Odontóloga alterna sus citas con niños y adultos para atender pacientes de la selva

María Fernanda utiliza enormes tenazas para atender a sus 'salvajes' pacientes. Son necesarios 6 hombres para llevarlos a la camilla.

En promedio, María Fernanda Restrepo atiende cuatro animales salvajes al año. La mayoría de procedimientos que les aplica son de conductos.

Los dedos de esta odontóloga son más pequeños que el colmillo de cualquiera de los cuatro 'pacientes especiales' que en promedio atiende al año. Pero ninguno ha llegado a su consultorio; ella los atiende a domicilio en sus jaulas.

El último de estos pacientes presentaba en una muela una fractura que le impedía comer los 25 kilos de carne que le corresponden cada día de por medio. Pesaba más de 200 kilos y, a sus 18 años, ya era un anciano, pues su promedio de vida es de 12.

Egresada del Colegio Odontológico, su tesis de grado la vinculó al mundo de los animales. El trabajo se titulaba 'Regeneración ósea en conejos, a partir de cáscara de huevo'. Pero no siguió con los pequeños conejos sino que, a punta de experiencia, se especializó en otros animales mucho más grandes.

Desde su grado en el 2002, esta joven odontóloga alterna el tratamiento de niños, adultos, hombres y mujeres, con la atención a tigres, leones, pumas, jaguares, chimpancés y hasta a un garzón soldado, al que le reconstruyó el pico a causa de una fractura.

"Con ocasión de la tesis en el Zoológico de Cali tuve contacto con el médico veterinario Delio Orjuela. Me dijo que tenía algunos animales que debían ser tratados, que si me gustaría examinarlos, y desde ese entonces son ocho años con felinos y otras especies", relata María Fernanda.

La ultima intervención fue en Villa Lorena, un refugio para animales maltratados que la docente Ana Julia Torres montó en el barrio Floralia, en Cali. Se requerían sus servicios para examinar a 'Sócrates', un tigre de bengala de unos 18 años, que llegó allí donado por un circo, que consideró que el ejemplar ya no servía para sus espectáculos.

La muela fracturada le provocó un absceso, que incluso le rompió el rostro, lo que lo hizo supurar. Dos dardos aplicados por el veterinario Orjuela lo sedaron. Fueron necesarios seis hombres para montarlo a una camilla y trasladarlo al quirófano.

María Fernanda se tuvo que valer de una enorme tenaza para extraerle la pieza. Durante casi una hora, la joven mantuvo sus manos en las fauces del animal, y aunque los presentes se alertaron cuando movió una pata, los sedantes lo mantuvieron en la camilla.

Sonriendo, Restrepo dice que, pese a los sustos, ningún animal la ha mordido, pero sí muchos pacientes. "Si esto llegara a pasar con un felino, el daño en la mano sería tremendo. La sola presión de las mandíbulas pueden fracturar", expresó la odontóloga.

Aunque en Medellín existe un diplomado en odontología para equinos, Restrepo afirma que no conoce colegas que traten felinos. En promedio, esta mujer atiende al año 4 de estos animales, y aunque ha recorrido casi medio país, hasta ahora no ha sido llamada para atender ejemplares de zoológicos 'privados'.

En la mayoría de los casos,el tratamiento que requieren sus 'salvajes' pacientes es de conductos. Pero como no hay una especialización, ella recurre a la literatura sobre el tema y comparte con algunos colegas por Internet. Dice que también el sentido común y la lógica son importantes y es como seguir el protocolo que se adelanta con una persona.

IVÁN NOGUERA
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
CALI