Recomendaciones para aliviar el dolor, hinchazón y controlar los molestos callos en los pies

Los pies, que son el soporte del cuerpo, a menudo se afectan por problemas que pueden evitarse y tratarse. Aun así, la gente sólo consulta cuando la molestia incapacita.

Pocas personas se acuerdan de ellos. El desconocimiento llega a ser tan grande que problemas como la sudoración excesiva, mal olor o los callos, no se tratan porque se cree que son normales.

El farmacéutico y podólogo español Pablo Altozano, coordinador del Estudio Podosalud sobre Hábitos de Higiene y Cuidado Podal, señala que un porcentaje elevado de la población no se los lava correctamente, no sabe cortarse bien las uñas, reconoce que tiene o ha tenido hongos en alguna ocasión o asegura que no los protege en piscinas, gimnasios o sitios públicos.

El dolor, dado por el uso de calzado inadecuado, amerita un capítulo especial: hace algunos meses la revista Arthritis Care & Research recomendó a las mujeres no usar zapatos altos para prevenir problemas en los pies.

Cuídelos y revise sus zapatos

De acuerdo con la publicación, que divulgó un estudio sobre el tema llevado a cabo por científicos del Instituto de Investigación Geriátrica, el calzado que usan las mujeres, incluyendo los tacones altos y las sandalias sin soporte, puede causar dolores futuros en esta parte del cuerpo. De hecho, casi el 64 por ciento de las mujeres que dijeron sufrir estas molestias en algún momento de su vida, utilizaron ese tipo de calzado.

En cuanto a los hombres, la investigación no encontró una relación tan evidente entre el dolor y el uso de zapatos inadecuados, aunque quedó claro que tampoco cuidan sus pies.

Altozano recomienda lavarse los pies a diario con jabón neutro y secarse bien, especialmente entre los dedos; cortarse las uñas después del baño (hay que dejarlas rectas arriba y en los costados, para evitar que se encarnen) y extremar las precauciones en piscinas y duchas públicas con el uso de chanclas y toallas individuales.

Deshágase de los callos

Estas placas, que se generan en las áreas que soportan peso o presión, son un problema muy común que se puede prevenir o aliviar con la puesta en marcha de algunas medidas simples, que incluyen la elección del calzado adecuado y el no uso de tacones.

Como el aumento de fricción endurece la piel, lo recomendable es evitar los zapatos puntudos o apretados. También se aconseja separar los dedos con pedazos de espuma.

Si ya tiene callos, no los corte: el uso de cuchillas de afeitar, de tijeras o de otros instrumentos puede causar infecciones y daños peores. Lo ideal es dejarlos quietos, sobre todo si se es diabético o se tienen problemas de circulación.

Más bien trate de suavizarlos echando mano de la aspirina: pulverice cinco tabletas y mezcle el polvo con media cucharadita de agua y otra de jugo de limón.

Forme una pasta y aplíquela sobre el callo; envuelva la extremidad o el dedo en una bolsa de plástico y todo en una toalla caliente. Deje reposar durante 10 minutos. Luego desenvuelva y frote suavemente con una piedra pómez. La idea es repetir esta operación todas las noches, hasta que desaparezca.

También puede recurrir a la lana de oveja, que se consigue en mercados populares; ésta tiene lanolina, una grasa natural que humecta y suaviza la piel.

Envuelva con ella el callo y fíjelo con una curita suavemente y manténgala ahí por varios días (cámbiela cada dos). Luego frótelo con una piedra pómez.

Otra opción es remojar sus pies en agua de manzanilla tibia, por 15 minutos, al cabo de los cuales debe frotar las áreas afectadas con un estropajo nuevo. Los callos desaparecerán en forma progresiva, la piel se suavizará y prevendrá que estos reaparezcan.

Cómo aliviar el dolor

Eleve los pies formando un ángulo de 45 grados con respecto al cuerpo; mantenga esta posición por 20 minutos y mueva los dedos suavemente. Así se reduce la congestión, mejora la circulación y se remueven sustancias que pueden causar dolor.

El consejo de las abuelas de sumergir los pies en agua caliente funciona, mucho mejor si se alterna con agua más fría y se dan, al mismo tiempo, unos masajes. Estos baños de contraste mejoran la circulación. Evítelos si tiene diabetes o problemas de circulación.

Un masaje de vez en cuando activa la circulación, relaja los músculos, distiende los tendones y disminuye el dolor. Si no encuentra quién le ayude, hágalo usted mismo. Cubra todas las áreas del pie, oprima los dedos con delicadeza y haga movimientos circulares en las plantas con las yemas de los dedos. Frote el pulgar con fuerza en el arco del pie.

Envolver unos cubos de hielo en una toalla húmeda y aplicarla en los tobillos y pies por unos minutos ayuda a disminuir la inflamación del día y actúa como un leve anestésico. No lo haga si es diabético.

Quítese los zapatos, siéntese en una silla, haga círculos con ambos pies, diez veces en un sentido, diez veces en el otro. Dirija los dedos lo más bajo que pueda, luego apúntelos hacia arriba lo más alto que pueda. Hágalo diez veces. Ayúdese con la mano. Deslice el pie sobre una botella o una pelota por un par de minutos. Recoja lápices con los dedos de los pies.

No olvide ir al médico si el dolor empeora durante el día, si hay inflamación, si al levantarse no puede caminar y si hay ardor. Revise sus zapatos. La idea es que sean cómodos, no que lastimen.

CARLOS FRANCISCO FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO EL TIEMPO
* CON INFORMACIÓN DE EFE REPORTAJES