Primera infancia: la inversión más rentable

Veo señales alentadoras en la crucial tarea de poner al país en el camino de ayudar a nuestra primera infancia.

Febrero del 2011 puede ser un mes histórico para la infancia colombiana. Como si los astros -o más bien, los proyectos y los esfuerzos de tantos años- comenzaran a alinearse, el miércoles 15 se presentó el Lineamiento Pedagógico y Curricular para la Educación Inicial en el Distrito y hoy se lanza la Estrategia de Atención Integral a la Primera Infancia 'de Cer0 a 5iempre', liderada por la Alta Consejería para la Prosperidad y la de Programas Especiales, que encabeza la Primera Dama.

Se trata de dos iniciativas, surgidas de partidos políticos disímiles, que recuerdan la historia de la ley de 1970 mediante la cual se creó la Junta Nacional de Jardines Infantiles en Chile. "Esa ley fue aprobada en el Congreso con el 100 por ciento de los votos de todos los partidos y no hubo un congresista que se abstuviera", cuentan con orgullo las maestras chilenas, y muchos logros actuales de su país tienen ancestros en esa apuesta por la infancia.

Poner de acuerdo a todo el país, a todos los sectores y a todos los partidos sobre la necesidad de articular esfuerzos alrededor de nuestros niños es una tarea crucial para Colombia, y las señales de este mes son alentadoras. El Lineamiento de Educación Inicial de Bogotá, basado en el enfoque de derechos, propone como pilares de trabajo el juego, el arte, la literatura y la exploración del medio, para potenciar el desarrollo de todos por igual, en los jardines públicos y privados. A ello se suma el esfuerzo del Gobierno Distrital de regular las instituciones de educación inicial, cuyo ejemplo deberá seguir el resto del país, pues, fuera de la capital, tienen más vigilancia las guarderías caninas que las infantiles.

En el plano nacional, también hay motivos de optimismo. La decisión política de invertir en primera infancia se traduce, por una parte, en la creación de la Comisión Intersectorial para la Primera Infancia, que coordinará el trabajo de las Consejerías, de los ministerios de Educación, de la Protección Social y de Cultura y el del ICBF, entre otras entidades, y, por otra parte, en un impresionante aumento de recursos: si en el cuatrienio pasado la inversión era de 1,9 billones, ahora superará los 6 billones de pesos.

No es casualidad que James Heckman, el Nobel de Economía del 2000, sea hoy el invitado principal. Con una visión multidisciplinaria que conjuga la economía y la psicología, entre otras ciencias, sus investigaciones han comprobado el impacto de la educación inicial en el desarrollo humano. Al demostrar, con evidencia empírica, que la primera infancia es un periodo crítico que ofrece oportunidades para cambiar la supuesta "mala suerte" de la población más vulnerable, Heckman revolucionó el diseño de políticas públicas y nos enseñó que invertir en primera infancia es el negocio más rentable. ¿Acaso hay otra inversión que, por cada peso, nos devuelva cerca de 8?

Si la historia de tantas generaciones colombianas corrobora que, ya a los 3 años, hay una brecha entre quienes crecen en entornos estimulantes y quienes no, es un imperativo ético y político preguntarnos por las modalidades de educación inicial tan distintas que ofrecemos a nuestros niños y que acentúan la inequidad, en vez de resolverla, en el momento más fértil de la vida. Desde ese enfoque, surge la pregunta ineludible sobre los Hogares Infantiles, en los que las Madres Comunitarias cuidan a los niños menos favorecidos.

Pese a su buena voluntad y a sus esfuerzos, ¿tienen las condiciones laborales, la formación y la infraestructura que requiere la población infantil más vulnerable?

En este momento propicio para la reflexión, he ahí una discusión impostergable y uno de nuestros grandes desafíos.