Psicosis en Argentina por el nuevo virus de influenza humana

La situación se agravó por la negativa del Gobierno de declarar el estado de emergencia, y las negligencias en las últimas semanas de campaña electoral. En los últimos días se duplicaron las muertes.

"Entre 43 y 44 muertos", acabó por decir ayer durante su primera rueda de prensa el nuevo ministro de Salud, Juan Manzur, tras haber evitado largamente revelar cifras. La semana pasada se hablaba de 26 fallecidos y cálculos extraoficiales difundidos por la prensa elevaban ayer esa cifra a 55.

"La situación por la gripa porcina (A H1N1) es seria, difícil", admitió el ministro, que anunció que las mujeres embarazadas, particularmente vulnerables, podrían tomar 15 días de licencia, y que liberó una partida de 264 millones de dólares para enfrentar al virus.

Pero el descontento entre la gente se ha generalizado, pues Argentina es ya el tercer país más afectado del mundo detrás de E.U. (127 muertos) y de México, donde apareció la enfermedad a finales de abril (116 muertos), según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los argentinos fueron exhortados el domingo, antes de ir a votar para las legislativas, a lavarse las manos con alcohol en gel. Pero su actual psicosis se debe al desenfreno de las autoridades y de los medios al día siguiente de los comicios, como si la pandemia, secundaria durante la campaña electoral, de pronto hubiera tomado al país por asalto.

De Cristina a los tapabocas

El lunes, las farmacias se quedaron sin alcohol en gel y tapabocas. La gente, que antes comentaba las posibilidades de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de evitar la derrota electoral, pasó en cambio a hablar sólo de la manera de evitar contagiarse de la gripa A.

Muchos lugares públicos se ven vacíos. En la TV, los analistas políticos fueron reemplazados por especialistas en gripa AH1N1.

Los blogs y los sitios de Internet de los periódicos se volvieron espacios donde la gente puede relatar sus angustias. "Los lectores de lanacion.com describen cómo conviven con el virus que avanza en el país: envíe su relato", decía ayer la página web del diario La Nación.

Manzur, el nuevo ministro de Salud, fue nombrado apenas 48 horas después de la salida de su antecesora, Graciela Ocaña, quien renunció al día siguiente de las elecciones, que se saldaron con una derrota del oficialismo.

"Estamos sufriendo la falta de conducción política", dice Jorge Yabkowski, presidente de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de Argentina (Fesprosa). "Estamos sin declaración de la emergencia sanitaria (a nivel nacional) y con órdenes contradictorias".

A falta de medidas de un Gobierno tocado por la debacle electoral, quienes reaccionaron fueron las autoridades provinciales y locales.

Tanto el alcalde de la capital, cuyo mismo jefe de gabinete se contagió de la enfermedad, como el gobernador de la provincia de Buenos Aires declararon el estado de emergencia.

El arzobispado de la ciudad de Santa Fe (centro) suspendió el saludo de la paz y la entrega de la hostia en las misas para evitar el contagio. Y Pergamino, ciudad de 100.000 habitantes en la provincia de Buenos Aires, decidió el miércoles cerrar todos sus lugares públicos durante 72 horas. Lo mismo han hecho otras ciudades, como General Villegas, Junín y 9 de julio.

Además, la mayoría de las provincias decidieron adelantar dos semanas las vacaciones escolares de mitad de año, y los operadores turísticos calculan que su actividad podría reducirse en un 30 por ciento durante la temporada, pues los expertos esperan un pico de la enfermedad en las próximas semanas, debido a la crudeza del invierno.

"Hay mucha desinformación e irresponsabilidad. Ayer mi jefa me dijo que me dieron asueto laboral hasta nuevo aviso (...) Las medidas del Gobierno no son claras. Esta emergencia era antes de las elecciones (...) Quizá si nos hubieran dado un dato, íbamos a votar con un poco más de conciencia el domingo pasado", indicó Gabriela, empleada estatal de 50 años. 

BUENOS AIRES (AFP-Efe)