Cada Vez Hay Más Consultas Odontológicas Erosión Y Compresión, Lesiones Dentales Futuras

LA NACION (ARGENTINA) La composición de los alimentos, ciertos hábitos de higiene o costumbres como comerse las uñas, junto con la tensión cotidiana, pueden estar jugándoles una mala pasada a nuestros dientes.

En silencio, y lentamente, esos ingredientes del estilo de vida erosionan, desgastan o provocan fracturas microscópicas en los tejidos dentales, que se convertirán en las lesiones del futuro.

“Se ven cada vez con más frecuencia en los consultorios y los pacientes consultan por hipersensibilidad o algún problema estético, como tener un diente más largo que el resto, o porque se les mete la comida entre los dientes”, explica la doctora Nélida Cuniberti, profesora adjunta de la Escuela de Odontología de la Universidad del Salvador (Usal) y de la Asociación Odontológica Argentina (AOA).

Añade que es clave que el odontólogo las diagnostique y las busque porque, cuanto más pequeñas, más fácil es frenar el desgaste.

Además, el diagnóstico temprano de ese tipo de lesiones evita que lleguen al tejido blando del diente (dentina) y se acelere su avance. “El paciente no va a perder los dientes en un año, pero si no recibe tratamiento las lesiones se combinan”, agrega.

Desde hace 15 años, junto con su esposo, estudia estas lesiones cervicales (en el cuello del diente) no cariosas y sus combinaciones. Las investigaciones las hicieron en pacientes actuales y en cráneos de aborígenes prehispánicos. Los resultados revelaron que estas lesiones apenas están apareciendo.

“Consumimos muchas bebidas y alimentos erosivos con componentes ácidos y conservantes, tenemos un excesivo cuidado de la figura femenina, que promueve la aparición de los trastornos alimentarios, y un nivel de estrés que crece. Todo esto favorece la aparición de estas lesiones”, afirma el doctor Guillermo Rossi, ex presidente de la Sociedad Argentina de Periodontología y coautor del libro con los resultados de esas investigaciones.

Objetos extraños “Abrasión, erosión, compresión y sus secuelas son las lesiones no cariosas que se ven con atención en los pacientes del mundo urbano”, escribió el doctor Alberto dell’Acqua, maestro de la odontología por la OAO, en el prólogo del libro.

La abrasión es el “desgaste patológico” del diente, causado cuando se introducen en la boca objetos o sustancias que frotan o raspan la estructura dental. Esto hace que los dientes pierdan tejido duro en el límite con la encía; el esmalte suele quedar intacto.

Esta lesión tiende a dañar los premolares superiores y, según los expertos, el tipo y la gravedad del desgaste dependerán de la forma del cepillado y de si la crema es abrasiva. Esta –según Cuniberti– es la que menos dolor produce, porque el cepillado aplasta las terminaciones nerviosas como si las sellara. Explica que, cuanto más abrasiva sea la pasta y se combine con un cepillo blando, las cerdas serán más “como una lija”.

Por eso, lo ideal es usar crema con flúor, que fortalece la estructura dental, y con un pH neutro de alrededor de 7 ó más, los geles y productos sin sabor a cítricos.

El desgaste se puede producir también por el roce continuo del retenedor de prótesis removibles o por hábitos laborales, como sostener clavos con los dientes en la construcción o la reparación de zapatos, estar expuestos al polvo en lugares donde se manipulan sustancias abrasivas o frotar los dientes con instrumentos, como la armónica.

Otra lesión es la erosión o corrosión, no causada por bacterias, sino por sustancias ácidas orgánicas (reflujo gastroesofágico o vómito forzado) o no, que desmineralizan los tejidos duros del diente.

Algunos medicamentos, como los ácidos ascórbico y acetilsalicílico (cuando se mastican las pastillas), los diuréticos, los antidepresivos, los hipotensores y los fármacos contra las náuseas y los vómitos, el Parkinson, las alergias y el asma pueden reducir la cantidad de saliva.

Eso disminuye la remineralización natural de los dientes y la capacidad del organismo para neutralizar los ácidos. La erosión, que aumenta con la edad y afecta más al primer premolar, suele aparecer en personas bulímicas (caras internas de los dientes), trabajadores de fábricas de baterías, galvanizados o fertilizantes, y hasta en enólogos, que catan hasta 30 tipos de vino por sesión.

“Estas lesiones son la enfermedad contra la que tendremos que luchar en el futuro, porque la caries o el sangrado de encías se diagnostican rápidamente”, dice Rossi.

Su esposa concluye: “Si no se corrigen los malos hábitos, cualquier restauración se desprenderá al poco tiempo. La alimentación equilibrada no produce lesiones, sino su uso y abuso”.

LAS MÁS DOLOROSAS.

El síndrome de compresión produce la lesión más dolorosa de las tres. En estos pacientes, el dolor por hipersensibilidad al frío y al calor es muy intenso.

“La gente vive tan estresada, que frota y aprieta mucho los dientes. Eso hace que se flexionen a la altura de la unión con la encía, se vayan rompiendo los cristales del esmalte y aparezcan lesiones en forma de cuña.

Son hábitos inconscientes muy dañinos”, explica Nélida Cuniberti, profesora adjunta de la Escuela de Odontología de la Universidad del Salvador (Usal) y de la Asociación Odontológica Argentina (AOA). Las alteraciones de la oclusión también producen esas microfracturas en el cuello de los dientes.

Este síndrome es más frecuente en los hombres, de entre 45 y 65 años. Los dientes más afectados son los premolares superiores (70 por ciento).