Propuesta para un nuevo sistema de
salud
Sep.
08 de 2012
Por:Mario
Hernández Álvarez, Médico y profesor del Departamento de Salud Pública,
Facultad de Medicina - Universidad Nacional de Colombia
La solidaridad y una visión universalista de los derechos
podrían ayudar a superar la crisis del sector. Los congresistas no tendrán otra
opción que responder a estas exigencias, en medio de su cuestionada
legitimidad.
¿Qué
duda cabe sobre la profundidad de la crisis de la salud en Colombia? Los
actores del sistema y los analistas coinciden sobre los problemas, pero no
sobre las causas ni, por lo tanto, las soluciones. Se presentan tres opciones,
reconocidas por el exdirector del Doctorado en Salud
Pública Saúl Franco de la UN en un artículo publicado recientemente en la
revista Razón Pública: continuar con ajustes puntuales, sin entrar en
una nueva reforma; efectuar una, pero solo de manera superficial; o pasar a un
nuevo sistema. La decisión no es solo técnica o financiera, dependerá también
de la dinámica sociopolítica actual.
La primera opción consiste en unas “medidas de salvamento”, entre las cuales
están: la oferta de “créditos” del Estado a las empresas promotoras de salud
(EPS); la “nacionalización” transitoria, para recapitalizar a las que tengan
problemas de liquidez y después devolverlas a sus dueños; la disminución del
número de competidores; y la agilización del flujo de recursos.
Esta propuesta, inaceptable por la sociedad colombiana, fue planteada por la
senadora Piedad Zuccardi y es avalada por el
Gobierno nacional, la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina
Integral (Acemi) –que agrupa a las EPS más grandes
del régimen contributivo– y Fedesarrollo.
Antes que nada, el Estado debería exigir a todas las EPS la devolución de los
recursos públicos apropiados indebidamente, como en el caso de Saludcoop (demostrado por el Consejo de Estado con base en
las investigaciones de la Contraloría).
La segunda opción propone otra reforma del Sistema General de Seguridad Social
en Salud para ajustar algunos aspectos de su funcionamiento. Liderados por los
senadores Jorge Eliécer Ballesteros y Roy Barreras,
varios parlamentarios de la Unidad Nacional radicaron el proyecto de ley
estatutaria n.º 48 de 2012 y el proyecto de ley
ordinaria n.º 52 de 2012 que lo complementa.
La ley estatutaria pretende reglamentar el derecho a la salud, en el marco del
actual esquema, como un “plan de beneficios”, en apariencia, muy amplio, pero
con prestaciones “costo-efectivas de valor terapéutico demostrables y
determinadas como estrictamente necesarias en el marco de guías y protocolos de
atención”, aunque supuestamente respeta la autonomía médica (Proyecto de ley
estatutaria n.º 48 de 2012, arts.
8.º y 9.º, parágrafo).
Como correlato, la iniciativa resalta la corresponsabilidad de las personas y
las familias, tanto en el cuidado propio como en el de los miembros más
vulnerables, niños y niñas, personas mayores y discapacitados (Proyecto de ley
estatutaria n.º 48 de 2012: art.
6.º). Esto implica que quien haya fumado y requiera oxígeno permanente tendrá
que pagar por él. La propuesta de la Unidad Nacional mantiene los dos
regímenes, los trámites y los mecanismos de autorización de las EPS y pretende
cambiar la acción de tutela por una “acción de protección de la salud”, con
jueces especializados. Más de lo mismo y no la “gran reforma” que se anunció.
Finalmente, la alternativa de un nuevo sistema se ha venido construyendo desde
finales de los años noventa, cuando se hizo evidente que el modelo de
aseguramiento implantado por la Ley 100 de 1993 mostraba pésimos resultados e
inequidades. El Movimiento Nacional por la Salud y la Seguridad Social (MNSSS),
conformado desde 2001, y la Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales
de Colombia han avanzado en una campaña de movilización social denominada
“Octava papeleta: ¡voz y voto por tus derechos! Salud y seguridad social,
derecho fundamental”, en la que 78.310 ciudadanos y ciudadanas han expresado su
deseo de un nuevo esquema.
Derecho fundamental
Adicionalmente, la Comisión de Seguimiento de la Sentencia T-760/08 y de
Reforma Estructural del Sistema de Salud y Seguridad Social (CSR) (avalada por
la Corte Constitucional y conformada por académicos, asociaciones profesionales,
de pacientes, el MNSSS y varias ONG, como la Corporación Viva la Ciudadanía)
elabora, junto con la recién conformada Alianza Nacional por un Nuevo Sistema
de Salud, un proyecto de ley desde la sociedad civil que será radicado
formalmente en la Comisión Primera del Senado por parlamentarios de diferentes
partidos políticos.
La propuesta se basa en tres ejes fundamentales. 1) La declaración de la salud
como un derecho fundamental, de carácter universal y no atado a la capacidad de
pago de las personas, más allá de la atención de la enfermedad. 2) La
organización del sistema a cargo del Estado en el recaudo y manejo de los
recursos, sin intermediación financiera ni de EPS y con perspectiva poblacional
y territorial. 3) El desarrollo de un nuevo modelo de atención que permita
desarrollar una verdadera perspectiva preventiva, integral, intersectorial y
universal.
Se organizaría a partir del financiamiento público, integrado por cotizaciones
e impuestos; y su asignación equitativa a nivel territorial se haría mediante
fondos territoriales administrados conforme a las necesidades de las personas.
En los departamentos se integrarían las redes de servicios y se desarrollaría
la estrategia de atención primaria en salud (APS), que ha demostrado ser una
gran herramienta para mejorar condiciones de vida y para prevenir y controlar a
tiempo las enfermedades.
La cédula sería suficiente para ser atendido. No habría planes de beneficios,
sino tres límites razonables del derecho a la atención: los servicios
suntuarios o cosméticos, los bienes y servicios en experimentación y los que
sean prestados en el exterior, pero se puedan prestar en el país.
Los hospitales públicos se fortalecerían con una planta de trabajadores y
profesionales estable y de buena calidad, que serían el eje de la prestación de
servicios. El sector privado se dedicaría a complementar los productos
prestados por la red pública y habría políticas de control de precios de
medicamentos y tecnologías, de formación de personal en todos sus niveles, así como
de ciencia, tecnología en innovación, a través de redes universitarias de
servicios de salud en los territorios.
Un nuevo sistema podría superar las verdaderas causas de la crisis actual. Los
recursos disponibles pueden utilizarse si se ponen al servicio de las
necesidades de las personas y no del lucro de unos agentes dominantes
protegidos por el Estado.
Pero la decisión depende de grandes pactos políticos promovidos por sectores
organizados de la sociedad. Si esos sectores le apuntan a la solidaridad y a
una visión universalista de los derechos, los congresistas no tendrán otra
opción que responder a sus exigencias, en medio de la crisis de legitimidad que
los agobia.