Registro. Por: Gustavo Moreno.
Salud y dinero
Enero 28 de 2010
Los
mejores indicadores de bienestar de un pueblo son los relacionados con salud y
educación. Resumen el potencial productivo y la satisfacción de quien se siente
bien. En Colombia, como en toda Latinoamérica, hemos avanzado mucho en
cobertura en ambos servicios, pero la calidad de nuestra educación básica
todavía es deficiente. En contraste, la revolución en salud desde la expedición
de la Ley 100 en 1993 ha sido impresionante. Se han conjugado el avance
científico y el beneficio para todos, sin necesidad de brigadas cubanas. Ya es
muy poca la gente que con ironía se llama vinculado, que corresponde a los que
llegan a hospitales en busca de asistencia sin cobertura alguna.
Los triunfos sociales en salud son fruto de un proceso largo y con tropiezos:
politiquería en las instituciones prestadoras del sector público, insuficiente
gestión para la prevención en muchas entidades promotoras, y dilemas éticos
para los usuarios, quienes a veces piden cosas que no pedirían si las tuvieran
que pagar, aún si tuvieran mucho dinero. La razón: el costo se distribuye entre
toda la sociedad. Frente al reto de asegurar que el servicio sea sostenible preocupa
que la inversión en salud de Colombia como proporción del Producto Interno
Bruto ya es la más alta de Suramérica y las órdenes impartidas al Ejecutivo por
las sentencias de las altas cortes sobre alcance del Plan Obligatorio de Salud
conllevan más inversión en salud, mayores aportes en el largo plazo por parte
de los asalariados y mayor esfuerzo fiscal para sostener el llamado régimen
contributivo.
El reto de lograr eficiencia en gestión de salud es mundial. En Estados Unidos
el rediseño del plan de salud fue centro del debate legislativo en los últimos
meses. En Europa se discute hasta cuándo puede sostenerse el generoso régimen
de protección social que se disfruta con cargo a futuras generaciones. No hay
solución perfecta, pues la ciencia puede prolongar la vida, sin que ello sea
fuente de alegría, con un costo inmenso. A medida que la población envejece el
reto de producir para sostener se vuelve más complejo. En el mundo que se
avecina el aporte creativo a los procesos productivos será de los más lúcidos y
sus frutos se irrigarán a todos mediante diversos mecanismos, pero no habrá
correlación clara entre aporte y beneficio. En medio de la confusión, la
defensa del ideal de libertad depende de la promoción del conocimiento. En el
caso de Colombia, es importante poner límite al esfuerzo de financiar la salud
y así asegurar recursos para la mejora en la calidad de la educación. La idea
de construir futuro a expensas del presente no es muy popular, pero en un país
pobre, como el nuestro, debería haber claridad en las prioridades del momento.
¿Habrá disposición en los dirigentes políticos para obrar con la razón?