¿Quién es el enfermo?
Mayo 10 de 2009
Carlos E. Climent
Solamente una vez
que se entiende lo que está ocurriendo, pueden hacerse las confrontaciones
necesarias que podrán guiar al paciente y a la familia a un tratamiento.
Marcela
es una crítica brutal de su madre a quien acusa de no entenderla, de haberse
convertido en su peor enemiga y de ser la culpable de muchas de sus
frustraciones. Por sus caprichos y demandas la vida familiar se ha convertido
en algo exasperante. Si Marcela tuviera 13 años, sus reacciones se
considerarían como normales para la adolescencia, época en la cual los hijos
“juran” que sus padres siempre están equivocados (especialmente cuando no están
de acuerdo con ellos). Además, están convencidos de que los adultos tienen “la
manía incomprensible” de atravesárseles en sus planes. Por fortuna, el
tiempo-para la gran mayoría-suele resolver esos casos. La madre de Marcela
decide consultar porque las acusaciones de su hija la tienen “loca” y la han
puesto a dudar de si, en efecto, es ella la que está enferma.
Marcela
es una abogada de 40 años, casada, con dos hijos y quien por su carácter
dominante ha tenido algunos éxitos profesionales y muchos enfrentamientos. El
esposo está desesperado por su actitud. Los hijos viven asustados por sus
reacciones irracionales. Sus relaciones sociales quedaron limitadas a unas
pocas amigas con quienes tiene una relación superficial. Abandonó su trabajo
por diferencias insostenibles con su jefe.
A
pesar de las sospechas de patología, la familia nunca hizo nada, pues todos se
limitaban a pensar que “así era ella y que no había nada que hacer”. La
convivencia con Marcela había sido siempre difícil por razón de su carácter. De
niña tenía comportamientos caprichosos que se agudizaron durante su
adolescencia. Como sus actitudes no se modificaron en la etapa adulta, se
decidió que eran “las normales para ella” y nunca se cuestionaron. Tal decisión
contribuyó al deterioro del entorno familiar.
Una
entrevista con Marcela deja al descubierto una inteligencia superior y unos
rasgos de personalidad francamente patológicos. No solamente es infantil e
inmadura, sino egoísta y perfeccionista. Es celosa, desconfiada, suspicaz y con
frecuencia sospecha que la gente está contra ella. La característica que mejor
la describe es: “Nunca tiene la culpa de nada....siempre la tienen los demás”.
El
diagnóstico que finalmente se hizo de Marcela fue el de un trastorno de
personalidad mixto con rasgos narcisistas, obsesivos y paranoides.
Para enfrentarlo, la familia de esta paciente se informó y entendió el tema.
Así empezaron a liberarse de absurdos sentimientos de culpa. Pudieron
identificar cuál era el miembro de la familia que necesitaba más ayuda. El
tratamiento enseña a poner límites y atenúa el daño que un enfermo puede
hacerse a sí mismo y a toda su familia.
carloscliment@elpais.com.co