Reducir el riesgo en el trabajo es el gran reto

Por: TATIANA LIZARAZO CORREA |

 

Gobierno lidera plan para contrarrestar los efectos de algunos químicos en los empleados.

El cáncer ocupacional afecta principalmente la piel y el sistema respiratorio, por el contacto e inhalación de vapores producidos por agentes como el arsénico, el níquel y el asbesto, los cuales están presentes sobre todo en empresas que se dedican a la fundición, la agricultura, la producción de cemento y las petroquímicas. (Lea: Que su vida no se convierta en un cáncer).

También son frecuentes los cánceres de próstata, cavidad nasal y de la sangre, que son producidos por químicos como el benceno, el cadmio y el formaldehído. (Lea: A 'escuchar' esos síntomas de alarma).

Sin embargo, resulta complejo determinar si el origen de la patología es por la actividad laboral, ya que “desde el momento de la primera exposición hasta que se presenta la enfermedad pueden pasar hasta 15 años”, indica Leonardo Briceño, gerente del departamento de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario. Esto significa entonces, que no en pocos casos se detecta cuando la persona ya no está expuesta o cuando ya se ha pensionado.

Otro inconveniente es que los síntomas son similares a los cánceres que no son ocupacionales; la distinción se hace considerando el factor de riesgo al cual estuvo expuesto el paciente.

De todas maneras, según el Ministerio de Salud y Protección Social, de 5 a 10 por ciento de los casos de cáncer tienen que ver con factores ambientales, entre ellos, agentes de origen industrial como asbesto, benceno, formaldehído, arsénico y otros.

Así, cuando el origen es la exposición a estos elementos dentro del ámbito laboral se habla de cáncer ocupacional, “que es el mismo cáncer de pulmón, piel, leucemia; la diferencia radica en que este es de origen profesional”, indica María Teresa Espinosa, directora de la especialización de salud ocupacional de la Universidad El Bosque.

La leucemia, por ejemplo, cualquiera que sea su origen, se manifiesta con cambios hematológicos, es decir “que se presentan alteraciones en la cantidad de glóbulos blancos y en la forma de las células sanguíneas”, dice Briceño.

En el caso del cáncer de piel, pueden aparecer cambios en la coloración de la misma, síntomas de adormecimiento en una zona específica, ardor o picazón, que ocurren en los pacientes con este tipo de enfermedad, sin importar su origen.

En otros casos, nunca aparecen síntomas o se detecta cuando está en estado avanzado, como en el cáncer de pulmón. Sin embargo, dice Edwin Roberto González, especialista en seguridad industrial de la Universidad de La Sabana, “si presenta dificultad para respirar, tos constante o dolor toráxico, lo mejor es que consulte con el médico”.

En general, hay que tener en cuenta factores que inciden, como tipo de sustancia química, horas de exposición y las condiciones propias del trabajador.

Vigilancia permanente

Lo ideal es que las personas expuestas a agentes cancerígenos estén incluidas en un plan de medicina preventiva, que incluye exámenes de laboratorio. Estos se deben realizar antes de que inicie sus labores en la organización; después de un año, para identificar si hay cambios físicos, y en el retiro, para dejar constancia del estado de salida del empleado.

“Los análisis, que se deben hacer periódicamente, tienen que acompañarse de capacitaciones permanentes al personal, con el fin de que tenga conocimiento de los riesgos a los que están expuestos y sobre las medidas de control”, señala González, especialista en seguridad industrial.

TATIANA LIZARAZO CORREA
Redactora de EL TIEMPO