Puja por biotecnológicos pone en
juego $ 1,4 billones
febrero 17 de 2012 - 1:15 am
Ante la propuesta del
Gobierno sobre cómo reglamentar las posibilidades de competencia en medicinas
biotecnológicas, los laboratorios multinacionales y la industria nacional ya
toman posiciones.
El
debate sobre la propuesta del Gobierno para reglamentar los medicamentos
biotecnológicos está, más que para alquilar balcón, para participar en él,
porque de lo que decida el Ministerio de Salud y Protección Social dependerá,
en gran medida, la suerte del sistema sanitario colombiano y los resultados en
salud de las personas. Y, claro, el rumbo de la industria farmacéutica tanto
nacional como multinacional.
Participar,
sin embargo, requiere, y según el llamado de la titular de esa cartera, Beatriz
Londoño, “que se revelen los conflictos de interés” de quienes entren en la
discusión, pues, agrega, “el Ministerio juega con las cartas sobre la mesa”.
El
mercado colombiano de medicamentos se estima en 5.000 millones de dólares, de
los cuales 800 millones (16 por ciento, y unos 1,4 billones de pesos)
corresponden a los denominados biotecnológicos, productos derivados de
organismos vivos.
En
el otorgamiento de permisos para los biotecnológicos existe una
discrecionalidad que no es sana, reconocen en el mismo Gobierno. Alberto Bravo,
presidente de Asinfar (gremio de las farmacéuticas
nacionales), es más directo: hay un sesgo en contra del ingreso y la producción
de biocompetidores en Colombia (productos similares
pero no de marca), por lo que este mercado queda en manos de las
multinacionales.
El
polémico proyecto del Gobierno, dice la ministra, busca que en el país haya
medicinas de probada calidad, eficacia y seguridad, la menor discrecionalidad
en el Invima para conceder registros, es decir,
condiciones claras de entrada para no obstaculizar el ingreso de otras
medicinas.
En
consecuencia, y bajo un nuevo enfoque en el que coincide parcialmente con una
iniciativa de la FDA (el ‘Invima’ de Estados Unidos),
la propuesta del Ministerio exigirá una información básica para el registro de
biotecnológicos, sin importar si son innovadores (la marca original del
laboratorio que creó el producto) o competidores, y, si el Invima
lo considera, puede pedir pruebas preclínicas y clínicas. Las primeras, las que
se hacen con animales, y las segundas, en seres humanos y que son la fase más
costosa de la investigación.
La
ministra rechazó por “temerarios” los señalamientos de que la propuesta de
reglamentar pone en riesgo la salud de millones de pacientes. Enfatizó en la necesidad
de que se “revelen los conflictos de interés”, frase que muchos interpretan
como dirigida a asociaciones de pacientes que reciben financiación de
multinacionales y apoyan las posiciones de estas y que también podría abarcar a
organizaciones y personas que defienden intereses específicos derivados de
prebendas y ayudas.
Para
el presidente de la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas (que
agremia a aproximadamente 45.000 médicos especialistas), Rodrigo Córdoba, lo
fundamental son los pacientes, que se garanticen los estándares de calidad,
seguridad y eficacia de los medicamentos, y que la posibilidad de efectos
secundarios en los pacientes sea mínima.
Lo
ideal, agrega, es que para tranquilidad de los pacientes esos productos
tuvieran la evidencia de los estándares desde el momento del arranque (del
registro sanitario), pero si la realidad nacional no lo permite por lo menos
debe haber un monitoreo activo y permanente.
NO
HAY COMPETENCIA DE GENÉRICOS
Su
característica es que esos medicamentos, de los cuales en Colombia hay
registrados 35, son costosos y producidos por farmacéuticas multinacionales y,
para el caso colombiano, prácticamente sin competidores ‘genéricos’ o biocompetidores, lo que se refleja en sus precios y en los
valores recobrados al Fosyga.
Un
estudio de Fedesarrollo indica que de los 10
principales medicamentos recobrados al Fosyga en los
últimos tres años, ocho son biotecnológicos. La misma investigación señala lo
siguiente para Colombia: el Adalimumab vale 173 por
ciento más que en el Reino Unido; el Interferón Beta 1-B cuesta 3.204 por
ciento más que en otros países.
El
precio del Rituximab supera 3.500 dólares, mientras
que en el Reino Unido es tan solo 278 dólares.
QUÉ
SON LOS BIOTECNOLÓGICOS
Los
medicamentos biotecnológicos son derivados de organismos vivos (ADN recombinante, proteínas, etc.) mediante la aplicación de
tecnologías de punta. Para un mejor entendimiento, son medicinas utilizadas
para tratar enfermedades como la diabetes (insulina), cáncer (Bevacizumab, Trastuzumab),
leucemia (Rituximab), artritis reumatoidea
(Etanercept, Adalimumab, Infliximab), problemas de crecimiento (Somatropina).
Medicinas biotecnológicas figuran entre las costosas.
A
FAVOR Y EN CONTRA DE PROPUESTA
Piden
más competencia
El
presidente de Asinfar, Alberto Bravo, insiste en que
es indispensable derribar las barreras artificiales que bloquean la competencia
en el sector de medicamentos, incluidos los biotecnológicos y sin las cuales
sus precios deben bajar. Esto, en un claro apoyo a la filosofía de la
regulación planteada por el Gobierno. Posición similar han adoptado la Iglesia
Católica, a través de monseñor Juan Vicente Córdoba, secretario de la
Conferencia Episcopal de Colombia, Misión Salud y la Fundación Ifarma (ONG que propenden por el acceso a los medicamentos)
y la Federación Médica Colombiana (FMC). En un duro cuestionamiento, el
presidente de la FMC, Sergio Isaza, manifestó que “detrás del sofisma de
calidad con que seducen a médicos y pacientes, se esconde el más crudo interés
comercial de actores que sin ninguna moral desangraron el sistema de salud,
vendiéndonos sus productos a precios varias veces superiores que en países como
Inglaterra, España, Canadá, etc.”.
En
riesgo salud de muchos
Francisco
de Paula Gómez, presidente de Afidro (gremio de las
multinacionales farmacéuticas), defiende a capa y espada la obligatoriedad de
que se hagan las pruebas preclínicas y clínicas (tal como está la norma de la
EMA, el ‘Invima’ europeo), pues de lo contrario,
dice, el país se llenará de biotecnológicos de mala calidad y se pondrán en
riesgo 2,5 millones de personas, pues, agrega, se reducen los requisitos para
su comercialización. Los pacientes (a través de Pacientes Colombia), por su
parte, se alinearon con la posición de Afidro y
también exigen esas dos pruebas como una forma de garantizar la calidad de los biomedicamentos.
A
propósito, la misma EMA, a finales del año pasado, sacó a la discusión pública
un documento que podría modificar su normatividad para facilitar el ingreso a
su mercado de productos biocompetidores.
JORGE
CORREA C.
REDACCIÓN
DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS