En la actualidad existen diferentes técnicas y procedimientos para controlar
y hacer más llevadera esta enfermedad.
Aunque el mal de Párkinson es una enfermedad degenerativa e incurable, tiene
tratamientos efectivos que les permiten a los pacientes controlar síntomas como
la rigidez, la lentitud en los movimientos, el temblor y las alteraciones del
equilibrio.
Hay varias opciones, que se seleccionan de acuerdo con la severidad de los
síntomas y las características de la persona.
Medicamentos: el eje del tratamiento con fármacos son aquellos que imitan o
facilitan la producción de dopamina; este neurotransmisor es el encargado de
darles armonía, continuidad y efectividad a los movimientos. En los afectados
por párkinson esta sustancia es escasa o no existe.
Hay una amplia variedad de estos medicamentos.
Rehabilitación: debe ir a la par con el manejo farmacológico; consiste en la
aplicación de técnicas médicas, terapéuticas e incluso psicoterapéuticas,
orientadas a mantener las funciones, minimizar discapacidades y lograr
adaptaciones del paciente al proceso de su enfermedad. La meta es que lleve una
vida normal.
Cirugías: hay procedimientos definidos desde el plano quirúrgico, orientados
a manejar complicaciones que puedan presentarse por el desarrollo de la
enfermedad o por la no respuesta al tratamiento con medicamentos. Se
intervienen áreas determinadas del cerebro, para regular movimientos.
Hoy también se recurre a la implantación de estimuladores eléctricos, que
funcionan como marcapasos. Estos ponen a todas las neuronas a actuar en la
misma frecuencia.
Gabriel Arango
Neurólogo
Especial para EL TIEMPO