La idea de que las universidades públicas se vinculen más al mundo real, y
generen recursos propios no es nueva. Es su función de extensión a través de
consultorías, asesorías y transferencia de tecnología. Esas actividades
implican un acuerdo con el medio externo a la universidad, lo cual no quiere
decir que todas sean rentables. Existen algunas pocas áreas donde el
conocimiento que hay en la universidad en investigación aplicada, es atractivo
para el sector privado; pero el grueso de la investigación universitaria es en
investigación básica, en la cual ningún inversionista está interesado, y existe
presencia de la universidad en vastas áreas de las ciencias sociales y de la
salud que no le dejan mayores beneficios económicos, como, por ejemplo,
programas de educación popular o campañas preventivas en salud. En esos casos
la universidad cumple una función social, que es parte integral de su misión
como institución pública y al mismo tiempo fortalece su labor académica. Así
que es necesario distinguir entre generar recursos propios, que es un problema
financiero y relacionarse con el entorno, que es un asunto misional.
Las dos cosas, como tantas otras, las confunde el infortunado proyecto de
reforma de la educación superior, que es una mina inagotable de encontrones
entre criterios académicos y criterios de rentabilidad. Empezando porque si se
quiere que la investigación en las universidades públicas sea fuente de
recursos a través de alianzas con el sector privado, sólo las universidades públicas
más grandes que tienen algunos grupos consolidados de investigación en áreas de
interés para los inversionistas, tendrían posibilidad de acceder a esos
recursos. Pero el punto central es que la labor investigativa en el mundo
entero consiste en indagar libremente, de modo que eventualmente se llegue a un
resultado, o a un accidente afortunado. Existe la investigación pura, la
investigación aplicada que busca soluciones prácticas, y la innovación, que es
la transferencia de los resultados tangibles de la investigación al sector
productivo, resultados que pueden tardar o no producirse nunca. Es una labor
propia de los centros de investigación. En cambio, la investigación que se hace
en las universidades, y que abarca todos los campos del saber, tiene como fin
alimentar la docencia, crear a partir de ella una cascada de conocimientos que
baja desde los grupos de investigación al pregrado.
Es su razón de ser y si ocasionalmente puede beneficiarse de ella el sector
productivo, santo y bueno. Pero la prioridad de los profesores universitarios,
así sean excelentes investigadores, es enseñar; transferir los resultados de su
investigación a sus alumnos.
La propuesta de las alianzas público-privadas para financiar proyectos de
investigación parte de la base de que existe mucha investigación aplicada en
las universidades colombianas, lo cual no es cierto, aunque se ha venido
estimulando a través de los acuerdos universidad, Estado, empresa; y lleva a la
equivocación de suponer que esa alianza sería una fuente inexplorada de grandes
recursos. No es mucho más lo que el proyecto dice en materia de investigación,
lo cual confirma que falta en él una concepción de lo que debe ser la
universidad pública. Pero esconde en su texto el reproche de que las
universidades están de espaldas a la sociedad, entendida como el sector
productivo, cuando en realidad ha estado siempre comprometida con ella en su
conjunto y donde más se la ha necesitado.