¿Es posible morir de aburrimiento?
Mayo 09 de 2010

El aburrimiento lleva a una vida poco saludable que facilita la aparición de las enfermedades y puede conducir a una muerte prematura.

Juliana, 39 años, tiene un trabajo bien remunerado pero poco interesante y una situación familiar sin grandes problemas pero sin satisfacciones. En los últimos dos años ha realizado múltiples visitas a los médicos por síntomas diversos y se ha hecho muchos exámenes de laboratorio. Ella se siente enferma y debilitada y dice con aire desconsolado: “Todavía no me han encontrado nada”. Lleva años acorralada por las condiciones impuestas por un marido indiferente que ella ha aceptado, porque no se ha “detenido a pensar en el asunto”. Cuando se logra zafar de los asuntos rutinarios consume tiempo en actividades sin sentido, acepta programas, amistades y fachadas tan aburridas como su vida misma. El trabajo clínico muestra que el panorama desesperanzador de Juliana lo comparten miles de pacientes para quienes el factor común es el aburrimiento. Este actúa en silencio, y como todo enemigo oculto, reduce la capacidad de protección inmunitaria del organismo, roba capacidad de lucha, anula la creatividad y hace que el individuo se vaya conformando cada vez con menos. No infrecuentemente ese hastío lleva al abandono personal, la enfermedad y la muerte. Esta última asociación la confirma un interesante estudio* que incluyó a 7524 hombres y mujeres londinenses de entre los 35 y los 55 años y que demostró una correlación estadística entre aburrimiento y mortalidad. Los participantes en el estudio contestaron en dos oportunidades, entre 1985 y 1988 a un cuestionario sobre su grado de aburrimiento. La medición de mortalidad fue posible merced a la utilización de las estadísticas que sobre el particular se encontraban disponibles en Londres. En Abril de 2009 se determinó el número de muertos de entre los participantes en el estudio. Se encontró que aquellos con los niveles más altos de aburrimiento murieron más tempranamente a causa de problemas cardíacos. El grupo estaba compuesto por jóvenes, con predominancia del sexo femenino, con una pobre percepción de su propia salud, con empleos poco gratificantes y con un nivel bajo de actividad física. Desde el punto de vista terapéutico, es importante llevar a cabo intervenciones dirigidas a cambiar la actitud derrotista frente a los aspectos considerados por el mismo paciente como los causantes de su estado. La monotonía de la vida de Juliana la fue llevando a una existencia cada vez menos saludable en muchos aspectos. Sólo cuando ella decidió que no quería seguir así, porque sintió que estaba condenándose a una muerte segura, logró empezar su proceso de recuperación. En ella operó la esperanza de una vida más grata en el futuro. Ese fue el motor que inició el cambio de una situación que parecía crónica e inmodificable.

*Britton, A. and Shipley, M. Bored to death?, International Journal of Epidemiology, 2010; 39(2):370-371

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