Premio mundial a un ‘hotel ciencia’

Los científicos Myriam Arévalo y Sócrates Herrera cierran una de las jaulas con las colonias de mosquitos anofeles, con los cuales hacen sus estudios sobre la malaria.

A 4 kilómetros del sur de Cali, en la vía a Puerto Tejada, existe un gran criadero de mosquitos anofeles. Guardados de a 200 ejemplares en pequeñas jaulas protegidas por mallas, zumban cerca de 10.000 zancudos adultos, cuyos huevos fueron incubados en cubetas de agua, de donde luego nacen las larvas, que se transforman en pupas y al final dan paso al insecto.

Pero, ¿quién se dedica a tan insólita tarea? Los científicos del Centro de Investigación Científica Caucaseco, CIC, que aglutina un equipo de investigadores de la salud y otras profesiones, quienes trabajando junto con sus homólogos de la Universidad del Valle y otros centros nacionales e internacionales, estudian cómo controlar y eliminar la malaria.

Esa enfermedad tropical, transmitida por dicho insecto, tiene en vilo a la comunidad científica por cuanto es una de las de mayor prevalencia en el mundo: se presentan 240 millones de casos al año, de los cuales muere un millón, especialmente de embarazadas y niños.

De ahí que el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, NIH –por sus siglas en inglés–, cuyos programas apoyan investigaciones contra enfermedades tropicales, en especial contra la malaria, hizo una convocatoria para seleccionar los diez centros de investigación de excelencia en el mundo. “Y entre los proyectos presentados por centros y universidades del mundo, el del Centro de Investigación Científica Caucaseco fue seleccionado como uno de los mejores”, dice su directora científica, la doctora Myriam Arévalo.

A su vez, el médico inmunólogo Sócrates Herrera, catedrático de la Universidad del Valle y director del Instituto de Inmunología del Valle, destaca que “este reconocimiento es muy importante para Colombia, para el Valle, para Caucaseco y en especial para la Universidad del Valle porque, la NIH es una agencia exigente y rigurosa, donde 30 expertos evaluaron muchos proyectos y seleccionaron éste”.

El Centro de Investigación Científica Caucaseco, CIC, había ganado en el 2000 el premio TMRC y fue muy importante porque fue el único en el mundo que lo obtuvo.Myriam Arévalo, directora científica del CIC.La investigadora resalta que de los centros de excelencia seleccionados, el CIC es el único dirigido por científicos latinoamericanos de Perú, Guatemala, Panamá y Colombia. “Los otros centros están ubicados en África o en Asia, pero sus directores son investigadores de universidades americanas o europeas”, dice y agrega: “Esos centros de estudio están en Malawi, India o Uganda porque en Estados Unidos o en Europa tienen los científicos, la infraestructura y tecnología de punta, y la financiación, pero no tienen la zona endémica, ni el clima, ni la enfermedad, ni los primates, ni los zancudos”.

El principal mérito del CIC para recibir esta distinción son los avances del Centro Internacional de Vacunas –uno de los centros de investigación del CIC– en el desarrollo de una vacuna contra la malaria por Plasmodium vivax, parásito causante de la enfermedad, pero transmitido por el mosquito anofeles. Logros que nacieron hace 25 años en esfuerzos conjuntos con la Universidad del Valle. “Esta es una de las dos vacunas contra la malaria que están en ensayos clínicos de fase uno, en la que se prueba la inmunogenicidad –que sí genera respuestas inmunes o protectoras en el organismo– y la seguridad, es decir, que no pone en riesgo la vida del paciente”, explica el inmunólogo Herrera, director de esta línea de investigación.

Estos hallazgos clínicos son oro en polvo en el largo camino para encontrar medicamentos para controlar y eliminar la malaria. Y el premio, representado en US$ 14 millones, permitirá estudiar el comportamiento y hábitat del mosquito, la severidad de la enfermedad y desarrollar estrategias para el control y eliminación de la malaria.

“El premio también es un reconocimiento a que Caucaseco ha logrado establecer una infraestructura que no tiene nada que envidiarle a los centros de excelencia en países desarrollados. Además, porque aplicamos buenos estándares de calidad y buenas prácticas clínicas y de laboratorio”, explica la doctora Arévalo.

Otro hecho meritorio es que el CIC se ha convertido en centro de entrenamiento de estudiantes de pregrado y postgrado del país y del exterior. Evidencia –casi científica– de ello son inmunólogos, bacteriólogos, biólogos, microbiólogos, epidemiólogos bien posicionados en el ámbito científico nacional e internacional. Y más de 60 publicaciones en revistas como ‘American Journal of Tropical Medicine’ dan cuenta de ello.

Este premio al CIC es muy importante porque es el resultado de las investigaciones que hemos realizado con la Universidad del Valle desde hace 20 ó 25 años. Sócrates Herrera, investigador de la vacuna contra la malaria del CIC.También los niños de los colegios de Cali y de la comunidad tienen oportunidad de aprender cómo se hace ciencia con el programa Hormiguero Científico Caucaseco. Mediante visitas programadas pueden conocer las colonias de mosquitos y analizarlas en los microscopios; observar los primates criados para ensayos clínicos –es el modelo más susceptible a la malaria–, o el serpentario de cascabel, con cuyo veneno se produce el suero antiofídico o se estudia para producir otros medicamentos contra la malaria y otras enfermedades.

“Con el CIC demostramos que en los países en desarrollo se puede hacer investigación del mismo nivel que en los países industrializados. Nuestros investigadores ya no tienen que ser cerebros fugados e irse a hacer ciencia al exterior, ya lo pueden hacer aquí. Y a la vez nos da la oportunidad de traer investigadores de otros países y hacer transferencia de tecnología. La idea es que el CIC sea un hotel ciencia para investigar aquí y que la gente no se tenga que demorar los 25 años que nos tardamos nosotros en construirlo”, concluye la doctora Arévalo.

Y en verdad, ahí lo tienen todo, incluidos los mosquitos y los micos, mientras que a los centros de investigación de EE.UU. tienen que llevar los mosquitos infectados en avión desde Tailandia.

La vacuna está en la fase dos

La vacuna contra la malaria causada por el parásito Plasmodium vivax, pero que es transmitida por el mosquito del género anofeles, está en ensayos clínicos de la fase dos.

En los últimos cinco años se han realizado cuatro ensayos clínicos con participación de cien personas mayores de 18 años con buenos resultados para los estudios de la fase uno, en la que se prueba la inmunogenicidad y la seguridad, y en la estandarización del modelo de desafío.

En la fase dos se prueba la eficacia protectora de la vacuna al someter a estas personas a la picadura del mosquito o mosquita, ya que la que transmite el parásito causante de la malaria es la hembra.

Por eso en Caucaseco sus investigadores se dedican gran parte de su tiempo a cultivar mosquitos anofeles, tarea que tiene su ciencia: los nutren con alimento para peces mientras son larvas y con agua azucarada cuando son adultos, y deben permanecer a 28ºC y 80% de humedad, condiciones propias de su hábitat tropical.