Perder un hijo, uno de los peores dolores que hay

Según expertos la pena de esta pérdida es enorme y se necesita ayuda para superarla.

El abogado Jorge Andrés González, de 53 años, se quitó la vida el domingo pasado porque el dolor que le causó la muerte de su hijo Ángelo, de 13 años, tras ser atropellado por un bus de Transmilenio, fue más grande que él.

Así se registró la noticia de este hecho trágico que enluta a una familia bogotana, y que ha despertado sentimientos de solidaridad, sobre todo entre quienes son papás.

"La muerte de un hijo es inconcebible. No cabe en la cabeza de nadie y por eso no hay un solo papá o mamá que contemple, así sea por un segundo, la posibilidad de perderlo", dice la psicóloga y especialista en duelo, Isa Fonnegra de Jaramillo.

De acuerdo con la experta, autora de varios libros sobre el tema, "los hijos tienen un lugar especial en el mundo interno de los padres; unos son su fuerza, otros su patrimonio emocional. No es raro, por eso, que cuando los hijos fallecen, los padres digan que no se sienten capaces de seguir viviendo.Si bien en las primeras etapas del duelo la mayoría de estas personas dicen querer morir también, por lo general, con apoyo, logran procesar y aceptar la pérdida.

"Esa es la etapa más difícil del proceso de duelo", dice Manuel González, ingeniero y director de la Fundación Lazos.

González perdió a su hija adolescente hace 16 años. Murió atropellada por un camión conducido por un conductor ebrio. "Caímos en un estado de shock del que casi no salimos; en esa etapa cuesta aceptar; uno se despierta a medianoche preguntándose si de verdad pasó, si en realidad murió", cuenta.

"Dolor compartido, dolor diluido"

Junto con la familia, este ingeniero asistió a terapias con psicólogos durante año y medio para poder aceptar y superar la pérdida.

En ese camino, y tras conocer la existencia de grupos de apoyo en otros países para quienes han pasado por tragedias similares, contribuyó con la creación de la Fundación hace diez años.

"Una de nuestras consignas es 'Dolor compartido, dolor diluido'. La idea es que personas que están pasando por lo mismo se reúnan, hablen, compartan y se apoyen mutuamente", explica.

Fonnegra y González coinciden en que, en general, los colombianos no estamos preparados para brindar un apoyo adecuado a quienes pasan por un duelo.

Aseguran que, en lugar de escuchar pacientemente, quienes están alrededor tratan de distraer, de buena fe, el dolor de los deudos. "Los oye uno decir 'no hables de eso', 'mejor tómate un tinto', 'vamos a cine', '¿por qué no te vas de viaje con tu señora?', 'es tiempo de que lo superes...'. Y uno sólo quiere desahogarse y hablar de lo que le pasó. El duelo hay que resolverlo, hay que vivirlo, hay que sufrirlo, hay que gastarlo", afirma González.

Por la Fundación, que cuenta con grupos de apoyo en las principales ciudades del país, han pasado alrededor de 1.500 personas que han perdido a sus hijos.

Fundación Lazos: Teléfonos (1) 2537233 y (1) 2712748. En internet www.fundacionlazos.com

Cómo ayudar en un duelo

Escuche. Deje a la persona expresar su dolor y preste atención a cómo lo hace.

No cambie de tema. La intención es buena, pero lo mejor es que ellos se sientan libres de expresarse.

Sea sincero. A veces para evitar ofender al deudo, hasta sus amigos editan lo que van a decir y modifican su actuar. Ser sinceros ayuda a mantener abierta la comunicación.

No trate de arreglar la situación. El dolor de las personas ante una pérdida es una parte integral del necesario proceso de duelo. El consejo es acompañar, no intervenir.

No imponga cronogramas. Sólo el deudo sabe cuándo ha llegado a su fin su duelo. No trate de imponerle ideas sobre cómo debe terminarlo.