Onu Alerta Por Incremento En El Uso De Sustancias Para Violar

Es incolora, no sabe a nada y, pese a ser una sustancia de control, se consigue con facilidad. Estas son las características del flunitracepam, un depresor del sistema nervioso que, de acuerdo con el informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU (Jife), es una de las drogas que se están utilizado cada vez más para cometer abusos sexuales y otros delitos.

Este fármaco, que se prescribe para el tratamiento de la ansiedad, afecta el comportamiento de las personas, pues hace que estas se desinhiban, pierdan el control de su voluntad y sufran alteraciones en la memoria.

A ella, según Camilo Uribe Granja, toxicólogo colombiano y relator de la Jife, acuden delincuentes para cometer asaltos y violaciones, de mujeres y hombres.

Al flunitracepam se suman –señala la Jife– todas las otras benzodiacepinas, como el lorazepam, y últimamente psicotrópicos, como el ácido gamahidróxibutírico, y anestésicos como la ketamina.

Los testimonios de lo que ocurre en estos casos son siempre parecidos: los afectados despiertan embotados y sin recuerdos de lo que les pasó, pese a haber sido víctimas de asaltos y violaciones.

Augusto Pérez Gómez, director ejecutivo de la Corporación Nuevos Rumbos, asegura que esta práctica es vieja en Colombia. “El problema es que las drogas más usadas con este fin son incoloras, inodoras e insípidas, de modo que pueden diluirse con facilidad en cualquier bebida, sin que el consumidor lo note. Por eso son tan peligrosas”, explica Pérez.

Desde la década de los 70, cuando empezó a utilizarse la burundanga para delinquir, Colombia ha solicitado que se impongan controles especiales a estas sustancias, según Uribe.

“El asunto es tan grave, que desde los 90 se sabe que el 23 por ciento de los ingresos por intoxicaciones a urgencias tiene un componente delictivo, pero nos quedamos sin saber cuáles de esas víctimas fueron objeto de abuso sexual. La razón es simple: las personas nunca recuerdan lo que pasó. Es más, se estima que el delito sólo se conoce en el 2 por ciento de los casos”, agrega Uribe.

En eso coincide Pérez, doctorado en adicciones, quien dice que este tipo de violaciones “puede estar ligado al consumo excesivo de sustancias, sobre todo en las rumbas electrónicas, durante las cuales los jóvenes ingieren todo lo que se les ofrece”.

Riesgo en ambientes familiares .

Además de alertar por un claro auge en el uso de las llamadas “drogas de la violación”, la Jife advierte que esos fármacos no sólo se están suministrando en bares, restaurantes y clubes nocturnos, sino también en ambientes privados y familiares.

Esto llevó a la junta a emitir, en marzo del 2009, una resolución para instar a los países a que adopten medidas específicas y sensibilicen a la opinión pública en ese sentido.

Uribe califica de inaudito el hecho de que en Colombia se puedan conseguir estas drogas con facilidad, “toda vez que sólo pueden expenderse con receta médica”.

La Jife también instó a las farmacéuticas para que introduzcan colorantes o aromatizantes que puedan advertir a las potenciales víctimas de que están consumiendo estas drogas.

Carlos Ignacio Cuervo, viceministro de Salud y Bienestar, sostiene que “hay en marcha una política agresiva para prevenir el consumo abusivo y el uso con fines ilícitos de estas sustancias”.

De acuerdo con el Viceministro, también se ha enfatizado el control, a través de las secretarías de Salud, de los sitios que expenden medicamentos sin receta; a través del Invima, además, empezamos a hacer eco de lo solicitado por la Jife, con el ánimo de que las farmacéuticas colaboren también con el control del problema.

En uno de los decretos expedidos al amparo de la Emergencia Social quedaron definidas nuevas fuentes de recursos específicos para acciones de este tipo.

LOS EFECTOS DE ESOS FÁRMACOS.

Los medicamentos más usados para cometer estos delitos inicialmente fueron utilizados como somníferos. Sin embargo, dado su bajo precio y dada la facilidad con que se consiguen, se volvieron populares entre los jóvenes, a grado tal que son comunes en fiestas y reuniones estudiantiles.

Se trata de depresores del sistema nervioso, que logran su efecto 20 a 30 minutos después de ingerirse. Su acción puede durar hasta 12 horas.

Relajan los músculos, suprimen la memoria, desinhiben y pueden despertar agresividad. En la mayoría de los casos se pierde la voluntad.

A dosis plenas, la víctima puede quedar dormida. Una sobredosis, sin embargo, puede causar alucinaciones, vómito, estado de coma, depresión respiratoria y muerte.

Estos efectos se multiplican cuando se consumen de manera simultánea con alcohol.

Joven fue drogada en bar de la zona rosa .

Un borrón en la memoria fue la experiencia que marcó para siempre la vida de Luisa, estudiante de sistemas de 21 años. Una noche, hace cerca de año y medio, decidió salir a un bar, en la zona rosa, en compañía de tres parejas.

Ella fue sola, porque su novio andaba de viaje.

Dice que no se tomó más de tres tragos en dos horas, que se levantó para ir al baño y que no recuerda nada más. Al ver que no regresaba, sus amigos empezaron a llamarla al celular, que sonaba apagado. Una hora después avisaron a los papás, y estos a la Policía.

Lo curioso es que, al revisar las cámaras de seguridad, se ve a Luisa saliendo del bar sola y dirigiéndose a un carro, mientras hablaba por celular.

En la tarde del día siguiente, Luisa despertó sola y desnuda en una residencia de Chapinero; se sentía confundida y embotada. El primer pensamiento que se le vino a la cabeza es que fue secuestrada, así que se vistió rápido y salió corriendo del sitio.

A su casa llegó en taxi. Su familia, que estaba muerta de angustia, decidió llevarla a Medicina Legal. Hechos los exámenes y análisis del caso, se comprobó que Luisa había sido violada; en su sangre se encontraron trazas de benzodiacepina.

*Fuente: Corporación Nuevos Rumbos .

"El asunto es tan grave, que desde los años 90 se sabe que el 23 por ciento de los ingresos por intoxicaciones a urgencias tiene un componente delictivo”.

Camilo Uribe Granja, toxicólogo colombiano y relator de la Jife.

2 % los casos de este tipo de delitos que son conocidos por las autoridades