Al
presidente Juan Manuel Santos no le salió bien una de sus jugadas a tres bandas
con las que habitualmente sorprende. La semana pasada cambió al director de Colciencias, Carlos Fonseca, y logró así atender los
reclamos de un sector que no se sentía satisfecho con sus nueve meses de
gestión. P
or otro lado, contuvo un inminente fallo del Consejo de
Estado contra el gobierno por no haber cumplido la llamada Ley de Cuotas, al
escogerlo a él en vez de a una mujer.
Y
por último, apagó un conato de crisis con el Partido Verde al nombrar como
directora a Paula Marcela Arias, que llegó a Colciencias
con el aval de esa colectividad. Pero la jugada, así como fue efectiva en lo
político y lo jurídico, le salió cara al gobierno ante una opinión
pública que no entiende por qué han cambiado cuatro veces al director de esta
entidad.
Hace
un año más de 1.500 académicos e investigadores le expresaron su preocupación
al presidente Santos a través de cuatro cartas y le pedían que demostrara su
“voluntad política” para fortalecer a Colciencias.
Para Eduardo Posada, presidente de la Asociación Colombiana para el Avance de
la Ciencia, la crisis de Colciencias no le ha
permitido tener el liderazgo que ordena la ley que le dio casi rango
ministerial al convertirla en un departamento administrativo.
La
encrucijada de Colciencias va más allá de la
inestabilidad en su cabeza. Hay otros dos problemas. El primero es que se han
tenido que recortar programas por una reducción de presupuesto. El primer
director de la entidad en el gobierno Santos, Jaime Restrepo, pidió 590.000
millones de pesos para funcionar, pero solo le aprobaron 350.000, y además dejó
de recibir 60.000 millones que antes obtenía por otros convenios. Ese ajuste,
por ejemplo, afectó la financiación de doctorados en una cuarta parte.
El
segundo problema tiene que ver con el papel de Colciencias
en el órgano que se creó para asignar un presupuesto, que este año es de cerca
de 2 billones de pesos de regalías, a proyectos presentados por gobernaciones y
alcaldías, sobre temas relacionados con la ciencia. Se llaman los Ocad (Órganos Colegiados de Administración y Decisión) y
allí se maneja los recursos que son el combustible de la llamada locomotora de
la innovación.
En
teoría Colciencias era la llamada a liderar el manejo
y la decisión de estos proyectos. Pero la voz cantante en la práctica, y ese es
el problema, ha quedado en manos de Planeación Nacional y del Ministerio de
Hacienda que tienen prioridades distintas a las del fomento del conocimiento.
Con el riesgo adicional de que Colciencias esté
asumiendo un exceso de responsabilidades que pueden superar su capacidad, como
dice el profesor Moisés Wasserman.
Como
los Ocad son un modelo nuevo, todos los que
participan en ellos se han quedado cortos frente a su potencial. Las entidades
territoriales no han logrado consolidar suficientes proyectos de calidad. De
hecho el año pasado, de los 800.000 millones disponibles, solo se pudieron
asignar 500.000 millones en 80 proyectos.
Ese
déficit de creatividad o de iniciativa es ya de por sí un dato significativo
sobre la situación de la ciencia en el país. Este año se busca dar un gran
empujón, pero por ahora solo hay 150 proyectos, y en unas semanas se sabrá qué
tantos realmente clasifican.
Haber
escogido como nueva directora a Paula Arias tiene de bueno que ya conocía todo
el entramado de la entidad, dado que hasta la semana pasada era la
subdirectora.
Sus
credenciales si bien no muestran fortaleza en lo científico, generan confianza
en lo ejecutivo, según la comunidad afín a la entidad. “Siento que vamos a
tener un amplio respaldo porque el presidente quiere una apuesta a largo
plazo”, le dijo Arias a SEMANA. A un mes de que Juan Manuel Santos cumpla tres
años como presidente una de sus notas en rojo es la de la ciencia. Y está claro
que para que la innovación deje de ser la locomotora más rezagada de su
gobierno, Santos no solo dependerá de la nueva maquinista en Colciencias.