueve proyectos que se hicieron con el dinero del empréstito del BID (en la administración pasada). De los nueve programas de seguridad y convivencia, sólo hubo uno que tuvo impacto. Para los proyectos de inversión social se debe saber a quién se contrata, muchas veces por lo político se contratan personas no idóneas.

¿Cali sí ha invertido en seguridad, pero lo ha hecho mal?

Ha invertido mucho, pero más que calificarla de mala, el problema es que ha habido una selección para los operadores poco técnica. Se hacen proyectos, del orden de $500 millones o más, se acaba éste y hasta allí llegó el tema. No le hacen seguimiento, no podemos construir si siempre empezamos desde cero, no hay una trayectoria comprendida para poder continuar. Cada vez que llega una administración nueva se desconoce lo que se ha hecho anteriormente. Cuando no hay continuidad no hay ningún beneficio acumulado.
En estos quince años hemos avanzado en el hecho de utilizar la información para la evaluación de acciones y la toma de decisiones. Eso ha generado una marca importante, al utilizarse los datos de buena calidad para saber qué está pasando.

¿Cuál es su diagnóstico de la violencia, se da por pandillas , narcotráfico...?

Para mí es desintegración, en todas partes del mundo existen pandillas, narcos, pero la gente que trabajaba en la seguridad en Cali tiene un problema de desintegración, cada uno trabaja por su lado. Al hacer los planes de seguridad para ocho comunas nos encontramos que hay secretarías de la Alcaldía que hacen los mismos proyectos con inversiones diferentes y ni siquiera se conocen. Cada cual quiere ser protagonista en su área, cuando no hay una cohesión o una dirección de ciudad no vamos a tener resultados.

Hemos demostrado con ejercicios que se han hecho, lastimosamente no en Cali sino en otras ciudades, que cuando se trabaja en equipo con un liderazgo compartido, se generan resultados en reducción hasta de un 47% en homicidios en un año.

¿Hay problemas de liderazgo desde la Alcaldía?

Son de protagonismo, cada cual quiere hacer las cosas por su lado. El problema es integración, articulación.

El Concejo critica a la Alcaldía y pide la renuncia de la Secretaria de Gobierno. Se dice que esta funcionaria no se habla con el Alcalde...

Desafortunadamente la seguridad en Cali en lo que más invierte es en quién me cae bien, cuál es el rumor, por qué el Concejo no está de acuerdo con lo que dice la Alcaldía y viceversa, nadie piensa en los ciudadanos. Todo el mundo está protegiendo sus imágenes y mirando el mejor provecho que puede sacar, pero nadie piensa en Cali.
Cisalva tiene la posición de que no se debe modificar la norma de la Ley Zanahoria en Cali. Hay datos que muestran que durante épocas de esa aplicación hay una disminución de los homicidios, en la franja de las 2:00 a las 4 a.m. en un 38%.

Hablaba del proyecto de ocho comunas, ¿qué resultados arrojó?

Es un proyecto que contrató la Secretaría de Gobierno para generar unos planes de seguridad de aquí al 2011, con base en el concepto de comunidades seguras, que quiere decir trabajar entre Gobierno, entes de seguridad y comunidad. Pasamos el proyecto hace dos semanas a la Secretaría, que invirtió $150 millones.

No quiero ser grosera con el señor Alcalde, pero si yo fuera él o la Secretaria de Gobierno, en estos momentos de crisis en la seguridad, tomaría esos planes como una reivindicación con mi ciudad a ver si se logra hacer algo. Esto fue hecho con la Policía, con las secretarías y con todas las otras entidades de la sociedad civil. Ya está el trabajo hecho, ¿por qué no lo echamos a rodar, en vez de seguir perdiendo tiempo? Pero el proyecto está allí como todo en nuestras administraciones.

¿Cuáles eran los principales problemas que encontraron?

En Aguablanca, todo el tema de violencia en jóvenes, enfatizado por la parte de homicidios, pandillas y disponibilidad de armas; en el caso de la Comuna 2 está la parte de tráfico y de hurtos. En la ladera, además de la parte de violencia, está la ubicación de invasiones.
También está el problema del binomio alcohol y armas o alcohol y transporte.

Hay una polémica por la delincuencia juvenil, en la que se pide bajar la edad de imputabilidad, ¿sería una solución?

El problema es que cuando pasan las cosas se genera la polémica, pasa el tiempo y se olvida. En el tema de bajar la edad, hacerlo sin una interacción clara con la justicia no va a solucionarlo. Lo que está pasando es algo estructural, que van desde nuestra justicia, si uno comete un delito contra la sociedad tiene que pagarlo, pero nos hemos vuelto muy garantistas, los policías están amarrados de manos.