Fomentar
hábitos a la hora de comer influye en la conducta del niño
Alimentar de manera adecuada y saludable a los pequeños
no sólo es favorable para su crecimiento, sino que además repercute en su
desarrollo emocional.
Una
sana nutrición no está conformada únicamente por alimentos balanceados, sino
que además requiere una serie de elementos que la complementan, como los hábitos
y las conductas alimentarias.
El
primer aspecto que deben tener claro los padres es en qué consiste una sana
alimentación. Silvana Dadán, magíster en nutrición
clínica y profesora asistente de Pediatría y Gastroenterología pediátrica de la
Universidad El Bosque, explica que esta promueve o facilita un crecimiento
correcto, así como la maduración (adquisición de habilidades) y mantiene la
buena salud en el individuo. Igualmente, previene enfermedades a corto, mediano
y largo plazo.
Por
su parte, el endocrinólogo pediatra Shokery Awadalla comenta que estas sanas rutinas deben estar
acordes con la edad y los requerimientos físicos del niño. Deben incluir
proteínas, carbohidratos y grasas, sin olvidar los alimentos frescos que
aportan vitaminas y minerales.
Las
conductas: el complemento
Al establecer un horario, un lugar y una guía de comidas de alimentación, se
fomenta en el niño la disciplina para que adquiera hábitos adecuados a la hora
de comer; para ello, el pequeño necesita un guía, que la mayoría de veces se
encuentra en los padres y los cuidadores.
De
allí la importancia de que el niño comparta este momento en familia, porque la
experiencia se torna favorable en la medida en que se estrechan los vínculos entre
sus miembros, pues hay diálogo, interacción y afecto. Adicionalmente, este
factor permite que ellos tengan ejemplo de los padres.
A
propósito, la chef Nathalie Jordan,
coautora del libro Pediatra y chef, sostiene que si hay alguna de las personas
que están sentadas a la mesa comiendo un alimento diferente al resto de la
familia, “es propicio ofrecer un bocado a quien guste probar, pues este es un
acto de generosidad, y de cierta complicidad”.
Los
padres deben tener en cuenta que a los alimentos no se les debe dar ningún
valor agregado; es decir, nunca se premia o castiga al niño para que coma. Por
ejemplo, ofreciéndole una galguería para que se coma las verduras o el plato
fuerte.
El
movimiento, el aprendizaje y la memoria son otros factores en los que incide la
buena alimentación. Precisamente, el neuropediatra
Álvaro Izquierdo sostiene que existe un fenómeno cerebral que les permite a las
neuronas comunicarse entre ellas, pero cuando hay algún nivel de desnutrición
este proceso se puede ver afectado.
Elementos
necesarios
La nutricionista clínica Silvana Dadán
señala que la alimentación debe cumplir los requisitos CESA, que por sus siglas
significa:
C: completa en cuanto a la provisión de todos los nutrientes (macronutrientes, que son proteínas, grasas y carbohidratos,
y micronutrientes que son las vitaminas y minerales).
E: equilibrada en cantidad y calidad de nutrientes.
S: suficiente en términos de proveer lo necesario como para promover el
crecimiento, impidiendo deficiencias y excesos.
A: adecuada, acorde con la edad, actividad física, ciclo de la vida, género,
entre otras.
El endocrinólogo pediatra Shokery Awadalla
dice que “se requiere de una alimentación suficiente y equilibrada para cubrir
todas las necesidades que influyen en el crecimiento. Cuando no hay esta
suplencia, el cuerpo lo sacrifica para mantenerse y sigue viviendo con sus
funciones biológicas básicas. En este caso, el crecimiento se vuelve un lujo
hasta que se corrige la deficiencia nutricional”.