Estudios revelan los efectos en los hijos cuando uno de los padres debe marcharse

Según un estudio, se generan cuatro tendencias familiares, según cómo se haya experimentado la migración.

Tenía 5 años cuando su mamá migró a España en busca de nuevas oportunidades. La pequeña, de padres separados, se quedó al cuidado de su tía materna, mientras su madre encontraba los recursos necesarios para vivir con su hija fuera del país. Solo después de que cumplió 18 años se reencontraron y esto tuvo efectos en su vida y en sus relaciones.

Yolanda Puyana de Villamizar, trabajadora social, experta en estudios de familia y género, participó en una investigación sobre familias transnacionales, es decir, en las que uno de los padres debe irse.

Específicamente, con 54 hijos de padres migrantes de siete ciudades del país y bajo la consultoría de la Fundación Esperanza, la financiación de la Universidad Nacional y la ayuda de otras cinco universidades colombianas.

La experta señala que “el objetivo del estudio era ver cambios y conflictos familiares cuando ocurre la migración de uno de sus miembros”. A partir de las evaluaciones, dice, se encontraron cuatro tendencias:
1. La migración generó una situación de resquebrajamiento, dolor, rabia e ira. Los niños y jóvenes no tuvieron una buena despedida ni conocimiento del proceso que iban a vivir. Interpretaron la migración como abandono.
2. La migración generó un proceso de idealización de lo que no se tiene. Cuando hay una mala relación y los padres viajan, esta mejora porque se extrañan y encuentran cualidades no vistas antes.
3. Hay un vínculo fuerte; los hijos, aún pequeños, no lo ven como abandono, sino como una situación de sacrificio hacia ellos. Tuvieron el apoyo de cuidadores y no perdieron el referente familiar.
4. Niños con padres violentos que sienten que la migración fue la mejor opción.

Por su parte, Margarita Echeverri Buriticá, profesora de la Pontifica Universidad Javeriana y doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, quien además hizo seguimiento a niños y jóvenes que vivieron procesos migratorios hacia España, asegura que los pequeños no son tomados en cuenta en estos procesos y esto deja secuelas emocionales. “Tendemos a desposeerlos de sus capacidades y condiciones de actores sociales y sujetos que están implicados en el proceso”, indica.
Echeverri también señala que las políticas migratorias pueden hacer que los procesos de reagrupación familiar sean más largos y dolorosos. Hay que prepararse para este proceso.

 

La comunicación, en primer lugar
- Los niños también tienen procesos migratorios; la familia no debe decidir por ellos. A pesar de ser tan pequeños o jóvenes, ellos también hacen parte de las decisiones sobre los procesos familiares.
- La migración es dolorosa, pero si hay comunicación antes de comenzar el proceso, la relación será más favorable.
- Es conveniente hacer rituales de despedida, de encuentros virtuales.
- Hay que entender que la concepción de tiempo y espacio de un niño es distinta. Por ejemplo, un padre puede decirle a su hijo que vuelve en tres meses, mientras el niño lo espera, pero realmente se demorará más tiempo en hacerlo. Es importante no engañarlo y ubicarlo en el momento que está viviendo.

 

Evento sobre migración
El próximo 13 de octubre se realizará el seminario internacional Género, Migraciones y Familias Transnacionales, en la Universidad Nacional de Colombia y la Pontifica Universidad Javeriana. La entrada es libre. Inscripciones: 316-5000, ext. 10415; 316-5219, o seminariogenero.migracion@gmail.com.

 

Por Karen Johana Sánchez
Redactora ABC del Bebé