Una moderna construcción de $1600 millones reemplazará desde este
viernes la antigua área de Urgencias, una buena noticia que se convierte en un
respiro para el hospital.
Mientras el Gobernador, el director del hospital y
otras personalidades rondan cerca, Narcisa, una auxiliar de enfermería, mira
con ilusión el recinto a su alrededor: una sala más blanca que la leche pura,
en la cual hay una larga fila de cortinas que cuelgan del techo.
Aunque el sitio no está aún poblado, la mujer,
quien trabaja en el Hospital Universitario del Valle desde hace 14 años, parece
que visualiza en su cabeza a los pacientes que recibirá la nueva sala de
Urgencias del hospital, que fue inaugurada este jueves.
Se trata de un área totalmente renovada: con dos
salas de medicina interna para mujeres y dos para hombres, además de otras dos
para cirugía. Con un total de 24 baños para pacientes y una ducha en cada una.
“Ahora sí vamos a atender a los pacientes
dignamente”, dice la mujer, de tez color ébano y cabello rubio,
al tiempo que comenta lo que no es un secreto para nadie: con la sala antigua
no podían atender a todos los pacientes; los tenían que ubicar en los pasillos
y a veces hasta en el suelo. En ocasiones llegaban tantos enfermos, que incluso
morían antes de recibir atención porque no daban abasto.
Eso es cosa del pasado. Al menos ese es el objetivo
de esta nueva construcción, que tiene espacio para 106 camillas, mientras que
la antigua solo podía alojar 90. Un lugar que, como lo dijo el gobernador Ubéimar Delgado, ahora sí dará a los pacientes la dignidad
que merecen, en una unidad en la que permanentemente hay unos cien pacientes en
simultánea.
Porque más allá del hacinamiento, la antigua
atención en urgencias se daba en una sala general, en la que hombres y mujeres
estaban revueltos. En la que solo había un baño para los cien pacientes y en la
que se miraban cara a cara unos a otros, incluso cuando los limpiaban o les
hacían procedimientos.
El mismo director de la casa de salud, Jaime
Rubiano, y quien lleva cuarenta años en la institución, recuerda esto.
Con las manos dentro de los bolsillos de su bata de
médico, relata que esta siempre fue el área más deprimida del hospital. “El
cambio es de 180 grados. Estamos construyendo el hospital que soñamos”.
Tan solo la obra, menciona, costó $1600 millones,
que se costearon con los recursos propios de la estampilla prohospitales.
Y para la dotación de la sala, la Nación dio otros $1000 millones. “Aunque, le
quiero decir que eso no alcanza, pero lo importante es que ya dimos el paso más
grande”, apunta.
Los pacientes podrán disfrutar de la sala hoy
mismo, aunque aún faltan equipos, los mismos llegarán en los próximos días a la
institución.
“Esto ya es mucho decir”, piensa Narcisa, quien es
además la reina del HUV, elegida por sus compañeros. Mirando las paredes
impecables, hace el juramento de que en un mes, “si usted quiere volver, va a
ver que todo va a estar intacto. No vamos a dejar que nadie dañe esto que
tenemos ahora”.
Porque no solo los pacientes se van a beneficiar
ahora. Además de las comodidades para los enfermos, los médicos ahora tienen su
propio espacio para cambiarse, descansar y guardar sus cosas. Narcisa dice que
“es que antes hasta nos robaban porque no teníamos dónde guardar nuestras
pertenencias”.
El director de Urgencias del HUV, Luis Fernando
Pino, explica que lo más importante de esto es que, como este es el único
hospital de tercer nivel en la región que tiene atención de urgencias las 24
horas, ahora los médicos no tienen que desplazarse fuera y pueden estar 100 % pendientes
de los internos.
Las esperanzas de todos, ahora, están puestas en un
solo objetivo: rescatar una institución que hasta hace poco parecía morir y
ahora tiene un respiro.