Hospital Universitario del Valle inauguró su nueva Unidad de Radioterapia

A través de estos equipos son supervisados los pacientes sometidos a sesiones de radioterapia en el Hospital Universitario del Valle.

Mientras al otro lado del mundo la amenaza de una catástrofe nuclear tiene en vilo a todo Japón, en el Hospital Universitario del Valle, HUV, hay personas beneficiándose de las aplicaciones “pacíficas” de las radiaciones.

Uno de ellos es Michael, un niño de 9 años, a quien hace dos semanas se le paralizó el lado izquierdo del cuerpo y perdió la capacidad de hablar. Pero en la nueva Unidad de Radioterapia del HUV, una resonancia nuclear magnética le detectó un tumor en el tallo cerebral.

Esta masa le está afectando el sistema motriz y el área del habla, y amenaza con afectar el centro respiratorio, lo que pondría en riesgo su vida. Y una cirugía invasiva puede causar daños irreversibles.

Ayer el pequeño inició su proceso de radioterapia mediante el Acelerador Lineal de Alta Energía, la nueva tecnología que permite mediante un sistema de programación computarizada tridimensional, enviar radiaciones sólo a la masa causante de sus males. Sin ofender los tejidos, estructuras y órganos sanos.

En otras palabras, “este en un método de radioterapia de alta complejidad guiada por imágenes, con tecnología de punta que permite irradiar dosis exactas de radiaciones ionizantes sobre el tumor, logrando sanar al paciente sin causar daños ni efectos secundarios”, explica el médico radio-oncólogo Ramón Amaya, jefe clínico del servicio de radioterapia en el HUV.

Para ello, el equipo de profesionales especializados en tratamientos oncológicos diseña para cada paciente una mascarilla en material termoplástico con rejillas para inmovilizarlo a la hora de la radiación, de tal forma que llegue al sitio programado. El más milimétrico movimiento puede desviar la radiación al lugar equivocado.

Michael se acuesta y luego de ser inmovilizado con su mascarilla recibe su dosis de radiación (150 Ccy, dosis de fotones) diarios de lunes a viernes hasta que complete los 4.000 Ccy.

Para hacer el procedimiento él queda encerrado en el búnker que el HUV construyó para ello, con paredes de dos metros de espesor con reforzamientos y cerrado por una puerta de siete toneladas y media de peso por el plomo y otros materiales, siguiendo los protocolos de bioseguridad que estos tratamientos exigen.

“Así evitamos el más mínimo escape de radiación para el personal médico y paramédico”, dice Carmen Elena Botero, subdirectora de Ayudas Diagnósticas.

Luego, el físico nuclear Christian Camilo Beltrán programa mediante computador la dosis exacta desde una sala contigua dotada con circuito cerrado de televisión que le permite visibilizar al paciente. Michael recibe su dosis diaria de radiación ionizante y controlada que no demora más de dos minutos.

Y el doctor Amaya declara que a la vuelta de unos 20 ó 30 días ya Michael habrá recuperado el habla y su movilidad del lado izquierdo. La madre del niño sonríe tranquila.

También esta nueva unidad oncológica del HUV presta los servicios de braquiterapia, que es una aplicación de radioterapia mediante catéteres que se conectan a un equipo que tiene una pastilla radioactiva, para tratar tumores de seno, cáncer de cuello uterino, próstata, esófago, bronquios, entre otros.

“Lo más importante es que la gente menos favorecida del suroccidente del país se le va a prestar un servicio con la mejor tecnología recién llegada al país”, dice el doctor Amaya. El mensaje es que la radiación en sí misma no es mala, sino el uso que se hace de ella y que en tratamientos oncológicos es bendita.