Antiguas enfermeras del hospital San Juan de Dios son ahora guías en recorrido por el lugar

Foto: Fotos: Felipe Caicedo / EL TIEMPO

La enfermera Janeth Damián, durante el recorrido. Ella y cuatro enfermeras les muestran el hermoso y derrumbado sitio a los visitantes.

El último domingo de cada mes, de manera gratuita, el hospital abre sus puertas en el marco del programa 'Siga, esta es su casa', que promueven la Secretaría de Cultura y el Instituto de Patrimonio.

Margarita Castro, Janeth Damián, Inés Ronderos, María Antonia Castañeda y Rosalba Wilches se visten de blanco, se ajustan la toca y luciendo el carné en su cuello, encabezan la fila que forman los ávidos visitantes que preguntan qué fue lo que sumió al hospital en una honda depresión.

Durante el trayecto se ven edificios sumidos en el olvido, habitaciones vacías sin pacientes que cuidar, laboratorios a la espera de estudiantes de medicina, cuartos de lavandería sin ropa para lavar y una ambulancia que espera encender la sirena.

"Allí quedaba el pabellón Rufino José Cuervo, al que llegaban los infectados, y de este lado, las caballerizas que auxiliaban a las carrozas fúnebres", dice Janeth Damián, la enferma jefe, con pasos firmes y memoria prodigiosa.

El viaje continúa. Más de 400 años de historia salen por la boca de Janeth, señalando las columnas de cemento que aún parecen conservar las voces de los pacientes que le dieron vida a este sitio, declarado Patrimonio Nacional.

"A este lado pueden ver el edificio de enfermedades tropicales, cuna de investigaciones de flora y fauna de un grupo de científicos, en el que participó José Celestino Mutis", asevera la mujer.

La torre hospitalaria, la morgue y los laboratorios Santiago Samper, en los que funcionaba el banco de ojos, aún se conservan, pero están en cuarentena.

La capilla (construida en la década de 1920), que es la única estructura a la que todavía se puede entrar, sigue siendo refugio de los actuales empleados que guardan la fe de que el San Juan vuelva a ser un monumento vivo.

El hospital cuenta con el único palacete de estilo francés que tiene Bogotá, construido por el arquitecto Gastón Lelarge, donde sobresale la invaluable obra de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos que representa a San Juan.

Otra imponente edificación es el Instituto de Inmunología, donde se creó la famosa vacuna de la malaria, a cargo de Manuel Elkin Patarroyo.

"Detrás de la unidad psiquiátrica quedaba el convento de las Hermanas de la Presentación, que en 1940 pasó a ser un centro de educación en salud", agrega la guía, con precisión histórica.

Al final Janeth toma una pausa, mira a sus compañeras, también vestidas de blanco, y sin más palabras dice que así como el San Juan está profundamente dormido, ella también lo está. "Sueño con despertarlo para que vuelva a ser un refugio para la investigación y el servicio".

"Queremos que la gente venga, conozca la historia y se sensibilice. Yo sé que si nos unimos todos podemos lograr salvar el hospital San Juan", dice.

Recolector de besos

Rodrigo Hoyos es carpintero. Al igual que las enfermeras aportan su granito de arena para salvar al hospital, él también tiene su estrategia: todos los días sale a la calle a pedirle besos a las personas.

Les pasa un labial rojo o morado -para que se pinten los labios- y besen un papel que debe entregar al Senado antes del 26 de abril y que servirá como propuesta simbólica para acompañar la acción
popular que busca la reapertura del hospital.

"Son 200 mil besos los que tengo que reunir, solo así sabremos si ganaremos la acción popular", cuenta este hombre que dice sentir el corazón partido cuando asoma la cabeza por los barrotes y ve ese imperio vuelto trizas.

Este domingo 22 de febrero desde las 10 a.m. hasta las 4 p.m. el hospital, carrera 10a. calle 1a. le abre sus puertas de manera gratuita.

KATYA CHAMIÉ
REDACTORA EL TIEMPO ZONA