Junto
a los antibióticos y a los analgésicos, las drogas para controlar la secreción
de ácido del estómago están entre los fármacos más consumidos del mundo. No es
para menos: estas dolencias, de las que hacen parte las úlceras pépticas, el
reflujo gastroesofágico, las infecciones causadas por
la bacteria Helicobacter pylori y las hemorragias digestivas, son de alta
frecuencia.
Medicamentos como el omeprazol, el lansoprazol, el pantoprazol, el rabeprazol y el esomeprazol
forman parte de los llamados inhibidores de la bomba de protones (IBP), que se
usan desde hace más de 20 años en medicina para atenuar los síntomas y tratar
estas enfermedades. Muchas personas los utilizan por recomendación médica. El
problema está con aquellas que deciden usarlos por su cuenta, sin control y por
término indefinido.
Frente a esta situación es importante aclarar algunas cosas.
¿Cuándo
deben tomarse estos fármacos?
Cuando la enfermedad y la sintomatología, diagnosticadas por el médico, definan
que es necesario. En otras palabras: siempre deben estar sujetos a la fórmula
médica.
Pero
se venden sin receta...
No debería ser así. Si bien estos medicamentos eliminan algunos síntomas,
pueden enmascarar enfermedades que van desde una simple dispepsia o úlcera,
hasta tumores malignos. Es necesario diagnosticar estas dolencias antes de
tomarse estos fármacos.
¿Son
medicamentos seguros?
Sin duda. Estudios muy serios llevados a cabo durante las últimas dos décadas
han demostrado que son medicamentos seguros, benéficos y que mejoran la calidad
de vida de muchos pacientes, particularmente los afectados por reflujo gastroesofágico.
¿Eso quiere
decir que no tienen efectos adversos?
Ningún medicamento hace parte del cuerpo humano y, en mayor o en menor medida,
pueden causar efectos adversos. Estos no son la excepción. Entre el 1 y el 5
por ciento de quienes los consumen pueden presentar diarrea, estreñimiento,
náuseas, dolor de cabeza o reacciones alérgicas.
Se dice que
quienes toman estas drogas por largo tiempo pueden sufrir infecciones graves...
Pues se ha dicho que la reducción de la producción de ácido del estómago
favorece el crecimiento de algunas bacterias, como el Clostridium
difficile, causante de infecciones, pero eso no es
cierto. Hay evidencia científica según la cual las personas que han presentado
neumonías o infecciones intestinales las habrían tenido, incluso, sin tomar el
medicamento.
¿Es
cierto que aumenta el riesgo de fracturas?
Se ha sugerido que esa disminución del ácido también altera la absorción del
calcio, vital para el fortalecimiento óseo, pero eso tampoco se ha demostrado.
¿La
gente se puede reinfartar por estas drogas?
También se ha sugerido que bloquea algunas drogas que impiden que las plaquetas
se acumulen y tapen las arterias. Lo cierto es que, cuando esto ha sucedido,
estudios prospectivos, de alto nivel metodológico y científico, no han logrado
demostrarlo.
¿Y cáncer?
La gente puede estar tranquila: no producen cáncer.
Si son tan
seguros, se pueden tomar indefinidamente...
Nada de eso. Son seguros, pero no para usarlos de manera indiscriminada.
Siempre hay que visitar al médico. Es un error tomar fármacos por largos
periodos sin control.
*Profesor de gastroenterología, U.N.
'Llevo
doce años tomándome este medicamento'
"Comencé
a tomar omeprazol a raíz de un reflujo. El médico me
lo recetó porque el ácido ya me estaba dañando el esófago. Además de
recetármelo, me recomendó dormir prácticamente sentado. Al comienzo me tomaba
dos pastillas: una por la mañana y otra por la noche. Me sentaron bien y por
eso nunca lo suspendí; hace seis años un doctor me sugirió bajar la dosis y
siguió sentándome bien.
"Cada tres años me hago una endoscopia y el médico me recomienda seguir
con el omeprazol. He leído sobre efectos secundarios,
pero nunca he sentido nada y no he intentado dejarlo. Sigo los consejos de no
comer antes de acostarme y así el reflujo desaparece."
Rodolfo Arturo Garzón, de 71 años.
William Otero Regino
Para EL TIEMPO