Después de una jornada de actividades escolares, juegos y risas, los niños necesitan
un momento de tranquilidad, en el cual se deje de lado la energía del día, para
recibir la noche y tener un sueño reparador. Por eso, leerles un cuento antes
de dormir es un buen ejercicio que solo redunda en beneficios para los
pequeños.
“Una lectura apropiada en la noche contribuye significativamente con su
desarrollo socioafectivo, debido a que hay un
acercamiento y una proximidad física con los padres”, explica Paula Bernal,
sicóloga infantil y de desarrollo.
Para escoger la historia adecuada, la recomendación es buscar aquellas que
se acerquen a la realidad que viven los pequeños y les hablen su mismo
lenguaje. Por eso, deben abordar de una manera sencilla temas como la entrada
al jardín, cómo dejar el pañal o la llegada de una mascota a la familia. Es
clave que sean los niños quienes elijan el libro de su preferencia para cerrar
el día, el cual debe tener más gráficos que texto.
“Si el niño quiere leer el mismo cuento 10 noches seguidas, hay que
dejarlo”, comenta Bernal.
La razón: esta es su manera de conectarse con el mundo que lo rodea y de
entender cuestiones que, de acuerdo con su edad, necesita saber, como los
colores o los animales.
De esta manera, una buena lectura en la noche también es una herramienta
para que los padres les expliquen a sus hijos temas tan complejos como el
divorcio.
“´Por ejemplo, un cuento infantil puede hablar de
cómo papá oso reúne a los hermanitos y les dice que va a separarse de mamá osa,
pero que sus padres siempre los van a querer”, añade Bernal.
Adicionalmente, algunos textos pueden ayudar a aquellos infantes que
normalmente sufren de pesadillas, en la medida en que les enseñan a manejar el
miedo y los preparan para procesar los conflictos.
Por eso, al finalizar la lectura conviene tener una charla con los hijos
para averiguar qué aprendieron, qué fue lo que más les gustó y cuál fue la
moraleja de la historia.
Así mismo, dado que uno de los objetivos de la actividad es prepararse para
el descanso nocturno, lo ideal es que la lectura sea parte de la rutina diaria
y se haga justo antes de dormir y después de haber tomado un baño, en los casos
en que se acostumbre hacerlo.
Desde el punto de vista cognitivo, los libros se convierten en una fuente de
aprendizaje que le permite al niño adquirir habilidades, incluso previamente a
que aprenda a escribir.
“Antes de cumplir 18 meses está reconociendo los fonemas del idioma. En ese
momento, los libros son un medio para usar el lenguaje y activar las funciones
que le ayudarán a hablar y a desenredar la sintaxis y la gramática”, dice
Bernal.
Por otro lado, cuando los padres siguen la lectura con el dedo, los infantes
aprenden que se lee de izquierda a derecha y de arriba a abajo; que hay
separación entre las palabras y que las letras transmiten un significado.
“Por eso, cuando los niños están grandes es importante que padres e hijos se
acostumbren a leer juntos”, dice Bernal.
Por último, la lectura debe tener un componente de creatividad en el que
sean comunes los cambios de voz en el diálogo de cada personaje; los gestos, la
entonación pertinente con la historia y los movimientos con las manos para
ilustrar lo que quiere decir el texto. “Si el lobo dice: ‘sopló y sopló’,
soplarle al niño suavemente”, dice la sicóloga Bernal.
De esta manera, se despierta el amor por la lectura, se enseñan valores y la
curiosidad hacia el saber.
‘‘Si se le lee a un niño desde que nace, aprenderá a reconocer la lectura
como un medio para conectarse consigo mismo y con los demás”.
Paula Bernal, sicóloga infantil y de desarrollo