Plomo afecta inteligencia de los niños
Nov.
10 de 2012
Por:Carlota Loaiza Cadavid, Unimedios
Las secuelas de la exposición al plomo en el organismo
humano son diferentes. En niños afecta el crecimiento y desarrollo cognitivo, y
en adultos produce dolores articulares y pérdida de la movilidad. El problema
es subestimado en ciudades como Bogotá.
El
plomo es un metal inocuo mientras no sea objeto de manipulación en procesos
industriales. Sin embargo, debido a su tendencia a formar compuestos complejos
muy estables (difíciles de destruir), a su capacidad de acumularse en diversos
órganos del cuerpo humano y a que no es biodegradable, es considerado un
compuesto xenobiótico (uno con una estructura química
poco frecuente en la naturaleza, por lo general de origen artificial).
Aun cuando su uso en la gasolina se ha eliminado en muchos países –incluido Colombia–, el reciclaje informal de baterías sigue siendo
una fuente potencial de exposición e intoxicación tanto para los trabajadores
como para sus familias en los estratos bajos.
Por lo anterior, su peligrosidad medioambiental y ocupacional sigue siendo un
grave problema de salud pública: en Bogotá, la ciudad más contaminada del país,
cerca del 35% de quienes trabajan en fábricas de baterías y el 14,6% de quienes
lo hacen en fundición, imprentas o cerámica tienen algún grado de saturnismo
(envenenamiento con plomo).
Los datos son de estudios hechos con población expuesta de manera crónica al
metal. Según el profesor Jairo Téllez Mosquera, coordinador y docente de la
Maestría en Toxicología de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá,
es muy poco lo que se conoce sobre su incidencia en el país. Sin embargo, desde
el año 2003, se trabaja en una serie de investigaciones tendientes a
proporcionar un diagnóstico más preciso.
Los resultados hasta el momento son contundentes, por cuanto en el caso de los
niños los efectos son irreversibles y reducen sus posibilidades para siempre.
El profesor Téllez precisa que, a nivel internacional, se considera que alguien
está contaminado por este elemento cuando se le encuentran valores iguales o
superiores a cuarenta microgramos por cada cien centímetros cúbicos de sangre.
Según el estudio de la UN, lo grave es que diez microgramos en la sangre de los
niños son, por lo general, suficientes para contar como niveles tóxicos y
causar daños irreparables en sus niveles de aprendizaje, capacidad de
abstracción y habilidades para calcular.
Adultos, vulnerables
La investigación, dirigida por la profesora Alba Isabel Rodríguez, del Departamento
de Toxicología de la UN, y llevada a cabo por Alejandra del Pilar Díaz Gómez,
logró determinar con claridad los efectos físicos que sufren los adultos
expuestos.
Tras estudiar ocho fábricas informales de la localidad de Soacha,
la investigadora estableció que se trata de microempresas familiares en las
cuales todos los trabajadores rotan por los diferentes oficios durante los
procesos de reciclaje y recuperación de metales.
Estas familias compran baterías viejas y otros residuos metálicos de construcción.
Luego los funden a temperaturas de entre 400 y 450 ºC
en estufas abiertas y en condiciones locativas muy precarias y sin ventilación
adecuada, pues los lugares de trabajo suelen ser cerrados. Finalmente, vierten
el metal fundido en moldes de aluminio para obtener lingotes que después
comercializan.
El estudio de Díaz Gómez halló que la protoporfirina
zinc (enzima que participa en la producción de la hemoglobina de la sangre)
sufre grandes alteraciones a causa del plomo. Asimismo, reveló que es un
marcador biológico indispensable para detectar y tratar posteriormente el
saturnismo, pues, al alterarse, el paciente sufre de anemia (bajos niveles de
hemoglobina).
La científica aclara que en las etapas iniciales de intoxicación no se
presentan síntomas, pero sí durante periodos prolongados.
Tanto en adultos como en niños el proceso es el mismo: el plomo ingresa al
organismo por vía aérea y el 90% se deposita en los extremos de los huesos
largos. Luego empieza a sedimentarse en el hueso, afecta su composición y causa
dolores similares a los de la artritis, lo que restringe el movimiento y
deteriora notablemente la calidad de vida.
Además, existen otros síntomas claros: cefalea, irritabilidad, dolor abdominal,
nauseas y vómito. En casos severos, incluso, puede verse comprometida la
función renal y la hepática.
Afección permanente
Díaz Gómez cuenta que en niños se han observado deficiencias neurológicas con
niveles de exposición que antes no se consideraban nocivos. La intoxicación
durante la infancia puede tener efectos permanentes. En general, ocasiona una
deficiencia continua en el desarrollo neurológico: son niños de coeficiente
intelectual bajo y deficiencia cognitiva.
Así, presentan un menor rendimiento en clase, un mayor índice de ausentismo, mayores
dificultades para leer, carencias de vocabulario, problemas de psicomotricidad fina, un mayor tiempo de reacción y
alteraciones de la coordinación mano-ojos.
A esto se suma una disminución de la agudeza auditiva, en especial a las altas
frecuencias, que puede contribuir a los problemas de aprendizaje o al mal
comportamiento en clase.
El profesor Téllez explica que, por razones no establecidas aún, en los niños
el plomo no se queda solo en los huesos, tal como ocurre en los adultos, sino
que llega al sistema nervioso central y afecta, principalmente, al cerebro.
Este panorama resulta desolador para los investigadores, pues este elemento
está presente en el medioambiente y sus efectos a largo plazo pueden recaer
sobre toda la comunidad.
Gracias al trabajo mancomunado de la UN, el Ministerio de Protección Social y
la Secretaría de Salud de Bogotá, pronto se tendrán más datos para emprender
campañas que alejen a los niños de las zonas contaminadas y del trabajo
informal, así como para encontrar maneras de evitar su deterioro cognitivo.