Editorial: Se quedó corto el POS

Si algo cualifica la relación de los colombianos con su sistema de salud son los beneficios a los que tienen derecho, materializados en lo que genéricamente se conoce como el Plan Obligatorio de Salud (POS).

Prácticamente desde sus inicios, este listado de procedimientos, medicamentos e insumos, que nació con la Ley 100 de 1993, ha sido calificado de insuficiente y desactualizado por usuarios y agentes del sector. No les ha faltado razón. Al hecho de que fue diseñado a partir de listados ya existentes y no con base en estudios pertinentes de morbimortalidad hay que sumar que sus actualizaciones se limitaron a inclusiones con cuentagotas. Al final, estas no impidieron que, en muchos aspectos, el plan quedara obsoleto.

Por fuera de él se acumuló una enorme cantidad de servicios que los pacientes empezaron a pedir a sus EPS a través de tutelas y de sus comités técnico-científicos y cuyos multimillonarios recobros se convirtieron en uno de los talones de Aquiles del sistema. Se estima que el Fosyga gira por dicho concepto más de 2 billones de pesos cada año.

El problema llegó a ser de tal tamaño que la Corte Constitucional, en su sentencia T-760 del 2008, y la Ley 1438 de enero del 2010 conminaron a la Comisión de Regulación en Salud (Cres) para que asumiera la dura labor de actualizar el listado. A lo largo del último año, los comisionados tuvieron que definir qué servicios necesitan los colombianos y recomponer el POS con base en la referida información y en el hecho de que los recursos son limitados.

Los ciudadanos y todos los actores del sistema han cifrado sus esperanzas en dicho proceso; los primeros esperan que se traduzca en mejores servicios de salud, y los segundos (entre ellos médicos, hospitales y EPS), en la eliminación de tajo de problemas que han profundizado la crisis.

Por eso llaman la atención las críticas lanzadas de antemano por la mayoría de los representantes del sector que tuvieron acceso al articulado preliminar durante la socialización hecha por la Cres.
Los más generosos aseguran que todavía se queda corto frente a las necesidades en salud de la gente; otros lo tildan de remiendo, y los lapidarios piden que el POS deje de ser el núcleo del derecho a la salud.

Es curioso que el plan de la Cres, que se dará a conocer el martes próximo, no se ajuste a la propuesta recientemente lanzada por el presidente Juan Manuel Santos: que la atención de una persona no se vea limitada al contenido de una lista, sino que reciba lo que necesita para recuperarse. Tampoco armoniza con el anuncio de un nuevo plan de beneficios basado en patologías, en el que está trabajando el Ministerio de Salud y que estaría listo en julio del 2012.

Lo que hasta ahora se sabe es que el listado de la Comisión incluirá más de 350 nuevas tecnologías en salud, aportará mecanismos para defender a los pacientes, y herramientas conceptuales para abolir las zonas grises y acercarse a los tratamientos integrales, sobre todo para los niños y los adultos mayores. Para ser justos, hoy se puede decir que el nuevo POS es un poco más amplio que el anterior, pero, frente a las necesidades en salud de la gente, todavía tiene varias tallas menos.

Ante esa realidad, todos los actores del sector deben asumir responsabilidades: los médicos, que deben autorregularse; los hospitales, que tienen que esforzarse por evitar la inducción de demanda, y las EPS, que están en mora de asumir su papel de gestoras del riesgo.

Resta esperar que, además, construyan en forma concertada un verdadero plan de beneficios, ahora sí soportado técnicamente y que tenga como objetivo la atención con calidad de los afiliados.

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