¿Qué es la enfermedad? ¿Qué es salud? ¿Qué tanto
factores sociales, emocionales o económicos, (por nombrar sólo algunos)
‘afectan’ la salud de un individuo? ¿Qué tanta influencia tienen los
laboratorios ‘inventores’ de fármacos en la propagación o limitación de las
enfermedades? ¿Los problemas en el área de la salud se relacionan únicamente
con la logística de cómo se realiza el proceso de curación? Todas las preguntas
anteriores (y muchísimas más) rondan el área de la salud, porque si alguna
profesión está obligada a revisarse en el Siglo XXI es precisamente la Medicina
y no porque no presente avances valiosos y significativos en muchísimas áreas
del cuerpo humano, sino por la forma como concibe la enfermedad y su curación
(!). Y algo muy serio debe estar pasando cuando ya se anuncia públicamente que
el mayor número de intervenciones en Medicina se realizan para reparar errores
médicos. O sea que, en lenguaje elemental, más se gasta en mejorar malos
diagnósticos que en sanar inicialmente la primera dificultad. Empecemos a hilar
delgado…
La participación de los laboratorios en el proceso
de la salud es absolutamente perverso. Las casas
farmacéuticas ‘viven’ de la enfermedad. Necesitan que la enfermedad ‘exista’
porque la enfermedad le da sentido al negocio. ¿Qué sucedería si para sanar no
se necesitaran drogas? Hay que escuchar a Angela
Merck defendiendo con vehemencia la industria farmacéutica alemana para medir
la dimensión del problema. Cualquier intento de ‘sanar’ sin droga es una
amenaza latente y poderosa contra el ‘negocio’. De allí que los laboratorios
farmacéuticos ‘patrocinen’ simposios y congresos, inviten a los médicos, paguen
pasajes y estadías, ‘regalan’ muestras médicas, todo con el objetivo de
‘colocar’ sus drogas en el recetario del profesional. Los visitadores médicos
bombardean con las ‘nuevas’ muestras que necesitan ubicar en los consultorios
para no interrumpir la cadena productiva.
De allí que profesionales que se atrevan a mirar la
enfermedad desde otra perspectiva sean una amenaza total. Hay que macartizarlos y sobre todo, desprestigiarlos. Ubicarlos en
la categoría de locos o brujos como una manera de invisibilizar su trabajo.
‘Decodificación biológica’, por ejemplo, maneja una concepción diferente de la
enfermedad: de esta corriente médica son conceptos como: “La pena que no sale
en lágrimas hace llorar otros órganos”. O también “el cuerpo grita lo que la
boca calla”. “La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma”.
“Algunas veces el resfrío ‘chorrea’ cuando el cuerpo no llora. El dolor de
garganta ‘tapona’ cuando no es posible comunicar las aflicciones. El estómago
arde cuando las rabias no consiguen salir. La diabetes invade cuando la soledad
duele. El cuerpo engorda cuando la insatisfacción aprieta. El dolor de cabeza
deprime cuando las dudas aumentan”. Conceptos revolucionarios para la medicina
de los fármacos y de las drogas. Porque el ser humano tiene múltiples
posibilidades de sanación cuando se mira su vida en forma integral. Los errores
médicos están hablando de una urgente necesidad de cambio, no solo en la
logística, sino también en la concepción de lo que significa sanar. La
enfermedad es una señal que debe ser ‘escuchada’ y no ‘callada’ con droga
porque lo que se produce entonces son nuevos síntomas que buscan ‘hablar’ lo
que se silenció. A la medicina tradicional le puede suceder lo mismo que a la
religión: o se revisa y cambia, o afronta la desbandada de pacientes hacia
miradas mas integrales (y sanadoras) de salud.