Cuando la píldora anticonceptiva irrumpió en el mundo el 9 de mayo de 1960,
el ambiente que se vivía estaba marcado por los conflictos raciales, los roles
de género, el choque entre el Estado y la Iglesia y los problemas
generacionales. Pero nada sacudió más las estructuras sociales que este fármaco
a base de hormonas que ayudó a las mujeres a hacer realidad su intención de
planificar su propia vida y de tener hijos sólo cuando quisieran.
Por eso entre los elementos que caracterizan la llamada revolución sexual y
cultural de los años 60, la píldora destaca como ninguno otro.
Sus promotores la defendieron con el argumento de que no se podía permitir
que siguieran naciendo hijos no deseados en un mundo encaminado hacia una
sobrepoblación devastadora; sus críticos aseguraban que tras su uso se
parapetaban la promiscuidad, el adulterio y la ruptura familiar.
Para estos últimos, la práctica del sexo debía limitarse al ámbito del
matrimonio y sólo con fines reproductivos; lo demás era inmoral. Por eso la
anticoncepción se relacionó siempre con la pornografía.
Fue la llamada Gran Depresión originada por la crisis económica de 1929, y
que se prolongó durante los años 30, la que llevó a la sociedad estadounidense
a pensar en serio en reducir el tamaño de las familias; pocos años después
cobró fuerza la idea de ejercer un control natal, mediante el uso de hormonas.
Para 1951 Gregory Pincus, investigador egresado de
Harvard, buscaba exactamente lo contrario: idear un
método hormonal contra la infertilidad.
Un año después le compartió sus hallazgos en este campo al médico católico
John Rock, que perseguía un propósito parecido. Su
idea era usar la progesterona (una de las hormonas femeninas) para frenar la
ovulación durante cuatro meses; se suponía que al retirarla el efecto rebote
estimularía la ovulación.
Algunas mujeres que hicieron parte de sus ensayos lograron concebir después
de eso; sin embargo, no fue ese el descubrimiento más valioso, sino la
confirmación de que con este método se evitaban los embarazos.
Pincus y Rock probaron
su efecto anticonceptivo en Puerto Rico en 1956; ante la dificultad para hacer
ensayos clínicos con el método en Estados Unidos, recurrieron a voluntarias en
esa isla, donde la población femenina clamaba por un control de natalidad.
Los trabajos, que duraron varios años, han sido tachados por algunos de poco
rigurosos; incluso se habla de efectos adversos severos en varias participantes
e incluso de muertes que no fueron aclaradas. Al final de los estudios, la
empresa farmacéutica GB Searle solicitó, en 1959, la
aprobación formal de la FDA de la primera píldora anticonceptiva de la
historia: Enovid.
La agencia regulatoria dio luz verde para su
comercialización hace 50 años; pocos meses después llegó a Colombia (ver
Primeras dosis eran...).
La noticia sacudió incluso al Vaticano, opuesto al uso de métodos
anticonceptivos.
Si bien el Papa Juan XXIII moderó, en el Concilio Vaticano Segundo (1962),
la posición de la Iglesia frente al tema, su sucesor, Pablo VI, publicó en su
encíclica Humanae Vitae que
“la anticonceción, procurada directamente para evitar
los hijos en la relación conyugal, es contraria al bien, porque desvirtúa el
amor conyugal”. Cuando pronunció estas palabras, ya la mitad del mundo católico
utilizaba la famosa píldora.
En estos 50 años la evolución de la anticoncepción oral no ha dado tregua;
ha sido artífice del cambio más radical en las actitudes culturales y morales,
no sólo de las mujeres, también de los hombres frente a su sexualidad, el
matrimonio y la familia.
FUENTES: REVISTA ‘TIME’, VOL. 175, No. 17. PROFAMILIA. AGENCIA EFE .
‘Primeras dosis eran muy altas, parecían para caballos’.
JUAN SEBASTIÁN GÓMEZ .
El ginecólogo bogotano Fernando Tamayo Ogliastri,
pionero de la anticoncepción en Colombia y fundador de Profamilia,
trabajaba como voluntario en el Hospital San José, de Bogotá, cuando Hugo Willemitzer, un alemán amigo suyo, se apareció en 1960 con
las primeras píldoras anticonceptivas que llegaron al país.
A partir de su distribución en Colombia empezaron a gestarse cambios
sociales y demográficos importantes, “antes de la píldora el promedio de hijos
por familia era de 7, hoy es de 2,4, y el crecimiento poblacional, que era del
13 por ciento anual, bajó al 1 por ciento. Claro que para mí el mejor método
anticonceptivo fue el trabajo de las mujeres”.
¿Cómo entregaba las píldoras? .
A mi consultorio llegaban mujeres de la clase alta con el dinero para
acceder a ellas. El precio equivalía al de dos libras de arroz. Yo conseguía
por 23 centavos de dólar el ciclo (21 pastillas).
¿Cómo recibieron las mujeres el método? .
Como una solución a un problema social para ellas y sus parejas. Fue el
anticonceptivo más usado en una época, hoy está en el tercer lugar, después de
la ligadura de trompas y la inyección.
¿Cómo se publicitó? .
Los comentarios se difundieron entre las mujeres y cada vez era más larga la
fila en el consultorio. Esas primeras dosis eran muy altas, parecían para caballos.
Luego pedí prestados 20 mil dólares al gobierno de Estados Unidos para
publicitarlas en radio.
¿Cómo lo tomaron los políticos y la iglesia?.
Los políticos, con excepción de dos congresistas de la época que eran
católicos fervorosos, la apoyaron; luego entendieron la importancia de píldora.
La Iglesia estuvo dividida: unos sacerdotes opinaban que los hijos tenían que
ser planificados, otros se regían por las órdenes del Vaticano, contrarias al
método.
¿Cómo la distribuyó?.
En comunidades donde el acceso del fármaco era limitado, se entrenó a
mujeres que trabajaban en tiendas; ellas ponían una bandera verde en señal de
que en ese lugar había anticonceptivas. Luego el gobierno americano empezó a
regalarnos las píldoras Norimil para llevar a esas
comunidades. Eso disparó su uso y las farmacias empezaron a venderla; por
principios religiosos, en algunos sitios se negaron a venderla.
¿Cómo percibe el uso de la píldora hoy?.
Ha perdido acogida, porque hay más métodos efectivos y con los que las
mujeres se sienten mejor (ver gráfico). De todos modos la píldora, que cambió
el mundo, sigue siendo una buena opción.
ALGUNOS DE LOS MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS MÁS RAROS.
Mucho antes de que la píldora apareciera, las mujeres recurrían a toda clase
de métodos para evitar embarazos no deseados. Estos son algunos: En el Papiro
de Petri (1850 antes de Cristo) aparece reseñada la
utilización de una crema fabricada a base de estiércol de cocodrilo y miel, que
se usaba como espermicida.
En el siglo segundo después de Cristo, Sorano de Éfeso, considerado uno de los padres de la ginecología,
recomendaba a las mujeres ponerse en cuclillas y estornudar después de una
relación sexual; si consideraba que el riesgo era grande, les aconsejaba saltar
siete veces.
En el África antigua las mujeres se aplicaban pasto picado y tela en la vagina para mantener la acidez vaginal y matar los
espermatozoides. Este mismo principio hacía que las asiáticas impregnaran papel
de bambú con una sustancia ácida y que las mediterráneas hacían con limón y trozos
de esponja de mar.
85 por ciento de las jóvenes en Colombia inicia el uso de métodos
anticonceptivos antes de tener hijos.
100 millones de mujeres, en promedio, toman cada día esta píldora en el
mundo.
Su uso se ha ido reduciendo.
98 por ciento de las colombianas conoce las anticonceptivas, aunque
prefieren usar otros métodos, como la ligadura de trompas y el dispositivo