Nobel de Medicina premia el “olfato y la curiosidad”
Agencia AFP
Los norteamericanos Elizabeth Blackburn, Carol W. Greider y Jack W. Szostak fueron laureados por sus investigaciones sobre una
enzima que protege del envejecimiento.
El premio Nobel de Medicina fue otorgado ayer a tres
biólogos estadounidenses -Elizabeth Blackburn
(también de nacionalidad australiana), Carol W. Greider y Jack W. Szostak- por sus investigaciones sobre telomerasa,
una enzima que protege a las células del envejecimiento y que podría asociarse
al mito de la inmortalidad.
Los telomeros, estructuras de ADN situadas en la
extremidad de los cromosomas, controlan el principio del envejecimiento de las
células y preservan la estabilidad del patrimonio genético, el genoma.
Los tres laureados, que enseñan en Estados Unidos, ganaron el premio por sus trabajos
que demuestran cómo los telomeros y la enzima telomerasa “protegen a los cromosomas del envejecimiento”,
indicó el comité Nobel.
Elizabeth Blackburn dijo “que seguía su olfato cuando
descubrió la clave para conjurar los efectos del envejecimiento”, mientras que
su colega Carol Greider
estimó que el trabajo que les valió el Nobel ilustra
la importancia de “los descubrimientos motivados por pura curiosidad”.
“No creemos que pueda volver atrás los relojes, pero se trata de ver si
podremos extender la duración de nuestra salud”, dijo Blackburn,
de 60 años, profesora de la Universidad de California, en referencia a la
enzima que ayudó a descubrir a mediados de la década de 1970.
Por su parte, su colega Carol Greider,
de la Universidad Johns Hopkins,
con sede en Baltimore (Maryland), afirmó que “cuando
empezamos este trabajo no teníamos idea de que la telomerasa
estaría involucrada en cáncer, sino que simplemente teníamos curiosidad sobre
cómo los cromosomas se mantenían intactos”.
La telomerasa, objeto de investigación en la
lucha contra el envejecimiento, está también presente en las células
cancerígenas, que tienen una capacidad ilimitada de multiplicación, lo que
sugiere que la enzima también tiene efectos negativos.
El otro premiado, Jack Szostak,
de la Escuela de Medicina de Harvard, estimó a su
turno que “el premio muestra la importancia de la investigación básica, que
puede desembocar décadas después en aplicaciones
prácticas”.
Blackburn y Szostak, nacido
en 1952 en Londres, ya demostraron en una investigación publicada en 1982 la
manera en que el ADN -el código genético de la vida- de los telomeros
protegía a los cromosomas. Se trata de una conclusión “excepcional”, según el
comité Nobel.
Dos años después, el día de Navidad de 1984, la misma Blackburn
y su joven alumna de entonces 23 años, Carol Greider, descubrieron y dieron nombre a la telomerasa, una enzima a veces llamada “enzima de
inmortalidad”.