Remedios que sirven para mantener la calma en momentos de crisis

 

Las claves para sobrellevar las cargas que estas imponen no vienen en pastillas.

"El palo no está para cucharas". Esta frase, que la gente usa para referirse a condiciones adversas y poco propicias, se oye últimamente con mucha frecuencia.

Deudas, impuestos, desempleo, inconformidad social, paros, malas noticias y hasta problemas personales, que no faltan, crean una sensación de incertidumbre, de agobio y de inestabilidad emocional que, colectivamente, generan desasosiego y desesperanza.

Aunque el organismo tiende a adaptarse, si tiene la sensación de que las paredes se cierran sobre usted y no encuentra una salida, parta del principio de que eso no es normal y que hay que hacer un alto. Empiece por leer y aplicar estas recomendaciones que le ayudarán a afrontar la situación.

Enfóquese en el hoy

En momentos así, la mente suele llenarse de nostalgias del pasado e incertidumbres del futuro, lo que contribuye a que esta construya escenarios caóticos. Antes de preocuparse más por lo que puede pasar y no por lo que realmente ocurre, haga que su mente se ubique en el presente. Eso le dará claridad y le ayudará a priorizar cosas. Deje el pesimismo y actúe. Cumpla con sus tareas de ahora sin detenerse a pensar qué pasará con el futuro.

Respire

Cuando se presenta mayor tensión busque un lugar tranquilo, cierre los ojos, respire profundamente; inhale y exhale despacio y de manera consciente. Hágalo mínimo por un minuto. El objetivo es aumentar un poco el CO2 en el cuerpo, lo que hace que los vasos sanguíneos, sobre todo los cerebrales, se dilaten; de este modo llegará más sangre al cerebro, lo que hará que reaccione de manera más efectiva ante las situaciones. Eso produce tranquilidad.

Distraiga el cerebro

En situaciones de tensión, el cerebro es unidireccional y tiende a enfocarse en los problemas. Para distraerlo hay que sacar de su corteza ese pensamiento, y nada mejor que con movimientos que normalmente usted no ejecuta: por ejemplo, trate de caminar en una sola línea o hacia atrás, haga equilibrio en una sola pierna o escriba con la mano contraria por unos minutos.

Apártese un poco

No se trata de huir de los problemas, sino de alejarse un poco para no agrandarlos. Deje de hablar de ellos así sea por un día, mantenga a raya a las personas que se los recuerdan y ponga en marcha actividades que lo ubiquen en escenarios distintos. Lea, vaya a cine, oiga radio (no noticias)... Usted elige.

Sea realista

Cuando retome los problemas, siéntese en un lugar tranquilo y sereno y reflexione. Sea honesto con usted mismo y determine si los líos que lo agobian tienen solución. Si la tiene, revise si depende de usted y actúe de manera decidida. Si no la tiene y tampoco depende de usted, nada logra angustiándose. Si lo piensa bien, es probable que el problema ni siquiera sea suyo.

Ejercicio, ayuda infalible

Ejercitarse logra que el cerebro se distraiga y que el cuerpo produzca sustancias que tranquilizan. Hágalo así: saque 40 minutos y empiece a caminar sin agitarse; aumente poco a poco hasta trotar en forma continua. La señal de que lo hace bien es que puede hablar con la persona que tiene al lado, sin ahogarse. Hágalo cinco veces por semana. También puede nadar, montar en bicicleta, patinar o bailar.

Si está muy presionado, ensaye la meditación

Vicenç Alujas, psicólogo y magíster en desarrollo personal y liderazgo de la U. de Barcelona, propone el método de la Meditación Inmediata para reducir tensiones.

Cada día, al levantarse y al acostarse, haga lo siguiente en un cuarto cerrado, por cinco minutos, al levantarse y al acostarse. Si no tiene ese tiempo, dedique un minuto cada hora, en los instantes de más tensión.
Siéntese con la espalda recta, los pies tocando el suelo y la cabeza erguida pero no tensa. Cierre los ojos y sonría. Ponga los brazos sobre las piernas, acerque una mano a la otra y toque las puntas de los dedos. Pegue la lengua al paladar y con la punta roce los dientes. Respire profundo y siga mentalmente el recorrido del aire en su cuerpo. Al final, abra los ojos y no se ponga de pie de inmediato.

Por último. Nada de esto no le solucionará los problemas, pero le dará un respiro para actuar mejor.

 

El ejercicio es una ayuda infalible

Ejercitarse logra que el cerebro se distraiga y que el cuerpo produzca sustancias que tranquilizan. Hágalo así: saque 40 minutos y empiece a caminar sin agitarse; aumente poco a poco hasta trotar en forma continua. La señal de que lo hace bien es que puede hablar con la persona que tiene al lado, sin ahogarse. Hágalo cinco veces por semana. También puede nadar, montar en bicicleta, patinar o bailar.

CARLOS F. FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO
CON EFE