De paseo por el 'Cerebrarium' de Maloka
PPrimer edificio del mundo que
responderá, para el gran público, los interrogantes sobre el cerebro.
Este
lunes se inaugura en Bogotá 'Movimiento, la energía del pensamiento', una sala
de Maloka que es el abrebocas del Cerebrarium.
Para
entender la cordura, primero hay que volverse loco. Eso es lo que se piensa
apenas se traspasa la puerta de la nueva sala interactiva que será estrenada
este lunes en Maloka, y que es la compuerta que
conduce al visitante a un increíble viaje al cerebro.
Una experiencia sorprendente para un espectador que no llega preparado para
encontrarse consigo mismo, y que recibe un primer mensaje: "El ser humano
no tiene cerebro... ¡Es su cerebro!".
Allí está él, pensando en la trascendencia de esa frase y en lo bien que suena,
cuando, sin previo aviso y sin necesidad de ningún traje espacial resulta
empujado a una cápsula donde la gente siente la lluvia, pero no se moja; siente
el vacío, pero no está cayendo; siente miedo, pero nadie va a hacerle daño; ve
y respira la placidez de un frondoso bosque, pero en realidad está metido en un
cilindro con otras catorce personas.
Como si fuera Alicia en un país de las maravillas, el visitante se transporta a
paisajes y estados, gracias a las imágenes proyectadas en el techo y en el piso
de la cápsula, afianzadas por el sonido envolvente que las acompaña y que
llevan a que cada cual construya el resto de la escena. Así, las personas
sienten un cúmulo de sensaciones reales, que son solo una creación del cerebro.
Estos 15 minutos son la primera parte de la sala interactiva "Movimiento:
la energía del pensamiento", fase temporal, a mediana escala, de lo que
será el Cerebrarium, que se inauguraría a finales del
2012 y que se convertirá en el protagonista principal de la expansión de Maloka.
Será el primer edificio en el planeta concebido en su totalidad para develar
los misterios de este entramado laberinto que todos llevamos en la cabeza.
"Allí, la gente va a encontrar qué somos por dentro, por qué tenemos lenguaje,
por qué sentimos la música, por qué sentimos amor", dice el prestigioso
neurólogo colombiano Rodolfo Llinás.
"Es un proyecto ideado y desarrollado por colombianos, y no solo con el
aporte científico de los neurólogos Rodolfo Llinás y
Roberto Amador, sino de ingenieros, músicos, actores, diseñadores, realizadores
audiovisuales y arquitectos que con su trabajo promueven el interés por el gran
motor del universo que es el cerebro humano", afirma la directora de Maloka, Nohora Elizabeth Hoyos.
En la nueva sala, los visitantes podrán entender cómo ha sido la evolución del
cerebro a través de diferentes organismos, desde la esponja hasta el Homo Sapiens. "Se explicará cómo se generan el movimiento,
la predicción y la intencionalidad.
Esto,
a través de experiencias interactivas, de audiovisuales, de cómics
y de varios personajes virtuales y reales que guiarán toda la experiencia para
hacerla cercana y legible para todo el público", señala Giovanny Piedrahíta, jefe de
escenarios interactivos de Maloka.
Después de aquella primera cápsula de sensaciones, se pasa a otro salón
diseñado para entender, por medio de paneles con historietas, uno de los
principales mensajes que deja este recorrido: y es que la necesidad de
movimiento de los seres vivos para alimentarse, huir o defenderse fue la que
logró que se creara un sistema nervioso y se desarrollara el cerebro.
"Lo
que hemos dado en llamar pensamiento es la interiorización evolutiva del
movimiento. El control cerebral del movimiento organizado dio origen a la generación
y naturaleza de la mente", explica Rodolfo Llinás.
Para entender mejor
La parte central del recorrido es un salón en forma de domo para 40 personas en
donde la gente se encuentra con los protagonistas de este recorrido: Leonardo,
un ingeniero curioso, que tiene la intención de fabricar un aparato que simule
el cerebro, y que es interpretado por un actor.
Sofía,
la hermanita inquieta, que traduce a un lenguaje más cercano todo lo que dice
su hermano científico.
Y Micaela, que es una neurona que le sirve de guía.
Estos
dos últimos son personajes virtuales que cobran vida en la proyección del domo,
desde donde conversan con Leonardo, que es un joven normal, lejano a la idea de
científico convencional que la gente pueda imaginar.
"Se pasó por muchas ideas, desde un mago hasta el modelo del científico
despeinado, pero optamos por este ingeniero inquieto, pues la idea es que la
gente se sienta identificada y no trabajar sobre modelos preconcebidos. Así,
los niños y adolescentes no verán la idea de ser científico como algo
lejano", reitera la productora audiovisual del proyecto, Mónica Arroyave.
El cuarto personaje es el mismo público, que va entendiendo y se va
sorprendiendo con su propio cerebro.
Por eso, una de las zonas más divertidas es la final, cuando los visitantes son
los protagonistas de los conceptos que se mencionan durante el recorrido.
Es
como una región de entrenamiento cerebral, donde el motor que rige a los
humanos también los engaña. Hay, por ejemplo, una rayuela que se distorsiona
porque es una proyección que no es fija, y despista a los patrones de
comportamiento que se tienen. También hay unas gafas que hacen que todo lo que
está del lado derecho se vea al lado izquierdo.
Otro ejercicio que hace parte del final son las neuronas en espejo, mecanismo
que permite ponerse en el lugar del otro e imitarlo. Con videos de personas que
bostezan o ríen a carcajadas, los visitantes no podrán evitar repetir las
mismas acciones por el efecto que causan en nuestra 'torre de control'.
Se trata de quitarle la solemnidad a la ciencia e incluir la diversión como
ingrediente para acercarla al gran público, un rasgo de la identidad de Maloka, en sus doce años de existencia.
"El cerebro y el conocimiento dejan de ser propiedad de una disciplina y fortalecen
la comprensión de la individualidad y de las cualidades propias del ser.
Conocer
el cerebro es conocerse a sí mismo. Dentro de la revolución del conocimiento la
emoción se está abriendo camino, algo que fue negado por muchos pensadores y
religiones. Pero el pensamiento dura 800 milisegundos y la emoción va dentro de
él", dice el neurólogo Roberto Amador, también asesor científico de Maloka desde sus inicios.
Todo este asombro, para hacernos caer en la cuenta de que el cerebro, motor
maravilloso de nuestro universo, equivale apenas al 2 por ciento del nuestro
cuerpo y solo necesita de la energía diaria de catorce vatios para funcionar.
¡Menos que la bombilla de una nevera!
Los
cerebros inversionistas
Del
total de seis mil millones de pesos que aporta el Grupo de Energía Bogotá, mil
quinientos millones de pesos se destinaron para esta sala. El resto irá al Cerebrarium y para la ampliación de Maloka,
explica Sigrid Falla, directora de Investigación y
Desarrollo de la institución.
La
nueva fase se distribuirá en