El único riñón que tiene esta joven no le sirve; urge un trasplante

Este mal le impide a Judy conseguir trabajo fijo y tomar clases en una universidad. Hoy hace mensajería y estudia una carrera virtual.

Hace tres años Judy Varela perdió la función del órgano. Su vida depende de las diálisis.

Judy Varela Lozano nació hace 28 años en Chicoral (Tolima) con un solo riñón, pero solo se enteró de eso hace tres, por boca de un médico en un hospital de Bogotá.

"Mirando los resultados de una ecografía que me ordenó me preguntó, '¿Alguna vez le han hecho cirugías?'. Le contesté que no, y fue entonces cuando me dijo que sólo tenía un riñón", recuerda Judy.

Esa no fue la peor noticia, "el riñón que quedaba ya no servía, se había dañado y por eso mi sangre estaba contaminada. Terminé en el Instituto del Riñón, donde un doctor me dio a escoger entre morirme o vivir.  Cuando le dije que prefería estar viva, entonces me habló de las diálisis", dice.

Este fue el final de un duro capítulo de una enfermedad renal que comenzó cuando tenía 20 años. Un día empezó a sentir un dolor en la espalda que no se calmaba con nada: "Había días en que no podía ni permanecer acostada bocarriba. Ahí fue cuando consulté con un médico, que me ordenó radiografías y me diagnosticó una desviación leve en la columna. Me dijo que el dolor era por eso. Otros doctores opinaron lo mismo, me mandaron montones de pastillas y hasta terapias".

El dolor iba y venía, unas veces con más fuerza. De pronto, hace tres años, desapareció, "pero al poquito tiempo resulté con un brotecito por todo el cuerpo, que me picaba. Consulté en un hospital; el médico que me vio allá me dijo que yo estaba intoxicada y me mandó para la casa. Yo no quedé tranquila y me fui para otro hospital".

Al médico que la atendió le contó de su dolor, "y ése sí se preocupó. Me mandó unos exámenes de sangre y de orina... A la hora ya sabía que mi problema era grave".

Los médicos que analizaron su caso le dijeron que probablemente había perdido su riñón por una infección renal que se hubiera podido tratar fácilmente, "lloré mucho, mucho, sobre todo cuando me acordaba que el dolor era mi riñoncito avisando que se estaba dañando".

Desde hace tres años Judy se somete a un proceso de diálisis día de por medio, para filtrar las sustancias de desecho y los líquidos de la sangre que normalmente se eliminan a través de los riñones.

"Soy muy juiciosa con eso y con las indicaciones de los médicos, de eso depende que me sienta bien", cuenta Judy, que en mayo del año pasado logró entrar a la lista nacional de espera para un trasplante, tras imponer una acción de tutela.

Con eso sueña todos los días: "Por la enfermedad que tengo, no me contratan en ningún lado; tampoco puedo ir a una universidad a tomar clases, tengo que estudiar una carrera virtual... Debo ser estricta con el cuidado de mi cuerpo y de mi salud, con lo que como, con lo que tomo y con los controles. Y de amores, nada. No quiero pensar en nada que no sea lograr mi trasplante, en recuperar lo que perdí".

REDACCIÓN SALUD