Salud Por La Reforma

Washington Desde donde se le mire, la reforma de la salud que aprobó el Congreso estadounidense el domingo de la semana pasada tiene desde ya un lugar asegurado en la historia. Se trata, dicen los expertos, de una de las iniciativas legislativas más ambiciosas y revolucionarias de los últimos 100 años y solo comparable a la creación del Seguro Social en 1935 y el nacimiento de los Derechos Civiles en 1964.

Si bien está lejos de ser perfecta, una vez se implemente E.U. podrá decir con cierto orgullo que el 95 por ciento de su población cuenta con cubrimiento de salud y que las poblaciones más vulnerables -niños, pobres y ancianos- están debidamente protegidos. Fue, además, un éxito redondo para Barack Obama, pues otros siete presidentes antes que él lo habían intentado, siempre estrellándose contra una pared. Y aunque costará casi 950.000 millones de dólares, se calcula que terminará siendo un ahorro, pues reducirá el déficit fiscal en más 1 billón de dólares en las próximas dos décadas.

En su proceso de aprobación, sin embargo, el país quedó partido en dos. Esta semana sus detractores recurrieron a la violencia en algunos casos, y a las demandas legales en otros, para tratar de descarrilarla.

Y es incierto, también, cuál será el costo político, que se mediará en las elecciones para Congreso que se realizarán en noviembre de este año.

¿Qué hace? En los próximos diez años, 32 millones de estadounidenses, hoy sin seguro médico, quedarían cobijados gracias a la reforma. Si bien no se incluyó la llamada “opción pública” -empresa aseguradora del Estado para hacerles competencia a las privadas- a partir del 2014 entrarán al mercado nuevas empresas de seguros o exchanges que podrán combinar recursos para ofrecer a los estadounidenses diversas opciones de pólizas a precios más asequibles que en la actualidad, lo cual –dicen los que le tienen fe– generará competencia en un sector que hasta ahora se ha manejado como un monopolio.

En cuatro años, además, todo estadounidense tendrá que comprar una póliza o pagar una multa de 700 dólares.

Hoy por hoy, las empresas de salud suelen poner un límite máximo de cubrimiento a lo largo de la vida de un asegurado que oscila entre 1 y 5 millones de dólares. La reforma elimina ese máximo. Es decir, el cubrimiento será ilimitado.

A las compañías aseguradoras se les prohibirá negar cubrimiento basado en la preexistencia de alguna enfermedad. Tampoco podrán cobrar más a las personas solo por su historial médico o sexo ni cancelar las pólizas de individuos que se han enfermado.

Para los más pobres se crea un nuevo subsidio que ayudará a pagar los costos de salud y de un seguro y se elimina una cláusula que hoy pone un límite máximo a la cantidad de medicinas a las que pueden acceder los jubilados.

Otro concepto novedoso es que se extiende a 26 años la edad a la cual los jóvenes salen de la póliza de sus padres (hoy es a los 18) y a las pequeñas empresas con menos de 25 empleados se les dará un subsidio del 35 por ciento de sus costos de salud para que puedan ofrecer seguro a sus empleados.

Y las que tengan más de 50 empleados y no ofrezcan un seguro, enfrentarán una multa de 2.000 dólares por empleado si se rehúsan a proporcionarlo.

Las pólizas tendrán que incluir servicio de medicina preventiva, como inmunizaciones, a recién nacidos, niños y adolescentes, sin costo adicional alguno, con la idea de bajar los costos a largo plazo.

Sus consecuencias políticas Obama, durante este primer año de gobierno, se la jugó toda por sacar adelante la reforma. Pero en el proceso, gran parte del público estadounidense le terminó dando la espalda a él y al establecimiento demócrata. La popularidad de Obama ha caído por debajo del 50 por ciento, de estar casi en 70 –en gran parte por empujar la reforma– y la reforma en sí la rechaza el 55 por ciento de la población.

Los republicanos han sacado provecho de este malestar y se perfilan como ganadores de cara a los comicios de noviembre, cuando estará en juego el control de Cámara y Senado, que hoy ostentan los republicanos. De allí que el Presidente esté en campaña. Esta semana anunció una serie de viajes por todo el país para ‘vender’ la reforma, pues la Casa Blanca cree que el malestar ha sido alimentado por mitos -que la reforma es socialista, por ejemplo-. Si no logra convencer, y pierde el Congreso a finales de año, su presidencia quedará marcada y hasta podría llegar muy debilitado para su reelección en el 2013.

El país polarizado Barack Obama ya puede pasar del “Sí podemos” al “Sí se pudo”, decía la senadora Dianne Feinstein en una columna publicada esta semana en el Washington Post, haciendo referencia al eslogan de la campaña que lo llevó a la Casa Blanca. Y si bien eso es cierto, en muchos sectores del país hay rabia, pues se empujó la reforma pese a que la mayoría no la quería. Prueba de ello, y lo serio que es el problema, se vio esta semana, cuando al menos 10 legisladores denunciaron amenazas de muerte en su contra. Los opositores han pasado de pancartas ofensivas a golpes y violencia. A varios congresistas los escupieron en la cara cuando salían del Capitolio En las oficinas de otros han roto vidrios y dejado insultos en paredes y contestadores automáticos. Las autoridades creen que muchos grupos extremistas han visto en la reforma un ‘llamado de guerra’ y temen lo peor.

Un país que solo el año pasado se enorgullecía de su primer presidente negro, se ha tornado en otro donde no hay ni gris ni espacio para las diferencias.

La oposición ya dejó claro que, además de las protestas en las calles y el bloqueo legislativo de todo lo que venga con apellido demócrata, usarán las cortes para tratar de frenar la reforma. Esta semana 13 estados del país anunciaron la presentación de demandas federales, pues alegan que se violó la Constitución.

Aunque les apuntan a diversos apartes de la reforma, el más serio es el que han elevado contra el seguro de salud obligatorio, que regirá a partir del 2014. Los demandantes sostienen que el Estado no puede obligar a un ciudadano a que compre un seguro ni amenazarlo con multa. A diferencia de la obligatoriedad en los seguros de los carros, donde la persona tiene la opción de no manejar si quiere evitarlo, el de la salud se impone solo por estar vivo.