Era
lunes y empezaban mis vacaciones. Recuerdo mi firme intención de aprovecharlas
para enfrentar un viejo mal de salud que nunca significó un problema. O por lo
menos no hasta ese día frente a un optómetra que hablaba con frialdad.
"Su
problema de queratocono ha avanzado mucho y es
realmente grave. No le garantizo que pueda salvarle la visión, pero vamos a ver
qué hacemos", dijo.
Esas
palabras fueron la puerta de entrada a una depresión espantosa. Aunque durante
la consulta busqué que me dijera que todo iba a estar bien, eso no pasó y la
idea de que estaba empezando a quedarme ciego se volvió una obsesión. Veía
invidentes en la calle por todas partes. Cerraba mis ojos durante algunos
segundos para experimentar lo que significaba. La angustia, quizá, había hecho
que mi visión con las gafas, que había usado durante 13 años, disminuyera
vertiginosamente. Cada vez había menos definición y más 'bultos'.
Un
día, en una estación de Transmilenio, tuve que pedir ayuda para regresar a
casa. Y solo habían pasado días desde el diagnóstico.
"Tenemos
que operar lo más pronto posible. Esa es decisión suya", me había dicho el
médico en el consultorio. El punto era que se trataba de una intervención muy
riesgosa, de solo un 50 por ciento de éxito.
El queratocono es, básicamente, una deformación de las córneas
que yo mismo me causé por frotarme los ojos durante años. Mis córneas dejaron
de ser redondas y se volvieron puntudas, como un
cono.
Un periplo de esperanza
Al
médico, y a su consultorio, había llegado accidentalmente. Una amiga me había
pedido que me sometiera a unos exámenes en ese lugar -famoso por fabricar
gafas, no por hacer operaciones- para aprovechar una promoción en la que
operaban a tres por el precio de dos.
Pero
la verdad es que el lugar me generaba una desconfianza muy insistente. Así que
decidí empezar un periplo por varios especialistas.
El
panorama sí era grave. No había duda. Pero todos los médicos que vi coincidían en una cosa: el trasplante de córnea debía
ser el último recurso. Después de 'meterle cuchillo' al ojo no habría nada que
hacer.
Antes
había que agotar todas las posibilidades, y una de ellas vino, luego de días
enteros de desierto y de oración, de la mano de la doctora Lucrecia Polanco y
su investigación Perfil Vs Perfil (vea el recuadro).
Han
pasado cinco meses y, escribiendo estas líneas, la definición y los colores en
pantalla son de ensueño, sin exagerar. Durante años estuve viendo la vida sin
texturas. Con los colores un poco más opacos de lo que son.
No
sé si un día vuelva a tener una crisis de visión. Quizá si y quizá, entonces,
el trasplante sea el camino. Pero hoy no lo es. He tenido que cambiar ciertos
hábitos, pues no puedo usar los lentes por más de ocho horas.
Por
eso trato de optimizar mis jornadas de visión y solo veo cosas buenas, que
alegren el alma. Como me alegre yo cuando supe que no me iba a quedar ciego.
Cuatro lentes
Perfil
Vs Perfil es, básicamente, un método de adaptación de
lentes de contacto en casos de altas irregularidades de la córnea. Se trata de
una investigación avalada por Colciencias que incluye
poner cuatro lentes de contacto al mismo tiempo, dos en cada ojo: uno que da
forma y otro que hace ver. Y aunque el método ha resultado muy exitoso para
evitar el trasplante, tiene limitaciones.
"No
los puedo usar más de 8 horas, pues corro el riesgo de hacer un sobreuso", dice Rosales, refiriéndose a una herida que
los mismos lentes le produjeron en la córnea. Andrés espera, por ahora, que los
lentes, además, le ayuden frenar el avance de este mal.
Andrés
Rosales
Redactor de EL TIEMPO
@SaludET
LE TENGO EL REMEDIO
Este mal puede atacar a cualquiera
No
es un juego. Cuidar los ojos es una tarea de todos los días. Eso incluye estar
atento a cualquier cambio o molestia que ocurra, por simple que sea. Como el
tema es el queratocono, la oportunidad es propicia
para aprender o refrescar algunas cositas. Écheles ojo...
Sepa. El queratocono es
una enfermedad ocular que consiste en la deformación progresiva de la córnea.
La córnea es ese tejido transparente ubicado por delante de la parte que tiene
color en los ojos, que se llama iris. ¿Vamos viendo?
Entienda. Cuando la córnea es muy delgada, la presión
normal del ojo la empuja de adentro hacia afuera, dándole forma de cono. Esta
deformación afecta la visión de la gente que, cuando la sufre, ve las cosas
borrosas o distorsionadas.
Revise. Los primeros síntomas del queratocono pueden presentarse en la pubertad y progresar
lentamente. Si una persona joven con astigmatismo elevado y miopía tiene que
cambiar constantemente de gafas, es probable que tenga este mal. También puede
haber señales más tardías, en cualquier persona. Se cree que una de cada cuatro
mil personas pueden sufrirlo.
Causas. Aún no hay acuerdo sobre eso. Algunos dicen
que el queratocono está ligado a la genética, a
procesos alérgicos, a la debilidad del colágeno... pero no se han puesto de
acuerdo.
Cuidado. Si la córnea está debilitada, y la gente se
frota los ojos de manera intensa, el problema puede aumentar.
Pilas. Si hay visión borrosa y distorsión de las
imágenes, así sean leves; tiene deslumbramiento, sensibilidad a la luz o
irritación constante, no se aplique nada, ni siquiera para refrescarlos. Eso
puede aumentar el problema. Consulte.
Por último. Recuerde que este mal tiene tratamiento de
distinta clase, y que pueden llegar hasta un trasplante de córnea. Esa decisión
es del oftalmólogo. Él tiene la última palabra.
Carlos
Francisco Fernández
Asesor médico de EL TIEMPO