Con La Palabra, Reducen ‘Matoneo’

Solo con cambiar el timbre que sonaba entre clases y descansos por una canción bajaron las peleas en el colegio Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, de La Ceja, oriente antioqueño.

La sencilla treta se les ocurrió a los profesores, padres y alumnos en el 2008, cuando se reunieron con el secretario de Educación del pueblo, Mario Velásquez, a pensar las causas de los conflictos escolares.

Así descubrieron que el tradicional ring causaba estrés entre los estudiantes, los hacía chocar y muchos se iban a las manos. La melodía se deja entre minuto y medio y dos minutos, tiempo suficiente para relajarse y conversar.

“Esto era mucho desorden y desde que está sonando la melodía tenemos más tiempo de organizarnos para la otra clase”, anota Marcela Díaz, quien está en 11. Los mismos estudiantes escogen las tonadas y las ponen por turnos.

Posteriormente, han institucionalizado el ‘Día del abrazo gratis’ y la campaña del ‘Solo por hoy’, en la cual se formula un propósito individual, lo plasman en una cartelera y lo aplican en un día, pero con la intención de que sea permanente.

La profesora Mary Luz Páez asegura que esas pequeñas acciones se han vuelto cultura institucional. “Ahora los muchachos son muy afectuosos y el que llega nuevo a pelear se acopla, porque no encuentra con quién”, dice.

Esta experiencia y otras que se aplicaron en La Ceja fueron tan exitosas que el Banco Mundial (BM) pagó 580 millones de pesos en asesores extranjeros para que acompañaran el programa de Convivencia Escolar. El Municipio puso 100 millones.

Además, la tomaron para replicarla en 440 planteles, como componente del programa de mejoramiento de la calidad educativa, que se financia con 21,9 millones de dólares prestados por el BM, y con Velásquez a la cabeza. Ya han llegado a 190 colegios.

En otros colegios En las indagaciones que viene haciendo hallaron manuales de convivencia que no operan porque no se hacen en común, no se socializan lo suficiente o se aplican de manera arbitraria.

También encontraron que hay problemas no se cortan a tiempo. “Son líos que, pudiéndose resolver en el aula, se dejan pasar y llegan al patio a la hora de descanso, salen del colegio y trascienden a la pandilla”, anota Velásquez.

La otra constante es el divorcio entre la institución, el estudiante y su familia. Por eso, lo que se trabaja en la casa se pierde en el colegio y viceversa.

La nueva metodología les da más voz a padres, alumnos, profesores y directivos en los comités de convivencia, crisol de donde salen las pautas de comportamiento. Además, capacitan a los docentes para que motiven el trabajo en equipo y que sus muchachos se acostumbren a argumentar.

Debates de temas espinosos Una herramienta que aplican en clase son las ligas de debate, donde un grupo se divide en dos en torno a un tema espinoso; varios hacen de defensores y otros de contraparte, y luego cambian los roles.

Parece increíble pero ese ejercicio ayuda a contrarrestar el tan común ‘matoneo’ o Bulling, situaciones donde unos muchachos le hacen la vida imposible a otros hasta conducirlos a desertar o al suicidio, como ha ocurrido.

Velásquez explica que ahí existen tres agentes: el que intimida lo hace en público porque busca opacar al otro; el intimidado, que suele ser inteligente pero con la autoestima baja, y los testigos, que actúan con indiferencia.

Al obligarlos a que cada uno se ponga en los zapatos del otro, están al mismo nivel, quitándole poder a uno y dándole seguridad al otro. Obviamente, en ocasiones también hay que resolver asuntos de infraestructura, como instalar una malla para controlar la entrada y salida de personas o ampliar unas escalas para que no se atropellen.

De lo que sí está seguro Velásquez es de que la mayoría de las veces lo más efectivo no requiere plata. Y cuenta una anécdota del liceo María Josefa Marulanda, donde el 95 por ciento del alumnado son mujeres, muy susceptibles con asuntos del vestir.

Las de último año se mandaron a hacer su chaqueta con la inscripción Prom 11-2008 en la espalda, y las de décimo, que se sentían rivales, pintaron las suyas, anticipándose un curso, con la leyenda Prom 11-2009. No faltaban las miradas rayadas de lado y lado; a veces se iban a las palabras y a la agresión física. Pero la solución fue simple: ponerlas a ir sin uniforme, y, claro, sin las prendas que atizaban la confrontación