La salud de Colombia

Por: GUILLERMO PERRY | 7:48 p.m. | 13 de Octubre del 2012

Guillermo Perry

El Gobierno ha decidido enfrentar los tres problemas que han hecho financieramente inviable el sistema de salud. Hay que apoyarlo.

 

Cuando se pregunta a un ciudadano quŽ es lo que m‡s importa para su bienestar, la mayor’a responde: salud, empleo y seguridad. Sin salud, de poco vale lo dem‡s. Por eso, la crisis del sistema colombiano de salud es tan preocupante y socialmente explosiva. Y por eso hay que aplaudir que finalmente el Gobierno haya decidido enfrentar los tres problemas de fondo que han hecho inviable el sistema actual.

Dos de ellos se originaron en la Ley 100 de 1993. El primero fue pretender que se financiara tanto el seguro de salud contributivo como el subsidiado con grav‡menes al empleo formal. Los autores de la ley creyeron que, cuando se lograra la cobertura universal y se equipararan los dos reg’menes, dos terceras partes de los trabajadores (los formales) estar’an contribuyendo por ellos y por los subsidiados (los informales). Con este supuesto, fijaron las contribuciones para equilibrar financieramente el sistema. Pero, Áoh sorpresa!: hoy solo algo m‡s de una tercera parte de los trabajadores est‡ contribuyendo y casi dos tercios est‡n en el rŽgimen subsidiado y en la informalidad. Esta es la primera raz—n de la crisis financiera del sistema.

El seguro de salud se convirti—, junto con los parafiscales, en el mayor est’mulo a la informalidad: mucho trabajador se niega a formalizarse porque "pierde el SisbŽn" y tendr’a que contribuir. Como la serpiente que se devora por la cola, el seguro financiado con grav‡menes al empleo formal acab— comiŽndose a s’ mismo. La actual propuesta de reforma tributaria arreglar’a definitivamente este problema.

El segundo problema consisti— en entregar a municipios peque–os el manejo del rŽgimen subsidiado. Un seguro puede funcionar bien cuando cubre a mucha gente sujeta a riesgos muy diferentes de salud, lo que no sucede en el ‡mbito reducido de una localidad. Peor aśn, en muchas de ellas los pol’ticos locales se apropiaron de los recursos girados desde el Gobierno Nacional para la salud, los usaron en forma clientelista, se los robaron o los entregaron a los paramilitares. Hubo un verdadero atraco contra la salud de los colombianos en muchas regiones.

La Superintendencia de Salud no intervino para arreglar estos y otros problemas porque su manejo se le entreg— tambiŽn al clientelismo pol’tico. El ministro Gaviria ha dicho que se jugar‡ su cabeza para frenar este asalto a la salud y que propondr‡ al Congreso cambiar la administraci—n del seguro hoy unificado. Para comenzar, nombr— a un excelente Superintendente.

El tercer problema corri— por cuenta de las buenas intenciones de la Corte Constitucional. Esta consider— que el sistema de aseguramiento en salud establecido en 1993 era constitucional. Pero despuŽs decidi— desconocer la esencia de cualquier sistema de aseguramiento. Sucede que un seguro cubre muchos riesgos -el llamado Plan Obligatorio de Salud o POS-, pero no todos -los llamados servicios no POS-. La Corte resolvi— que la salud era un derecho fundamental de inmediato cumplimiento y, por tanto, que todo tratamiento, por costoso que fuera -y as’ no estuviera asegurado-, Áten’a que ser pagado por el seguro! Es como si el lector toma un seguro contra robos pero su casa se incendia y, aunque no estaba asegurado contra incendios, la Corte obliga al seguro a pagarle. Colombia no tiene c—mo pagar cualquier tratamiento a todos sus ciudadanos. Esto no pasa ni en los pa’ses m‡s ricos.

Cuando la Corte comprendi— el desangre financiero que hab’a propiciado con los recobros no POS, acept— que el derecho a la salud puede limitarse, pero solo a travŽs de una ley estatutaria. El ministro Gaviria anunci— que la presentar‡. El tr‡mite de esta ley ser‡ muy dif’cil en el Congreso y ante la opini—n, pero sin ella no se podr‡ evitar la crisis financiera del sistema de salud a largo plazo.

Hay otros problemas (costo de medicamentos, funcionamiento de algunas EPS), pero se termin— el espacio.

Guillermo Perry