Un día en el pabellón de quemados
del Hospital Simón Bolívar
Las
imágenes más conmovedoras son las de los niños, que se queman por descuido en
la casa.
La
principal causa de ingreso de los pacientes es por quemaduras con líquidos
hirvientes.
Las
54 camas de la Unidad de Quemados del Hospital Simón Bolívar -en las que se ha
atendido a más de seis mil personas en los últimos 11 años- han sido
espectadoras silenciosas de historias que, aunque en su mayoría desgarradoras,
ante todo son de vida.
El blanco de las paredes del séptimo piso del edificio, ubicado en el costado
occidental de la carrera 7a. con calle 165, contrasta con el tono oscuro de las
quemaduras de los pacientes y el amarillo de las vendas que cubren su cuerpo.
Jairo Quintero, oriundo de Ibagué, llegó a este recinto hace cuatro meses,
luego que un suceso, que él mismo califica como "absurdo", le
cambiara su existencia para siempre.
"Mi mujer tiró una chaqueta, que cayó en los cables de la energía, estaba
lloviendo y, al intentar bajarla, me electrocuté", cuenta Quintero con una
sonrisa que en principio es difícil de entender, pero que luego él mismo
explica de manera sencilla.
A sus 38 años de edad y con la responsabilidad de seis hijos, Jairo ya no podrá
contar ni con sus piernas ni con su brazo derecho; luego de cinco cirugías, en las
que, además de amputarle las extremidades, le realizaron injertos de piel, el
tolimense asegura que es "el consentido de la unidad" y agradece que
Dios y el personal de este lugar le hayan salvado la vida.
Federico Fernández, neumólogo, resalta que, aunque "todos los casos que
ingresan son graves porque quemarse es una tragedia", lo más gratificante
de su trabajo "son los que sobreviven", esto, si se tiene en cuenta
que la mortalidad de estos pacientes es del 18 por ciento.
La causa más común
El 44 por ciento de las quemaduras por las que ingresan al pabellón son
causadas por líquidos hirvientes, que pueden ir desde agua de panela hasta
leche; otras causas son la gasolina, la electricidad, las explosiones y la
pólvora.
Germán Bernal, pediatra, señala que a diario ocurren accidentes en los que las
mamás descuidan líquidos calientes cerca de sus hijos y luego hay que
lamentarlo.
Sin embargo, allí no sólo atienden casos de quemaduras: la afección de la piel
conocida como el síndrome Stevens Jonson -que tiene
síntomas de urticaria y hace que la piel se caiga por capas- también se ha
robado la atención del personal de la unidad.
El equipo de la unidad
La doctora Patricia Gutiérrez, cirujana plástica y directora de la Unidad de
Quemados -que cumple 27 años de fundada este mes- señala que en el pabellón se
atiende desde el habitante de la calle que se electrocuta tratando de robarse
un cable hasta extranjeros que prefieren la atención del equipo de 85
profesionales con el que cuenta el pabellón.
"Somos sencillos en nuestro manejo, nuestra fortaleza es el equipo humano
-dice Gutiérrez-. El tratamiento para un quemado es de cuidado porque las
consecuencias son terribles. La sociedad no está preparada para reincorporar a
estas personas".
Mónica
Vargas León
EL TIEMPO ZONA