‘A Mí Nunca Me Pusieron
Límites’
Sentado
en el lobby de los teatros de Avenida Chile, en el norte de Bogotá, el
malagueño Pablo Pineda, protagonista de Yo, también, dice que si alguien espera
ver una historia triste, trágica o lastimera, lo mejor es que vaya a ver otra
película: “Es un canto al optimismo, a la normalidad y, a la vez, a la
diferencia”.
Pineda es
el primer español con síndrome de Down que se graduó en la universidad y es
psicopedagogo. Duró dos años decidiendo si quería protagonizar este filme de
Antonio Naharro y Álvaro Pastor, que le deparó la Concha de Oro como mejor
actor en el Festival de Cine de San Sebastián. ¿Cambió su vida después de la
película? La atención mediática ha sido muy grande. Yo ya tenía relación con
los medios y con la prensa, pero todo ocurrió tan de golpe. Internamente
también. Tengo otra forma de ver la vida, con más madurez, sin sentirme víctima
de nada. Me siento más valiente. Me hacía falta. Soy una persona distinta a la
de antes de la película.
¿Quisiera
volver a hacerlo? No. Ha sido una experiencia inigualable, pero dedicarme al
oficio no; no es una profesión estable y en la que puedas decir ‘voy a ayudar’.
Eso es lo que yo quiero: ayudar y concienciar. Eso se logra dando conferencias,
estando con la gente, hablando con los empresarios para que integren a las
personas con síndrome de Down. En el cine, esto se queda en el aire.
¿De qué
sirve hablar del síndrome de Down en el cine? Las películas hacen que la gente
con síndrome de Down se vea, salga a la luz. Hay que concienciar a la sociedad.
Se creó desde hace años un modelo en el que no se nos ve como personas, sino
como discapacitados, minusválidos, retrasados, enfermos, deficientes. Ha hecho
mucho daño. No se nos conoce como somos, sino con calificativos y adjetivos.
¿A
quiénes responsabiliza? A la ciencia, a los médicos, a los psicólogos. Se creó
un modelo científico falso, que se trasladó a uno social que excluye,
discrimina. Hay un modelo educativo basado en los problemas y no en lo que
sabes hacer y uno familiar que no confía en ti, te sobreprotege. Queremos
romper con ese modelo. Que se nos conozca como personas.
En su
casa no le dijeron que tenía síndrome de Down. ¿Cree que ese es el camino? A mí
me lo contó un profesor. Fue natural, directo. Me preguntó si sabía; yo no
sabía nada, aunque le dije que sí. Tenía 7 u 8 años. Me preocupaban dos cosas:
si era tonto y si debía dejar a los compañeros del colegio.
Cuando me
respondió que no a las dos preguntas dije ‘se acabó’.
Tuvo la
suerte de estar en un medio que lo incentivó.
Exactamente.
Ese es el tema: estar en un medio que te estimula, no te pone límites, confía
en ti y en lo que sabes hacer y no te sobreprotege. Una familia y unos
profesores así son fundamentales.
A veces,
pese a los estímulos, la persona no responde.
Tenemos
muchas diferencias entre nosotros, como todo el mundo. Hay personas ‘normales’
que pueden llegar a ser ministros de gobierno; otras no. A nosotros nos pasa lo
mismo. Puede que una persona tenga un trastorno asociado que le impide
desarrollarse cognitivamente. Es verdad que los padres intentan y si la persona
no responde, se frustran. Siempre les digo: no pierdan la paciencia, hay que
seguir luchando. Mi madre, por ejemplo, siempre me habló mucho, desde pequeño.
Mi padre me enseñó a leer a los 4 años. Me estimularon en los planos
intelectual y cultural.
¿Cuál es
el peor error de los padres con su hijo que padece de síndrome de Down? No
confiar en él y en sus posibilidades. Es un error garrafal. Lo que puede
aprender es tanto, que no estimularlo es un error. Sobreprotegerlo, también.
Pensar
que su futuro va a estar nada más que entre cuatro paredes con su padre y su
madre. Es horroroso. Tenemos que estar en sociedad, con los demás, porque así
se comparten muchas cosas y se aprende. Una persona sola no aprende en la vida.
¿Cuándo
entendió la función social que podía cumplir? Cuando me dijeron que tenía
síndrome de Down. Ahí, cogí la bandera.
Recuerdo
que en mi primera aparición en los medios, dije: “Dejad que los niños como yo
estén en los recreos con los otros niños”.
¿Qué
planes tiene? Conseguir un puesto de trabajo. A ver si puede ser en el
Ayuntamiento de mi ciudad. Después vendrán otros objetivos, como la
independencia. Cuando uno tiene cierta edad, se lo plantea. Y, por supuesto,
tener una pareja, familia, como cualquier persona.
Acerca de
‘Yo, también’ Protagoniz ada por Pablo Pineda y Lola Dueñas (‘Los abrazos
rotos’, ‘Volver’, ‘Mar adentro’), ‘Yo, también’ cu enta la historia de Daniel,
un joven de Málaga que tiene síndrome de Down y es el primer europeo en lograr
un título universitario. Daniel entra a trabajar a la alcaldía de su ciudad y
conoce a Laura, de quien se enamora.
La cinta,
con la cual Dueñas obtuvo el Premio Goya a mejor actriz, dignifica a las
personas que nacieron con este síndrome y presenta al protagonista en su
cotidianidad, en su relación familiar, con sus miedos y certezas, con sus
frustraciones en el plano amoroso, con su deseo de ayudar y progresar
laboralmente.
Pineda
dijo que, después de dos años, aceptó el papel.
“Cuando
me enteré de que Antonio Naharro (codirector) tenía una hermana con síndrome de
Down y Julio Medem (productor), una hija, me convencí de la sensibilidad con la
que iban a tratar el tema”