Óperaterapia
Mayo 17 de 2010
Por Isabel Peláez R., reportera de El País
La Flauta Mágica sosiega, La Traviata
cura la desilusión y la Meditación de Thaïs sirve
para relajarse. Sinfonías curativas.
Juan José Lopera no sólo es un tenor lírico colombiano que ha demostrado
en distintos escenarios del mundo, como La Scala de
Milán, Londres, París, Viena, Munich y Berlín, el
poder de su voz, también es un médico convencido del efecto terapéutico de lo
que canta.
Él mismo ha
sucumbido ante La Flauta Mágica, que además del encantamiento de su melodía y
de su trama (un joven que a partir de la búsqueda del amor encuentra la
superación personal), le ha curado el estrés y las dolencias del alma.
Especializado en
medicina bioenergética y alternativa, Lopera ha estudiado, durante sus viajes
por el mundo, los efectos espirituales del canto y ha dictado seminarios en
Suiza, Finlandia, Noruega, Italia, Francia, España e Israel, para enseñarle a
la gente (cante aunque no cante) a usar la música para relajarse, meditar, autosanarse y sanar a otros.
Fue, además,
testigo en el Chocó, donde hizo un estudio sobre jaibanismo,
y en la Sierra Nevada de Santa Marta, con los arhuacos,
de cómo usan canciones, encantamientos y músicas repetitivas para inducir a sus
enfermos a un estado de meditación, trance y facilitar el acto terapéutico.
“La música hace que
el cerebro produzca sustancias endorfinas, que regulan el sistema inmune y
permiten que un paciente bajo el efecto de la melodía y la voz responda mejor y
más efectivamente a acciones terapéuticas, a los medicamentos o a la
fisioterapia”, explica el médico.
Juan J. Lopera ·
Estudios: graduado de médico, tomó clases privadas de canto. Ganó el
concurso de la Radio Alemana. |
· Grabaciones: Grabó óperas completas de El Otello y Le Nozze di Teti e di Peleo, La Viuda Alegre, Il
Marito Disperto
Lopera formula, por ejemplo, para quienes suelen estresarse con facilidad, El
Encantamiento del Viernes Santo en Parsifal o El Preludio de Lohengrin, de Wagner. Dice que producen en quien las
escucha un estado en el cual el pulso cardíaco se hace más lento, la presión
baja, la respiración se vuelve más profunda y serena y se genera un estado de
relajación profunda.
Pero si se quiere
llegar a un estado de paz total, basta con unas óperas de Wagner o de Mozart,
con altas dosis de mística. No es gratuito que éstas y otras obras sean
utilizadas en hospitales de Estados Unidos, Alemania, Francia y Suiza para
tratar varios trastornos.
Y es que hasta para
el mal de amores hay una pócima sinfónica: La Traviata.
La explicación la tenían los griegos, que bien sabían sobre la función más
importante del arte, la catártica. El tenor asegura: “En una ópera hay un
movimiento emocional que se identifica con los actores, con la música, con el
argumento y, desde allí, sentimientos que uno tiene guardados o bloqueados
salen a flote. Y se recupera ese estado de armonía oculto tras la rabia y la
desilusión”.
El efecto
relajante, reparador y curativo de la música, nos cuenta Lopera, está avalado
hasta por los laboratorios de Biofeedback de la
Universidad de Harvard, donde existen tablas de valores en los que se demuestra
todo su poder.
Lopera invita a las
personas a aprender a escuchar la música desde el corazón.
Para ello ha programado
el próximo 21 de mayo, a las 7:30 p.m., en el Gran Salón Alma & Canto de la
Fundación para el Arte Latinoamericano, en la Carrera 118 No. 7-10, de Ciudad
Jardín, un concierto único. Allí cantará fragmentos de Don Giovanni, La Traviata, Elixir de Amor, Lucia di Lammermoor
y La Flauta Mágica, dentro de un ambiente muy especial que favorecerá una
escucha diferente.
En pocas palabras
“El arte tiene una
función curativa, de relajación y ayuda a las personas a salir de la depresión
y de la desesperanza”. Juan José Lopera, Tenor.
Recetas sinfónicas óperas para el alma
·
Contra la depresión: La Traviata,
La Bohemia, Tosca.
·
Para niños: La Flauta Mágica y el intermezzo
sinfónico de La Caballería Rusticana, que es muy apacible.
·
Para meditar: El fragmento de Meditación de Thaïs y algunas óperas de Wagner y de Mozart generan un
estado de contemplación casi místico.
Una sinfonía para cada mal
·
Insomnio: Preludio para la Siesta de un Fauno, de
Debussy.
·
Hipertensión y ansiedad: Las Cuatro Estaciones,
Vivaldi.
·
Depresión: Concierto para Violín de Beethoven.
·
Dolor de cabeza: Sueño de Amor de Listz.
·
Cólicos o males estomacales: Concierto de oboe de
Vivaldi.
·
Pérdida de energía: Obertura de Guillermo Tell de Rossini.